Muere Miguel Oriola, el maestro que enseñó la luz a muchos fotógrafos

Muere Miguel Oriola, el maestro que enseñó la luz a muchos fotógrafos

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Muere Miguel Oriola, el maestro que enseñó la luz a muchos fotógrafos

Hoy la mañana ha sido dura. Cuesta levantarse con la incertidumbre de estos tiempos. Para colmo, al apagar la alarma del móvil me he enterado de la muerte de Miguel Oriola, uno de los fotógrafos más importantes de España, uno de los mejores fotógrafos de moda que cambió todo por la estética de la fotografía japonesa y nunca se olvidó de enseñar a los que queríamos aprender.

Yo no era de su círculo. Conocí a gente que se desvivía por estar a su lado, por ser un invitado a sus reuniones y terminar ser retratado por él con esa intensidad que trasmitía. Le gustaba andar por el lado oscuro, ir siempre en el filo de la navaja. Y sobre todo huía de la opinión de la gente que no le importaba. Tenía muy claro su camino.

Y ante todo y sobre todo era un buen profesor. Yo, como muchos que lloran su pérdida en las redes sociales, recibí algunas de las mejores clases de iluminación que recuerdo en un máster de Efti. Pero no le conocí ahí... llevo toda la mañana intentando recordar dónde me dio uno de los mejores consejos que me han dado en el mundo fotográfico.

No lo he encontrado en los libros, ni en algunas de las conferencias sesudas a las que he asistido muchas veces. Ni siquiera me lo han dado los amigos más cercanos, ni la familia. Y creo que si lo hubiera interiorizado bien mi vida sería totalmente distinta: 'que la opinión de los demás te sude la p...'.

Oriola La primera clase que tuve con él en un lugar que no recuerdo

Miguel Oriola, el fotógrafo de la luz

Él era así. Y puede que los personajes libres incomoden a mucha gente. Hablaba como se sentía, le daba igual todo. Pero los que eran sus amigos confirman que fueron felices a su lado. En las redes sociales también lloran su ausencia. Y así le recuerdan en su escuela:

Lloramos de pena, pero también de rabia. Lloramos de estómago, de entrañas, desde donde tú pedías, nos pedías como fotógrafos que nos enfrentásemos a las imágenes. Lloramos porque te vamos a echar mucho de menos; nosotros y toda la fotografía contemporánea.

Era brusco e impulsivo en las clases. No se callaba ante nada y podía llegar a incomodar si no te dabas cuenta de que era un socarrón. Alguien que se tomaba el día a día con ironía. Y era divertido, muy divertido. Vivía de una forma tan excesiva que todo le daba igual.

Podía haber sido uno de los grandes fotógrafos de la historia. El Guy Bourdin patrio. Publico para todo tipo de medios como 'Vogue', 'El País' y llegó a ser fotógrafo de 'Playboy'. También hizo numerosas campañas publicitarias que nos han acompañado desde pequeños, portadas de discos... Formó parte de la imagen de los 80.

Pero creo que no iba con él seguir a los demás. Era Miguel Oriola y no necesitaba andar por un camino ya pisado. Le gustaba la vida como la cantaba Sabina en los años 80. Igual no tenía nada que ver con el genio de Úbeda, pero siempre me lo he imaginado como un personaje de sus canciones. Rodeado de mujeres y amigos, en torno a una mesa llena de comida y alcohol y disfrutando de la vida.

Era Miguel Oriola y no necesitaba andar por un camino ya pisado.

Siempre recordaré cómo contaba con orgullo la vez que cobró un cheque enorme de una campaña publicitaria en los años buenos y que según salió de la oficina vio una tienda de Harley Davidson y se compró una moto... A veces dan ganas de disfrutar tanto de la vida como lo hacia él.

Daba clases de fotografía de moda y lo llenaba todo de luz, sobre todo si ese día se había levantado con buen pie. Escucharle hablar sobre la iluminación en la fotografía era una de las mejores lecciones que podías recibir, sobre todo por un motivo: la sencillez a la hora de trabajar. Como dejó dicho recientemente:

Soy un documentalista de la realidad de mi entorno. Trabajo en el mismo cauce donde suceden las cosas, donde el relato nunca es lineal, la única historia narrada es la propia, como espectador lleno de incertidumbres.

Aprendimos que si podemos hacer las cosas con un solo flash era más que suficiente. Que no había que complicarse en absoluto. Y que si el tiempo no acompañaba y tenías que sacar una colección iluminada por el sol te podías meter en el estudio y poner un flash desnudo en la pared contraria, en lo más alto. Ahí tenías el sol a tu disposición.

Se ha ido un fotógrafo único, un outsider como alguna vez le oí decir. Enseñaba a sentir las cosas con el estómago, como si estuviéramos enamorados de lo que vemos. Predicaba una forma de ser que él seguía a rajatabla. Espero que haya buena luz donde estés.

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