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El fotógrafo como un jugador de ajedrez

El fotógrafo como un jugador de ajedrez

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El fotógrafo como un jugador de ajedrez

Si queremos hacer buenas fotografías tenemos que plantar batalla. No es dar un botón y olvidarse o sentarse delante del ordenador confiando en nuestra pericia con el programa de turno. La fotografía es un trabajo que exige esfuerzo. Y una de nuestras obligaciones es saber cómo encontrar buenas imágenes.

Una de las funciones del fotógrafo es encontrar un estilo propio para mostrar su realidad. Esto exige, como dice Cristina García Rodero, pelear contra el tiempo. Es un combate de boxeo. Algunos prefieren dar el golpe, otros cansar al rival y todos, deberíamos ser capaces de ver el futuro, como un jugador de ajedrez.

El fotógrafo debe adelantarse al tiempo, lograr ese estado del que ya habló Ansel Adams en su mítica trilogía. Me estoy refiriendo a la visualización. Es una de las funciones del fotógrafo. Me da igual por supuesto que sea aficionado o profesional. Tenemos que ser capaces, desde que pensamos en accionar el disparador, saber cómo va a quedar la fotografía cuando la demos por terminada en una hoja de papel fotográfico o en las redes sociales.

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Otro punto de vista

La visualización solo se consigue con esfuerzo, con práctica y con mucho tiempo invertido. Y dará igual la cámara que tengamos. Solo es una herramienta más que nos permite dar forma a nuestra manera de ver las cosas.

Adelantarse al tiempo

La visualización hay que ejercitarla. Hay que disparar con un sentido. El acto del disparo fotográfico en sí es totalmente irracional, como bien explica José Manuel Navia en sus talleres pero después de pasar por el filtro de la preparación.

Para ser fotógrafo hay que entrenarse. Ejercitar la mirada y agilizar el pensamiento. Educarse formal y culturalmente. Así seremos capaces de disparar por intuición. Parecerá que no nos cuesta pero todo el trabajo está detrás. Horas de lecturas, de observación, de vida más allá de las cámaras.

Para ser fotógrafo hay que entrenarse. Ejercitar la mirada y agilizar el pensamiento. Educarse formal y culturalmente.

La experiencia en este mundo es un grado. Hay que conocer tan bien la cámara que seas capaz de ponerla en marcha con los ojos cerrados. Y tener tan interiorizado lo que quieres sacar que no tengas ni que pensar el encuadre. Solo tienes que saber cómo encuadrar lo que estás viendo para que al final quede como tú quieres.

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Y es ahí donde entra la filosofía del jugador de ajedrez. Los que jugáis sabéis con seguridad a lo que me refiero. Los grandes maestros son capaces de adelantarse al tiempo. Los que después de echar una mirada al tablero pueden decir con seguridad lo que va a pasar diez jugadas después.

El fotógrafo como jugador de ajedrez

El fotógrafo experimentado debería ser capaz de jugar con la misma profundidad. Después de entrenar la mirada, con solo ver una realidad debería adivinar el encuadre, medir la luz y ver el resultado final para comunicar al espectador cómo ha visto el mundo.

No es fácil. E igual muchos fotógrafos no sienten la necesidad de ejercitarse de tal forma. Puede parecer sobrehumano pero no es más que una forma de hacer las cosas. Es una de las formas de salir del hoyo que supone quedarse en la fotografía postalera, la fotografía bonita más que la buena fotografía.

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La luz cambia todo

No todos queremos hacer las mismas cosas. Cada uno es libre de enfrentarse a la fotografía como quiera. Puede que haya muchos caminos, muchas rutas posibles. Algunos prefieren llegar a su lugar destino por una cómoda autopista, sin riesgos, a una velocidad de crucero constante.

Otros disfrutamos más en las carreteras de montaña, en las comarcales que cruzan los páramos... Al final puede que lleguemos al mismo sitio. Y hasta puede que disfrutemos exactamente igual. Pero las emociones serán distintas. Ahora toca elegir.

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