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Fotografía invernal: destapa la belleza oculta de la estación más fría del año

Fotografía invernal: destapa la belleza oculta de la estación más fría del año
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Libera los dedos del tejido y desenfunda las manos, con cuidado, del abrigo de sus guantes favoritos. Es temprano y sus pasos resuenan en la calle vacía mientras unos finos e incipientes copos empieza a caer sobre su cabeza, tímidamente. Y sin dudar ni un instante, levanta la cabeza para capturar, por fin, ese mágico instante.

Si bien la fotografía es un arte del que podemos disfrutar durante todo el año, lo cierto es que el invierno constituye una de las estaciones más atractivas para hacerlo. Paisajes nevados, vegetación escarchada, luces de navidad… el abanico de elementos que podemos aprovechar para mejorar nuestras imágenes es amplio y variado.

Consejos para sacarle todo el partido fotográfico al invierno

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Para conseguirlo con éxito, hoy recabamos algunos de los mejores consejos que te permitirá sacarle todo el partido fotográfico a la estación más fría. ¿Preparado para lograrlo?

Juega con las luces y el desenfoque

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Un primer plano de un objeto con un fondo de luces desenfocado es capaz de crear una magia inigualable, especialmente si estas son muchas y redondeadas. Sin embargo, podemos llevar este efecto más allá. De hecho, tienes la opción de crear formas geométricas en tu bokeh como estrellas, corazones y cualquiera que se te ocurra.

Para conseguir que esta parte desenfocada adopte la figura que deseas, dispones de varias alternativas: hacerte con un accesorio específico (ideal si la silueta es muy complicada) o construirlo tú mismo con una cartulina negra en la que recortarás tu filtro. Acóplalo con celo o cinta aislante y… ¡listo! Eso sí, será necesario un objetivo de gran abertura.

Aprovecha la navidad

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Sírvete de las luces y la decoración navideña para crear efectos increíbles. Que los LEDs sean tus pequeños focos, captura el árbol desde distintos puntos de vista, y apóyate en la iluminación de la ciudad. Por ejemplo, puedes optar por una velocidad de obturación lenta que capte las luces estáticas de un edificio emblemático del caso histórico, pero también el halo que dejan los faros de los coches que pasan por su lado.

Fotografía deportiva

A pesar de la incursión de las cámaras de acción, que permiten capturar el punto de vista del deportista durante la práctica de su modalidad (en este caso del esquí o el snowboard), la calidad del resultado dejará mucho que desear si lo comparamos con una réflex.

Sigue a tus compañeros con el objetivo y opta por una obturación rápida para congelar la imagen y haz todo lo contrario si deseas que su figura parezca la de un fantasma. En este último caso te convendría usar un trípode.

Vira al blanco y negro

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Para mitigar el ruido de fondo, siempre podrás virar al blanco y negro, jugar con el contraste (no te excedas) y las sombras, etcétera. Una técnica ideal para conseguir un efecto atemporal y melancólico en días nublados, pues la escala de grises remarcará la siluetas de las nubes.

Úsalo en los retratos para remarcar las facciones y lograr imágenes más expresivas. Otra de sus virtudes es que te dejará concentrarte en la composición, más allá de otros detalles.

Establece un punto de interés

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Es decir, un objeto, un protagonista de la imagen a través del cual se estructure la composición, se cree la simetría, y al que se dirijan todas las miradas. Puedes lograrlo mediante su colocación en el centro de la imagen, su enfoque frente a otros elementos, su tamaño, descontextualización (por ejemplo, un surfista en un iceberg), el contraste de los colores y similares.

El marrón de la madera de una cabaña en la nieve, una bajada del rojo más intenso caída en un grisáceo suelo, el verde de un brote recién nacido sobre el amarillento manto de las hojas caídas… son algunas ideas.

Decántate por la hora azul

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Las condiciones lumínicas son determinantes a la hora de lograr buenas fotografías. Aprovecha las primeras horas de la mañana y las últimas de la tarde, o sea, los momentos previos a la salida del sol y a su puesta. ¿La razón? Que durante esos intervalos la luz natural resulta muy difusa, lo que se traduce en una “alta calidad de iluminación de la escena”.

Además, y si te animas a madrugar, tendrás muchas más posibilidades de evitar a los molestos “intrusos” que pueden colarse de manera accidental en tus tomas. Asimismo, te ahorrarás la contaminación lumínica propia de los grandes entornos urbanos. Incluso si las farolas se acaban de encender, puedes jugar con el efecto del cielo todavía azulado y las ventanas de un edificio.

Captura lo cotidiano

Lo tácito del invierno también puede resultar de gran interés: la condensación de las ventanas, una fina gota deslizándose por el cristal, el vaho de la respiración de un niño, el calor de una taza de té entre unas manos enrojecidas por el frío, el equipamiento de esquí dejado en un rincón… no son pocos los elementos por los que tienes la posibilidad de decantarte.

Fotografía de paisaje

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La fotografía invernal de paisaje requiere su apartado propio más extenso, pues la nieve y el hielo no solo ofrecen texturas inigualables a otras presentes durante el resto del año, sino que lograr buenos resultados no siempre es fácil. De hecho, e igual que sucede con las playas de arena tremendamente blanca, disparar en modo automático es una pésima idea.

De esta manera, para evitar las fotos subexpuestas o quemadas (fruto del resplandor y el reflejo del sol en la nívea pátina) que confunden a la cámara, deberás optar por la configuración manual. Nosotros nos decantamos por una exposición de 1/1000s, f/8 a 200 ISO, aunque la idea general es sobreexponer la fotografía uno o dos saltos para compensar.

Si quieres conseguir la mejor de las panorámicas, no dudes en desplegar el trípode, que te brindará la oportunidad de realizar un giro perfecto tanto sobre el eje vertical como el horizontal. Para los retratos deberás usar el flash.

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Un correcto balance de blancos (puedes llevarlo a cabo mediante el uso de un folio a cierta distancia) será básico para decirle a nuestra cámara cuál es la auténtica temperatura del color. Los filtros específicos también te ayudarán. Un pequeño truco para realizarlo si estás solo: coloca la cámara sobre el trípode y elige el modo automático. Sitúate frente a ella con el papel entre las manos, y listo.

Por fortuna, no todos son complicaciones, sino que el hielo, por ejemplo, abre ante nosotros un mundo de posibilidades. Acércate y capta cada detalle. Una hoja cubierta de una escarcha que antes fue rocío, el brillo de la gélida superficie de un lago, el arañazo de un patín sobre la pista son algunos de los elementos de los que puedes valerte.

Para tomas más grandes no olvides respetar la regla de los tres tercios (dos para el suelo y uno para el cielo) y mantener paralela la línea del horizonte. Unas normas que deberías saltarte si la ocasión lo merece: un amanecer encendido, un plano subjetivo… etcétera.

El trípode

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No te olvides del trípode y hazte con uno ligero pero estable y robusto. La colección Veo de Vanguard dedicada a fotógrafos que les gusta viajar ofrece no solo estas ventajas sino que incluye una función de rotación rápida para que guardarla en un tamaño compacto no sea un inconveniente. Además, sus cierres de tensión permiten cargarlo sin miedo y disponen de una superficie de goma que se agarra cono ninguna a las superficies; algo fundamental en al nieve, el hielo y otros.

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Prepara la escena con antelación: limpia la superficie y vigila que no esté mojada, resbale, etcétera; el punto de apoyo es fundamental. Para montarlo, ábrelo y ubícalo de modo que, una de las patas apunte hacia el objeto principal de la futura composición. Despliega las restantes –empezando por la parte superior- y evita extender demasiado la columna central para ganar altura, perderás estabilidad. Otro truco consiste en añadir algo de peso a la base para afianzarlo.

La cámara y el frío

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Al margen de lo dicho no puedes perder de vista que en esta clase de contexto necesitarás hacerte con una serie de accesorios básicos que os protejan a ti y a la cámara de las temperaturas extremas y las inclemencias climáticas del tiempo.

Respecto a tu equipamiento, hazte con prendas transpirables, propias de los deportistas que practican una modalidad al aire libre; y decántate por las capas. Abrígate pero tampoco te excedas, podría resultar contraproducente. Un calzado cómodo, capaz de resistir a la humedad y prevenir los resbalones y accidentes que suelen conllevar el hielo y la nieve, será también básico. No descuides los guantes.

En cuanto a la cámara, recuerda que las bajas temperaturas reducirán su duración de manera significativa. Llévate unas de repuesto y activa los modos de ahorro (desactiva la pantalla y usa el visor automático, evita el zoom y otras funciones automáticas, etcétera). Sírvete también de una funda impermeable y una mochila específicas que reduzcan la condensación y te ahorre problemas añadidos cuando viajes a zonas nevadas. No olvides salvaguardarla de los cambios bruscos.

El cuidado de los accesorios relacionados con ella, como el trípode y los objetivos también deberían estar a buen recaudo. Procura secar adecuadamente este primero para evitar desgastes, suciedad y otros problemas añadidos. No cuesta nada.

Imágenes | Pixabay

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