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Fotografiar con bajas temperaturas: cómo evitar la condensación

Fotografiar con bajas temperaturas: cómo evitar la condensación
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El otro día vimos cómo proceder en caso de que nuestra cámara sufra congelación. Es un caso poco habitual pero crítico. Algo más frecuente es que al fotografiar con bajas temperaturas suframos condensación en el objetivo o, peor aún, en el interior del cuerpo de la cámara.

Por tanto, hay que andarse con cuidado y mantener unas precauciones básicas. Estos días son propicios para ello, con bajas temperaturas unido a lluvia o nieve, sobre todo cuando pasamos de un interior cálido al frío del exterior. Así que sigamos estos consejos para evitar la temida condensación en nuestra cámara, sobre todo, si no es un modelo resistente o sellado.

El principal problema de la condensación de humedad es que puede oxidar las partes metálicas y deteriorar la electrónica de la cámara, así que conviene tenerlo en cuenta en días fríos cuando viajamos con nuestra cámara.

Evitar el cambio de temperatura brusco

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Andrew Magill, en Flickr

Lo principal es evitar el cambio brusco de temperatura a nuestro equipo. Si salimos de un lugar cálido, como en nuestra casa o del coche con calefacción, y, de repente, sacamos nuestra cámara en la calle con una temperatura muy baja, es probable que suframos esa condensación. A veces claramente visible en el cristal del objetivo y otras no tanto y que puede estar afectando al interior.

Una buena solución es quitarle la batería y dejarla en el lugar más frío de casa o de donde estemos. Al menos una hora o dos antes de salir. Esto ayuda a reducir la posible condensación, porque el cambio de temperatura no será tan brusco. Al salir, podemos envolverla en una toalla y llevarla en la mochila o en la bolsa un tiempo en el exterior, pero sin sacarla. Una vez pase un tiempo (dependerá de la temperatura, pero entre media hora y una hora puede ser suficiente), la aclimatación hará que no aparezca la condensación.

Lo mismo ocurre a la inversa. Si hemos estado haciendo fotos con bajas temperaturas en el exterior, no guardemos la cámara al entrar en casa o en un interior muy cálido. Mejor si hacemos esa transición lentamente. Si lo hacemos al entrar en un coche, evitemos colocarla cerca de la calefacción y la volvemos a envolver con una toalla o tela, y la bolsa o mochila abierta. Una buena ayuda puede ser dejarla en el maletero donde la temperatura no es tan cálida como el interior.

Protección extra

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Andrea Schaffer en Flickr

Otro buen consejo es, aunque no sepamos que vaya a llover o nevar, mantener la cámara con una funda protectora o incluso una bolsa de plástico que podamos hacer hermética. Y añadir unas bolsitas de gel de sílice, que absorban la humedad. No son milagrosas, pero ayudan.

Cuando trabajemos en el exterior con mucho frío, evitemos cambiar de objetivo todo lo posible o, mejor aún, no hacerlo si no es imprescindible. Ideal tener una gamuza para mantener el equipo siempre seco, así como mantener las manos también secas.

Y, para finalizar, en caso de observar restos de condensación en el objetivo, evitemos limpiarlo inmediatamente y aseguremos la cámara en un lugar seco, manteniendo ese cambio de temperatura paulatino. Ayuda tener bolsas de gel de sílice o bolsas con sal común, que ayudarán a que esa condensación vaya desapareciendo gradualmente.

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