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Conocer la historia para mejorar nuestra fotografía de calle

Conocer la historia para mejorar nuestra fotografía de calle

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Conocer la historia para mejorar nuestra fotografía de calle

La fotografía de calle, callejera, street photography... como queramos denominarla es tan antigua como la primera imagen que se hizo... Hay autores que aseguran que la fotografía está ligada a la vida callejera. Así que vamos a hacer una pequeña introducción a esta especialidad para descubrir todo lo que podemos hacer con una cámara al hombro mientras paseamos.

La fotografía de calle existe desde el principio de los tiempos fotográficos. El disparo de varias horas que hizo Niepce desde la ventana de su finca es fotografía callejera porque representa la presencia humana, la vida. Ese disparo data de 1826.

Fotografía de calle
@ferfoto.es

Una de las primeras dudas que surgen cuando hablamos de la fotografía de calle es cómo definirla… Si leemos esa joya llamada 'Bystander: A History of Street Photography' de Colin Westerbeck y Joel Meyerowitz (qué pena que no esté todavía traducida) descubriremos lo difícil que es. El concepto cambia a lo largo del tiempo y pocos autores se ponen de acuerdo. Ellos mismos recuerdan que los fotógrafos callejeros eran los que te hacían una foto por unas monedas en la calle. Ahora los llamamos minuteros, por ejemplo.

Bystander: A History of Street Photography

La definición más aceptada hoy en día dice que son las imágenes que hacemos en la calle. Pero seguro que se puede profundizar y especificar más. Así que vamos a ir de la mano de Colin Westerbeck y Joel Meyerowitz para descubrirlo.

¿Qué es la fotografía de calle?

La fotografía de calle nace de la falta de previsión, al contrario que la documental, con la que se puede confundir algunas veces. El fotógrafo no sabe lo que se va a encontrar cuando pisa su escenario. Solo sale a buscar y a esperar que algo suceda.

Sin embargo, está claro que dentro de la fotografía de calle el autor puede recrear la escena porque ha perdido el momento o simplemente porque quiere hacer una recreación. Depende de muchas cosas.

Un motivo puede ser la tecnología. Solo hay que recordar que para el primer libro de fotografía de calle ‘La vida en las calles de Londres’ de John Thomson, el autor tuvo que hacer posar a todos los que salían porque los colodiones tenían muy poca sensibilidad.

Como nota curiosa hay que señalar que la primera fotografía en la que sale una persona que no esté posando era un caballero que estaba limpiándose los zapatos en una escena del Boulevard du Temple de París, visible desde la ventana de su estudio. Es una fotografía de Daguerre de 1838, antes de presentar al mundo el daguerrotipo.

la fotografía de calle es aquella que está hecha en un entorno social y que muestra tanto la vida como el efecto de la presencia humana

Así que podemos decir que la fotografía de calle es aquella que está hecha en un entorno social y que muestra tanto la vida como el efecto de la presencia humana. Y se puede dividir en dos vertientes tal como proponen algunos autores:

  1. Consentida, el fotógrafo delata su presencia en el momento del disparo, incluso antes.
  2. Escondida, el modelo no se percata en ningún momento o desconoce la intención del fotógrafo.

Lo que sí es verdad es que muchos admiramos más la fotografía que nace de la improvisación. Creo que era Joel Meyerowitz quien decía que el fotógrafo tiene un estilo propio pero no sabe las notas que se va a encontrar. Es buen jazz. Sabes cómo empiezan los primeros compases pero es imposible adivinar cómo acaba.

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A partir de estas puntualizaciones podríamos clasificar a los fotógrafos callejeros a lo largo de la historia. Pero hay que señalar que también depende mucho de la evolución de la tecnología.

Los tipos de cámara y los fotógrafos de calle

La tecnología ha marcado a la fotografía de calle. De hecho el boom que estamos viviendo estos años es por la evolución técnica. Nada tienen que ver los primeros años con cámaras grandes y pesadas con los modernos teléfonos móviles de la actualidad.

Los grandes maestros son capaces de adaptar la cámara a su estilo, mientras que los demás tratamos de hacer exactamente lo contrario. O simplemente elegimos una por la imposición del mercado o por algo tan peregrino como los fetiches (todos queremos trabajar con una Leica o una Hassel).

Eugene Atget y la cámara de placas

El fotógrafo fundacional de la fotografía de calle fue Eugene Atget. No destacan las personas en su obra pero fue el primero que vio el efecto de la presencia humana en el paisaje. Sus fotografías de las calles del París que desaparecía han marcado a muchos fotógrafos.

Nunca pensó en que iba a llegar a ser fotógrafo. Incluso dudo que pensara remotamente que hoy sería famoso. No veía la fotografía como un oficio pero tenía una forma de mirar, de componer y colocar la cámara que llamó la atención a los artistas surrealistas de los años 20. Era capaz de dotar de vida hasta el elemento más insignificante. Ya no hacía falta ser hermoso, nuevo o grandioso para llamar la atención.

Trabajaba con una cámara de madera de la que nunca se desprendió. Fue una de las cosas que llamó la atención a Berenice Abbot, la fotógrafa que le descubrió y que compró todo su archivo para llevarlo a los EEUU. Ella misma siguió su estilo y técnica para retratar la ciudad de Nueva York.

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Esa forma de mirar se puede reconocer incluso en el trabajo de Walker Evans, aunque él llegó a negar su influencia en sus últimos años de vida. Los dos hicieron el mismo trabajo en EEUU que Atget en París.

Lo más curioso es que estos autores cambiaban de cámara según el proyecto. Y seguían siendo ellos. Uno de los trabajos más interesantes de Walker Evans, es ‘Subway passengers’ (1938) donde escondió su cámara de 35 mm y se dedicó a fotografiar a los pasajeros sin que ellos se dieran cuenta. De hecho iba acompañado de su amiga Helen Levitt para disparar sin ser visto.

El boom de la cámara Leica

La Leica supuso una auténtica revolución en todos los ámbitos de la fotografía. Fue crucial para la fotografía de calle. Permitía trabajar sin ser visto si querías. Y sobre todo permitía moverse libremente durante largos periodos de tiempo sin tener que cargar película nueva.

La cámara Leica original se presentó en 1925, pero la revolución vino de la mano de la Leica II de 1932; fue la primera con telémetro para enfocar con precisión. Esta cámara entró por derecho propio en el imaginario colectivo como la máquina por excelencia.

Todos los grandes fotógrafos de los años 30 en adelante llevaron una y documentaron su momento presente quizás con la idea de convertirlo en un documento histórico. Esto es una de las ideas principales:** la fotografía de calle se convierte con el paso de los años en un documento histórico**. La anécdota se hace historia.

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Y aquí es donde entra de lleno una de los fotógrafos de calle más famosos, quizás el más reconocido: Henri Cartier Bresson (1908-2004).

El genio de Cartier Bresson

Es uno de los fotógrafos más estudiados, más copiados y quizás más sobrevalorado por unos y menospreciado por otros. Él, gracias a su libro 'Images à la Sauvette' (1952), cambió para siempre las reglas del juego. Y su forma de mirar marcó a más aficionados que ningún otro profesional de la cámara.

¿Qué hizo? Demostrar que la buena fotografía solo sale cuando el fotógrafo está preparado, cuando es capaz de mirar sin cesar y cuando descubre que algo inevitablemente va a pasar. Solo tienes que ver el momento y no es fácil. Es un trabajo complicado en el que la culminación es apretar el disparador.

Escribió las normas de la fotografía de calle con su famoso libro, publicado antes que ‘Los americanos’ (1958) de Robert Frank o ‘New York’ (1956) de William Klein de los que hablaremos más adelante.

Para empezar demostró que el fotógrafo de calle se hace en las hojas de contacto, cuando puedes estudiar la secuencia que nos lleva hasta la foto elegida. Ahí es donde se ven las cualidades del autor.

Fotografía de calle
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No habla de un instante decisivo, sino de todo un trabajo hasta llegar al momento final. Insiste en que la clave es trabajar sin descanso, sin despistarse, con una tensión basada en la observación hasta lograr lo que se busca.

Una buena fotografía de calle es aquella en la que se observa tensión a través de la yuxtaposición de dos elementos

Decía que una buena fotografía de calle es aquella en la que se observa tensión a través de la yuxtaposición de dos elementos, dando lugar a interpretaciones distintas entre los espectadores por la ambigüedad.

Cartier Bresson huía de lo cotidiano, de lo mascado. Otra de sus señas de identidad era componer sus fotografías con la Geometría que aprendió al lado del pintor André Lothe. Todo se puede resumir en las líneas imaginarias de la composición.

Y sobre todo, a la hora de hacer una fotografía no hay que pensar, solo antes y después. La clave es saber moverse sin ser visto.

La Leica siguió siendo la cámara más importante para los fotógrafos de calle. Supuso en su momento lo que hoy en es el teléfono móvil, la última gran revolución de la fotografía de calle.

Lo más curioso es que la forma de enfrentarse a la calle cambió en muy pocos años después de la presentación del famoso libro de Cartier Bresson que hemos mencionado.

Otra forma de hacer fotografía de calle

Apenas cuatro años después de la obra magna de Cartier Bresson, dos fotógrafos demostraron, en los EEUU, que era posible hacer la fotografía de calle de otra forma. William Klein en 1956 y Robert Frank en 1958 abrieron una segunda vía a la hora de hacer fotos.

Donde todo estaba medido y calculado, donde el fotógrafo era poco menos que un fantasma, un personaje omnisciente, que aprovecha el oportunismo laboral como dice Oscar Colorado, se cambia por un observador más de la imagen, por alguien que es capaz de robar el protagonismo de lo que se está fotografiando.

Tema, tiempo y composición contra Naturalidad, anarquía y realismo. *Cartierbressonianos* contra *roberfrankianos*.

Tema, tiempo y composición contra Naturalidad, anarquía y realismo. Cartierbressonianos contra roberfrankianos.

De fantasma a protagonista, de pictórico a plenamente fotográfico. La obra de Klein y Frank abre una nueva vía en la fotografía de calle. La diferencia es el protagonismo del que lleva la cámara en el caso de William Klein y el arte de mirar como una persona de Robert Frank.

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El primero trabaja con grandes angulares, alertando a los viandantes, sintiéndose protagonista de todo lo que pasa delante de la cámara. Robert Frank dispara como andamos. No hay necesidad de componer las imágenes hasta las últimas consecuencias, solo hay que plantear preguntas y dejar las respuestas en el aire con la única ayuda de la cámara.

En apenas una década prodigiosa se crearon los dos caminos principales de la fotografía de calle. Por un lado el camino de la perfección y por otro la senda humana llena de curvas, contrastes y aparentes indecisiones.

Todos comparten la misma cámara, el mismo formato de 35 mm. Pero se enfrentan a la realidad de una manera distinta. Cada uno con su forma de ser, algo que se suele olvidar a la hora de trabajar en la fotografía de calle.

Cuando el color entró en la fotografía de calle

La penúltima gran revolución de la fotografía de calle fue la entrada del color. Se puede hablar de los orígenes, de su entrada en el mundo del arte y del rechazo inicial por parte de los clásicos y las galerías de arte.

Una de las figuras de la fotografía de calle más importantes es Joel Meyerowitz que en los años 70 apostó por la película en color. Estaba acostumbrado a la rápida película en blanco y negro de aquellos tiempos. Y se pasó al 25 ISO de la época.

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Esto le invitó a ir más despacio a la hora de trabajar y ser capaz de describir más cosas:

Realmente me refiero a la sensación que tengo de las cosas —su superficie y color—, mi recuerdo de ellas en otras condiciones, así como sus cualidades connotativas. El color se manifiesta a lo largo de una franja más rica de sentimientos: más longitudes de onda, más resplandor, más sensación . Quería ver más y experimentar más sentimientos a partir de una fotografía, y quería imágenes más grandes que describieran las cosas de forma más completa y coherente. La película en color de baja velocidad proporcionó eso.

A pesar de todo siempre advierte que no hay que ser reflexivo a la hora de disparar. Te tienes que dar cuenta de que el mundo está más allá del encuadre que has elegido. Es un punto importante para darte cuenta de cómo tienes que mirar. Hay que relacionar siempre todo y valorar que lo que enseñas es lo que tú relacionas. Seguro que dos personas que pasan no tienen nada que ver, pero tú les das un contexto común.

Gracias a su apuesta (seguro que mucho tuvo que ver William Eggleston) y a la de otros que le siguieron hoy día tenemos esta tercera vía que cultivamos hoy.

Nuestro trabajo es aprender a mirar y darse cuenta de que dentro de la fotografía de calle hay muchas formas de enfrentarse. No tenemos que seguir reglas sino tener fuentes para inspirarse. Y que la única forma es salir a la calle con una cámara colgada y buscar lo que te llama la atención.

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