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Una fotoperiodista embarazada puede cubrirlo todo; Lynsey Addario lo demuestra

Una fotoperiodista embarazada puede cubrirlo todo; Lynsey Addario lo demuestra
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Los mejores fotoperiodistas están hechos de otra pasta. Se necesita mucho valor y un compromiso enorme con la profesión y el ser humano para adentrarse en una zona en conflicto con la intención de dar a conocer al resto del planeta lo que allí está sucediendo. No hace falta haber pasado este trance para darse cuenta de que estas personas ponen constantemente su vida en peligro por amor a su profesión.

Aun así, el caso de Lynsey Addario es especialmente sobrecogedor. Esta fotoperiodista colabora habitualmente con el The New York Times, un diario para el que ha cubierto los conflictos que durante los últimos años han sumido en la más profunda oscuridad a Libia, Iraq, Afganistán, Gaza y Paquistán. Como ella misma nos cuenta en el artículo que publicó hace dos días en el TNYT, le han herido, encerrado, agredido, tiroteado y abusado de ella en varias ocasiones. En una de ellas, incluso, llegó a aceptar que estaba a punto de ser ejecutada.

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Addario confiesa que en esos terribles momentos, cuando nada parece tener sentido, tanto ella como los otros periodistas que estaban pasando ese trance se prometían en voz alta no volver a cubrir una guerra nunca más. No querían volver a poner su vida en peligro y privar a sus familias de su existencia. Sin embargo, la mayor parte de los que conseguían superar el peligro no tardaba mucho en regresar a una zona en conflicto. La necesidad de dar visibilidad a lo que está sucediendo en las zonas más violentas y deprimidas del planeta corría por sus venas.

Pero hay algo más. Este tipo de fotoperiodistas adora vivir cada minuto con la máxima intensidad, viajar constantemente, llevar una vida más propia de los nómadas... Y, por encima de todo, proteger con sus cámaras y sus testimonios los derechos que soportan nuestra humanidad. A pesar de todo esto, después de superar una semana de cautiverio en Libia, Addario decidió que cuando volviese a ver a su marido le concedería aquello que él más deseaba. Le daría un hijo.

El embarazo no impidió a Lynsey seguir haciendo su trabajo. A pesar de la opinión de su ginecólogo. Para ella, el fotoperiodismo no es una opción. Pero esta es solo una pequeña parte de su historia. Si queréis conocerla con mucho más detalle y os defendéis con el inglés, no dejéis escapar el artículo que ha publicado en The New York Times. Merece mucho la pena.

Imagen | Franja de Gaza, por Achim Voss
Vía | The New York Times
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