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Actualizarse, el eterno dilema

Actualizarse, el eterno dilema
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A todos alguna vez nos llega el momento de cambiar de cámara, ya sea porque ha salido un nuevo modelo o porque simplemente nos apetece cambiar. Generalmente se cambia mucho antes de terminar con la vida útil del obturador, que suele durar entre los 40.000 y 150.000 disparos (en las reflex profesionales).

Un aficionado rara vez llegará a esos límites, pero ¿Por qué cambiamos antes de que la cámara deje de funcionar?

Podría resumirse en tres puntos:

  • Si no hubiera tanta publicidad, si no fuera tan asequible pedir un préstamo o juntar unos ahorrillos para un nuevo modelo ¿Estaríamos tan pendientes de cambiar de cámara?

  • El aburrimiento puede jugarnos malas pasadas.

  • Hay que tener siempre presente la siguiente pregunta ¿Realmente necesitamos cambiar?


Considero principalmente, que la opción más correcta para cambiar de cámara se debe basar en dos características fundamentales. La primera y más lógica sería que el obturador llegara al final de su vida, o que necesitemos nuevas y mejores funcionalidades en nuestro equipo para seguir avanzando en nuestro aprendizaje. Esta segunda opción puede adaptarse a una contundente actualización, como sería el caso de que la cámara se quedara totalmente obsoleta, perdiendo posibilidad de adaptación de nuevos objetivos u otros periféricos.

Cámara antigua


En el primer caso no hay vuelta de hoja, la cámara deja de funcionar y tenemos dos opciones: cambiar el obturador o comprar un cuerpo nuevo.

Como primera opción, si ha transcurrido mucho tiempo desde que compramos la cámara, hasta que el obturador llegó a su final, es muy posible que no encontremos la pieza de recambio o su coste sea demasiado elevado. Y también es posible que en ese tiempo hayan aparecido cámaras mejores y a un menor precio.

En cuanto al segundo caso, si tenemos en cuenta que cuando empezamos en la fotografía solemos adquirir una cámara para aficionados, de no más de 800 euros, es probable que con el tiempo la cámara se nos quede “pequeña” para nuestras pretensiones. El tiempo y el aprendizaje nos ayuda a encontrar los límites de nuestro equipo, y cuando esos límites necesiten ser rebasados, será inevitable la necesidad de cambiar de cuerpo (ya sea de una misma marca o no).

Nuevos modelos


¿Es fácil saber cuando se llega a ese límite? Yo diría que si. En nuestros primeros meses de prácticas, es posible que nos hayamos dado cuenta de que nos gusta la fotografía nocturna y sin flash, con lo que necesitamos una cámara que de mejor nitidez a ISOs elevados. Quizás hemos encontrado nuestra gran pasión en la fotografía deportiva, y queremos una buena ráfaga de disparo… etc. Los factores que determinen la nueva compra, como veis son fácilmente distinguibles y perfectamente asociables a un nuevo modelo de cámara. Tan sólo debemos fijarnos en las características que necesitemos mejorar, y la compra será en un 90% de las ocasiones, la acertada.

Como podéis ver, hay factores evidentes que nos obligarán algún día a cambiar de modelo y actualizarse. Pero hay otros como la publicidad, y el aburrimiento que nos pueden jugar una mala pasada. Imaginaros esta situación:

Os gastáis 1000 euros porque vuestro anterior modelo tenía muchos años y os habíais cansado, y al poco tiempo os dais cuenta de que necesitabais otras características.

Este es un error que no queremos cometer, y siguiendo alguno de estos consejos, estoy seguro de que lo evitaremos.

Es preferible invertir los ahorros en un buen objetivo, que en un nuevo cuerpo cuando no se está seguro. Generalmente la depreciación en los cuerpos es mucho mayor y más rápida que en los objetivos, tenedlo en cuenta como mal menor.

Yo soy el primero que ha tenido en algún momento un ansia inevitable por cambiar de modelo, incluso pude haber caído en el error de ir a peor (eso ya es el colmo), por eso siempre es fundamental hacerse algunas de las preguntas que os he comentado y a ser posible, hablar con algún compañero o amigo que entienda también de fotografía, para ayudarnos a no caer en ese absurdo error.

Ahora mismo lo tengo bien claro, mi siguiente compra irá centrada a varias características: conseguir una mayor nitidez, disparar al menos a un ISO de 800 sin ruido, y aumentar la ráfaga. Como he dicho anteriormente, estas necesidades han surgido después de usar durante bastante tiempo un modelo en concreto de reflex, después de encontrar el tipo de fotografía que más me gusta hacer, y después de encontrar las limitaciones en ese campo. A partir de ahí, ya podremos estar seguros de las características que necesitamos en nuestro nuevo modelo, con la “única” limitación de nuestro presupuesto.

La publicidad, y las últimas tecnologías son buenas, pero siempre y cuando sean necesarias.

En Xataka Foto | 10 razones para no renovar tu cámara reflex digital

Fotos | Herzeleyd, gislehpenmachine

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