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La importancia de un acercamiento emocional a la fotografía

La importancia de un acercamiento emocional a la fotografía

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La importancia de un acercamiento emocional a la fotografía

El desarrollo de un fotógrafo está lleno de retos, de errores y mucho por aprender. Es un camino que no tiene fin y que al ir creciendo nos pone cargas que nos hacen dudar sobre si elegimos bien este estilo de vida. Pero, mientras sepamos guiar nuestros sentimientos y emociones en la fotografía, podremos crecer sin perder la fe en ella.

¿Disfruto o trabajo?

En un artículo escrito por Zac Henderson para Fstoppers, el fotógrafo argumenta el caso de “Si amas la fotografía no te vuelvas profesional”. En la pieza, analiza lo que ocurre y se nos impone a medida que nuestro negocio fotográfico crece.

En un principio entramos a la fotografía porque disfrutamos observar el mundo, experimentar y ver cómo capturar nuestra mirada en un recuadro. Mientras tenemos las posibilidad de enfocarnos en ello, hacemos trabajos que nos ayudan a conseguir nuevo equipo, pero nos enfocamos principalmente en hacer las imágenes que nos gustan, con nuestra visión y nuestras reglas.

Luego, cuando ya nos toca enfrentar la vida, tenemos que cambiar la mentalidad de hacer las cosas que nos gustan a hacer las cosas que necesitamos para sobrevivir. Tenemos que enfocar nuestra firma fotográfica, tenemos que conseguir clientes, tenemos que aprender a cobrar, facturar, impuestos, servicios, alquileres, gastos, más gastos y más gastos.

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En su artículo, Henderson lo pone en perspectiva que por cada día que hacemos fotografías, más de 10 se utilizan en otras cosas como conseguir clientes, facturar, hacer mercadeo, etc… Las responsabilidades de hacer nuestro trabajo fotográfico rentable muchas veces chocan con nuestra independencia y visión creativa. Los clientes muchas veces nos contratan porque creen que nuestra mirada es la que mejor va para su producto, pero a la vez nos piden cosas que se alejan de lo que creemos que estaría mejor; pero el que paga tiene la razón y la última palabra.

En el desarrollo de nuestra carrera hemos sentido frustración cuando las cosas salen mal, nos desmotivamos y nos enfrentamos a diferencias creativas. Aceptar eso es difícil para muchos; en especial cuando la ilusión de vivir creando imágenes desaparece. La presión que tenemos al buscar vivir de esto es alta.

Sin embargo, los sentimientos, buenos o malos, nos permiten avanzar, nos permiten darle identidad a nuestras imágenes y transmitir mensajes. Es ahí donde el enfoque emocional nos permite potenciar nuestro arte.

Disfrutando y proyectando

Nuestras imágenes están cargadas de cómo nos sentimos y de cómo observamos. Si no estamos de buen humor, se siente en la imagen a través de los errores, de decisiones de estilo mal tomadas y de imágenes que se sienten de afán. Si estamos de buen humor, usualmente dedicamos más tiempo y nuestra visión se agudiza, queremos seguir llevando ese humor para arriba. Estos elementos influyen mucho más en la vida profesional.

Pero el bien y el mal son complementarios. De la energía negativa puede salir un buen trabajo si lo canalizamos. De la energía positiva pueden salir cosas malas si no sabemos parar y analizar objetivamente lo que capturamos.

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Ahí es donde la práctica comienza. En esos momentos que nos sentimos mal, enojados o desmotivados, podemos buscar cómo darle valores a nuestra imagen que reflejen y guíen esos sentimientos. Pueden ser imágenes más oscuras, más fuertes, con colores que guíen esos sentimientos. Por el contrario los buenos sentimientos los podemos guiar a sensaciones más positivas sobre los elementos de la imagen, con más dinamismo en la composición.

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Ese entrenamiento para llevar las emociones a la captura no solo nos ayuda a resistir ante las frustraciones y los retos de vivir de nuestra profesión, pueden ser clave para que en un trabajo comercial podamos expresar de mejor manera lo que nuestro cliente busca. Es una guía bajo la cual podemos dar más de nosotros a nuestras imágenes, así estas estén condicionadas bajo los parámetros del cliente.

El sentir la imagen es lo que nos hace artistas. Transmitir los sentimientos para crear piezas más llamativas y cautivantes es una guía que nos permite ir adelante. Así que a enfrentarnos con valor a los retos y, antes de que nos agobien, guiémoslos a través de la imagen.

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