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‘10.000 incendios y algunas esperanzas’, de Manuel Zamora, la belleza cautivadora de los restos de un incendio

‘10.000 incendios y algunas esperanzas’, de Manuel Zamora, la belleza cautivadora de los restos de un incendio
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Si hace menos de un mes os mostramos el proyecto ‘La Donación. Fuente de vida y esperanza’, que se hizo posible gracias a la doble faceta de enfermero y fotógrafo de su autor, esta vez queremos enseñaros las fotos de otro trabajo que también combina dos profesiones distintas. En este caso el responsable es Manuel Zamora, quien nos hizo llegar las imágenes de ‘10.000 incendios y algunas esperanzas’ tomadas gracias a su doble condición de bombero y fotógrafo.

Así, tal y como él mismo nos ha contado, el proyecto surge de unir sus “dos pasiones” para captar “escenas donde el fuego lo ha arrasado todo, a modo de naturalezas muertas, y donde a pesar de todo se puede encontrar una belleza cautivadora. También se tiene en cuenta a los protagonistas de luchar contra estos incendios: Los bomberos”.

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Por cierto que a este fotógrafo documentalista ya tuvimos oportunidad de conocerle allá por 2013, cuando le entrevistamos tras ganar el premio PHotoEspaña Ojo de Pez a los valores humanos con su proyecto ‘Vidas recicladas’.

Ahora, con ‘10.000 incendios y algunas esperanzas’, regresa con un proyecto que puede disfrutarse en una exposición montada en el Archivo General de la Región de Murcia, y que estará abierta hasta el próximo 22 de febrero. Y precisamente para esa exposición, Paco Salinas, comisario de la muestra, ha escrito un texto que describe a la perfección el proyecto por lo cual nos ha parecido interesante incluirlo:

Nunca retroceden, jamás se quejan. Y a veces mueren. He estado con ellos en bastantes ocasiones -por razón de mi profesión-, en las que los he visto salvar vidas y ayudar a los ciudadanos, siempre en circunstancias extremas. Los he visto regresar a los parques exhaustos después de haber apagado incendios, buscado desaparecidos, salvado a personas en el límite de la existencia, o de haber recuperado vidas -en el mejor de los casos-, entre hierros retorcidos. Siempre pensé que eso debía ser difícil de compatibilizar con una vida normal fuera de turno, pero ninguno me habló nunca de sus fantasmas, aunque deben tenerlos. Debe ser complejo hacer esos servicios a la sociedad -convivir con el dolor y el horror-, y después irse a casa a amar a la pareja y arrullar a los hijos. Y si todo esto fuese poco, cada vez que hay alguna desgracia extraordinaria en cualquier otro lugar, siempre se presentan voluntarios para salvarnos. Admiro su fortaleza, sus habilidades y, sobre todo, su temple psicológico. Conocí hace años al cabo Zamora por su interés en la fotografía. Herramienta que aprendió a dominar y con la que realiza trabajos que gozan de amplio reconocimiento. Trata diversos temas, está siempre inquieto, pero aquello que le apasiona es lo que mejor fotografía. Porque la mejor fotografía es la que contiene vida y pasión. A él debemos esta singular exposición, que sólo es posible por su doble condición de bombero y fotógrafo. Ha sido capaz de ver belleza en el caos -esa extraña belleza que encierran los rastros de vidas y sueños destruidos-, y construir estas naturalezas muertas que el fuego descontrolado propició. Esta muestra contiene también un homenaje a su profesión y a sus compañeros, con los que comparte vicisitudes y peligros. Él mismo dice: “Los bomberos estamos para salvarlo todo... con agua... o con fotografías”. Esto, a mí, me da esperanzas.

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Manuel Zamora | Página web

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