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FinePix x100: híbrido objeto de deseo (y III)

FinePix x100: híbrido objeto de deseo (y III)
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La Fujifilm x100 trae consigo la herencia de las cámaras de callejeo de finales del siglo XX, encarnadas en la marca Leica, pero viene cargada de tecnología como la mejor de las compactas, y tiene un precio superior a muchas réflex de inciación. Por ello es tan difícil ponerle etiquetas como ubicarla en el mercado.

Por su tamaño y aspecto, cuando supe de ella la etiqueté instintivamente como cámara callejera, pero tras unos días de uso he descubierto el empeño que ha puesto el fabricante en que sirva para todo: tiene un macro decente, una respuesta excelente en condiciones de baja luminosidad, una ráfaga muy rápida y hasta un modo vídeo bastante decente (aunque el autofocus puede hacerlo sufrir más de la cuenta), cualidades todas ellas que la colocan en buena posición en mundos muy distintos.

Para verlo en detalle, vamos a repasar su experiencia de uso a través de la comparación con otras cámaras.

La x100 frente a las telemétricas

x100 y m8

Comparando mano a mano la FinePix con la Leica M8 que veis en la foto (en cabecera, la tenéis a través de su visor), no hay que fijarse demasiado para ver un parecido estético muchísimo más allá de la pura casualidad: las líneas rectas, la curva de la empuñadura, el visor y su palanca de control, la ubicación de los diales… todo en la x100 huele a Leica desde lejos.

En cambio, sólo tenemos que usarlas un poco de tiempo para darnos cuenta de una diferencia fundamental: las telemétricas son auténticos monstruos del enfoque manual, con sus generosos visores y su pantalla partida, mientras que la x100 es una cámara diseñada para ser usada con enfoque automático, tal y como vimos en la primera parte de este análisis.

Salvando este aspecto, el uso de la Fujifilm (siempre que activemos el visor óptico) es muy telemétrico: las guías de encuadre nos permiten ver al sujeto antes de que entre en la foto, y los problemas el paralaje inhabilitan su uso con el macro. También, la captura es instantánea desde el momento en que apretamos el disparador, siempre que el AF lo permita, y la cámara no esté ocupada guardando la anterior foto.

Por todo esto, la x100 se encuentra en la calle como pez en el agua, pero de una manera muy distinta a como lo hace la Leica: la compacta nos permite hacer tomas inverosímiles, usando su pantalla para buscar ángulos que costaría inventar en la telemétrica, y confiando en el AF en las fotos en las que el encuadre no nos permite poner el ojo. En el otro lado, las cámaras alemanas nos permitirán fijar el foco con total precisión, y no nos dejarán esperando fácilmente, llevándonos a un tipo de fotografía completamente distinto.

La x100 frente a las EVIL

x100 y e-p2

Pese a que la segunda mitad del nombre (”lentes intercambiables“) nos fija ya una separación radical entre la x100 y sus hermanas de sistema, nuevamente encontramos parecidos a primera vista: cuerpos pequeños, fijos luminosos, pantallas y visores electrónicos y mucha mucha tecnología.

En cuanto al visor electrónico, sólo hay que ver la foto para notar la enorme (literalmente) diferencia entre el que integra la x100 y el VF-2 de Olympus que tiene colocada la E-P2 usada como ejemplo. Esta desventaja se compensa con la velocidad de refresco, que en la Finepix es mucho peor que la de su competidora, que también ofrece una reproducción de color mucho mejor.

En general, la Fuji tiene mucha tecnología detrás, que en algún caso son bastante exclusivas (como el visor híbrido o el filtro ND), pero tiene otros tantos puntos débiles donde la competencia puede hacerse fuerte: la velocidad de escritura en la tarjeta, la falta de elementos casi estándar en la gama media (como la detección de rostros, los filtros artísticos, etc.), o los mencionados problemas con el enfoque manual.

De todas formas, diría que la Finepix x100 está a la altura de las mejores EVIL, tanto en calidad de imagen (sólo igualada por la nueva NEX-C3) como en opciones, pero también tiene un precio bastante alto (aproximadamente, mil euros).

Con un coste similar al de la x100 podemos conseguir una Panasonic GH2 (si queremos un gran visor electrónico, y un modo vídeo mucho más versátil), quizá incluso con el famoso 20mm f1.7, y la Sony NEX-C3 con el 16mm f2.8 nos costará casi la mitad (si podemos sacrificar el visor y cierta calidad en el objetivo por la capacidad de montar un equipo completo en un futuro).

Quizá en el futuro veamos un sistema de ópticas intercambiable de Fuji basado en esta x100, pero yo no lo veo tan claro como muchos: Fuji ha hecho temblar a gente muy importante con una cámara ensamblada con mimo en que todo funciona como un reloj, pero no quizá las cosas no serían tan fáciles si no controlase con total precisión todos y cada una de sus partes. Aunque este sistema se hiciese realidad, la hipotética x200 podría perfectamente acompañarlo como una compacta de lente fija.

La x100 contra el resto del mundo

Camera Collection

Las “enemigas naturales” de esta cámara son la Leica X1 y la Sigma DP-2, pero a día de hoy tampoco parece una competición justa: primero porque hay una diferencia en la fecha de salida de casi dos años entre ellas, que han permitido que la x100 disfrute de una actualización tecnológica importante, pero también porque todas y cada una son cámaras únicas destinadas a público distinto.

La Leica X1... pues… tiene el círculo rojo en el frontal, y para bien o para mal eso implica un sobrecoste de casi un 50% con el resto del mundo, cuestión que no vamos a entrar ahora a discutir (entran factores como calidad, garantía, imagen de marca, etc.). La Sigma DP-2, por otro lado, es una cámara más barata, y con un sensor único, pero que ya tenía desfases tecnológicos incluso en su salida, así que el que compre cualquiera de las dos lo hará ya con buenos motivos.

Podríamos seguir repasando cámaras y cámaras, sin encontrar ningún paralelismo al 100% con ninguna otra, y eso no impedirá que se vendan tantas x100 como los japones puedan fabricar, lo cual es una auténtica sorpresa para una cámara de focal fija que ronda los mil euros. Así que a la pregunta de “¿me la compro?“, que muchos nos hacéis, sólo hay una respuesta clara: “¡depende!“.

Depende porque esta máquina requiere muchos compromisos: ganas un control preciso de la exposición perdiendo el enfoque manual, ganas una calidad excelente perdiendo la versatilidad de cambiar de focal, pierdes en precio y ganas en tamaño, etc.

Yo la recomendaría como segundo cuerpo para los fotógrafos pudientes que tengan problemas cargando su mochila a todas partes, y como paso intermedio hacia la electrónica para los nostálgicos de las telemétricas que quieran manterner “el tacto”, pero creo que fríamente y con los datos en la mano no podría aconsejarla como opción generalista, debido sobre todo a su precio.

Los que se olviden de factores objetivos y puedan justificar su adquisición se encontrarán con una de las mejores experiencias fotográficas del mercado, de las que te hacen disfrutar con cada clic del disparador, y que dificilmente les defraudará, aunque tengan que renunciar a algunas sensaciones de la fotografía más clásica (el enfoque selectivo) o de la más actual (las compactas todoterreno cargadas de opciones).

Última foto | Jane Houle
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