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La fotografía en 'El fotógrafo de Mauthausen'

La fotografía en 'El fotógrafo de Mauthausen'

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La fotografía en 'El fotógrafo de Mauthausen'

Este fin de semana se ha estrenado por fin 'El fotógrafo de Mauthausen', la película de Mar Targarona protagonizada por Mario Casas. Cuenta la historia de Francisco Boix en el tristemente célebre campo de concentración nazi. En Xataka Foto y en Espinof ya hemos hablado de su figura y de la película. Hoy vamos a centrarnos en la pura y dura fotografía.

Gracias a su labor se pudieron recuperar las fotografías del horror que condenaron a los nazis en los juicios de Nuremberg. Nos cuenta la historia de un fotógrafo de los años 40, así que vamos a fijarnos en todo lo que rodea a este tema olvidándonos de todo lo demás. Vamos a centrarnos en las cámaras que aparecen, en el trabajo en el laboratorio, en la importancia de quedarse hasta el final para ver los títulos de crédito.

Lo primero que tenemos que recordar es que es una película basada en hechos reales. Aunque cuenta hechos reales encontramos pequeñas licencias dentro del argumento porque es imposible conocer la historia completa. No podemos olvidar que la figura de Francisco Boix se redescubrió en los años 70 de la mano de Llorenç Soler. Él mismo hizo el documental 'Francisco Boix: un fotógrafo en el infierno'(2000). Posteriormente Benito Bermejo escribió 'El fotógrafo del horror' (2015) y en 2018 se ha publicado el cómic 'El fotógrafo de Mauthausen' de las manos de Aintsane Landa, Pedro J. Colombo y Salva Rubio.

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La directora y el actor en el laboratorio

Es difícil imaginar el horror a partir de las fotografías que logró salvar nuestro héroe y las que hizo una vez liberado el campo. Pero ahí está. Así que vamos a ver lo que nos aporta desde el punto de vista estrictamente fotográfico. Cómo sale la fotografía y los fotógrafos. Otro día podemos hablar del trabajo del director de fotografía Aitor Mantxola.

La fotografía en 'El fotógrafo de Mauthausen'

Es una de las pocas veces en las que en una película de fotógrafos todo lo que rodea a este universo está perfectamente reflejado. Las herramientas, el laboratorio y su químicos, la luz roja... forman parte fundamental de la historia. Pero no podemos olvidar que estamos en la década de los cuarenta en la época del III Reich. Todo tiene que estar perfectamente recreado.

Empezaremos por las cámaras. Por supuesto la reina en aquella época era la Leica. Es curiosa la noticia de que Ernst Leitz II, dueño de la empresa en aquellos años convulsos, miembro del Partido Nazi desde 1942, salvó a 200 trabajadores judíos de Leitz y les sacó de Alemania. Pero es algo que no está totalmente aclarado.

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Con la cámara preparada

La cámara era defendida por el odioso ministro Goebbels hasta límites insospechados:

Los fotógrafos que no comprendan que el uso y promoción de estas modernas y pequeñas cámaras constituyen una obligación inherente a su misión deben entregar sus credenciales oficiales.

Así que no sorprende ver en manos de los oficiales nazis y del propio Boix una Leica IIIa o Leica IIIb, un objeto de deseo para la mayoría de los que nos dedicamos a esto y amamos las cámaras míticas. En este sentido me parece muy fiel cómo se refleja en la película la sensación de mirar a través del ocular de una máquina de estas características. La visión no era limpia, más o menos circular. En el telémetro es donde vemos la doble imagen que hay que hacer coincidir. Y lo que nos muestra la película es el visor óptico.

Es curioso ver cómo hacen las fotos de reconocimiento con una de las famosas Speed Graphic americanas y por supuesto salen a la luz las pequeñas cámaras de fuelle plegables con un negativo de 6x9 cm que probablemente son de marca Agfa. Esta marca alemana también estuvo presente en aquellos años turbios.

El cuarto oscuro está bien representado, con esa luz roja siempre presente. Con esa luz que avisaba del peligro de entrar durante el revelado o el positivado de las copias que finalmente pudo esconder Francisco Boix con la ayuda de sus compañeros. Dentro del laboratorio nuestro protagonista se da cuenta de la magnitud de lo que tiene entre manos y de todo lo que puede ayudar la fotografía a desenmascarar el horror.

Posibles fallos en la película desde el punto de vista fotográfico

De nuevo aparece un fotógrafo espantoso en una película. Y no es Francisco Boix, que parece un personaje idílico. Me refiero al sargento Paul Ricken, el jefe oficial de la SS encargado de documentar y registrar las maneras de vivir y de morir dentro del campo de Mauthausen. Este personaje, como podemos leer en este artículo decía:

Mis tareas en el servicio de identificación consistían entre otras cosas en completar los formularios de identificación de los prisioneros y fotografiar a los prisioneros fallecidos de muerte no natural o la intervenciones médicas y sus resultados para el médico de la SS local

Parece ser que era profesor de instituto y tenía cierta formación artística. Se dedicaba a documentar todo el campo desde un punto de vista estético. En la película se le ve cómo dirige las escenas para conseguir la mejor fotografía posible. Y aquí es donde me entran las dudas. En un momento se ve cómo obliga a todos los trabajadores de su departamento a cargar con todo el equipo para fotografiar a unos fugados asesinados.

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Con los negativos

¿De verdad en aquella época se podían sacar los flashes del estudio y conectarlos a un generador? Creo que no es posible. Es verdad que las primeras bombillas son de finales de los años 20. Pero no creo que los cables que se ven en la película tengan alguna relación con la realidad. Más bien parecen focos de luz continua pero no queda claro.

Y al final vemos el fallo más clamoroso. Justo en los créditos podemos ver las fotografías originales, tanto las que tomó nuestro protagonista como las de Paul Ricken, entre otros. Pero quieren recrear la película en su totalidad. Por eso se ven las muescas y la marca de las mismas.

Y sorprende descubrir que en muchos casos leemos Kodak, incluso TmaxTX. Esto es imposible, porque dudo que utilizaran película americana en aquellos tiempos. Y en segundo lugar la Tmax TX se presentó en 19861954 en formato carrete. Es una pena que no hayan cuidado este detalle...

Eso sí, es increíble cómo aguantaba la película todo tipo de condiciones para poder sacar copias en el futuro. A pesar de que se guardaban en lugares como huecos de puertas, debajo de las piedras y demás... Dudo mucho que una tarjeta de memoria aguantará semejantes condiciones.

Es verdad que no se puede juzgar a esta película por estos detalles. Y que el tema de fondo es mucho más importante y fundamental. Pero no deja de llamarnos la atención. Es una justificación más para ir al cine y sentarnos en una sala oscura para que nos cuenten historias tan fantásticas como la de Francisco Boix.

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