
Cada día que pasa hay más concursos de fotografía. Sin embargo, cada día que pasa somos más los aficionados a la fotografía que, al leer las bases, preferimos no participar. ¿A qué se debe? A que probablemente, cada vez se piensa menos en los fotógrafos a la hora de organizar concursos de fotografía. Paradójico, ¿no?. No sólo hablamos de los últimos casos, sino que algunas prácticas, muy cuestionables, están completamente extendidas.
Bueno, pues a estas alturas ya no nos conformamos con un "si no te gusta no participes", y queremos opinar en voz alta. Señores organizadores de concursos, les toca plantearse ciertas cosas:
1. Los sistemas de votación popular son frustrantes para la mayoría de los fotógrafos.
Muchos concursos recurren a la votación popular, como estrategia de marketing para la entidad organizadora. Cuando son los propios fotógrafos quienes eligen a los ganadores, la única manera de conseguir votos es hacer publicidad de tus fotografías e, indirectamente, del propio concurso. Este marketing, casi viral, beneficia a los organizadores, pero no es en absoluto respetuoso hacia el trabajo de los fotógrafos, que ven como las probabilidades de ganar no dependen de la calidad de las fotos, sino del tiempo empleado en publicitar tu foto y votar negativamente a las demás. Usar este sistema de selección es la mejor forma de conseguir que los autores de buenas fotografías que quedan ignoradas se sientan frustrados y pierdan las ganas de participar la próxima vez.
2. Quedarse con los derechos de todas las fotografías es poco menos que un robo.
Uno ya se puede encontrar de todo. Desde concursos en los que la entidad organizadora sólo se reserva el derecho a usar las fotos ganadoras o seleccionadas, hasta concursos en los que toda foto presentada, gane o no gane, podrá ser explotada comercialmente por los organizadores, e incluso cedida a terceros. Eso son miles de fotografías, obtenidas casi gratuitamente. Para colmo, en algunos concursos se llega a hablar de exclusividad en la cesión de esos derechos, lo que implica que al propio autor se le limita el uso que puede hacer de su propia fotografía.
Los fotógrafos participantes tienen la responsabilidad de leerse y aceptar o rechazar las bases, claro que sí. Pero los organizadores tendrían que procurar que, cuando leamos las bases, lo hagamos sin estar preocupados de descubrir desagradables sorpresas en la letra pequeña.
3. Pedir fotos inéditas, cuando mucha gente usa flickr o photoblogs, va perdiendo sentido...
En muchas bases se sigue especificando que sólo se pueden presentar fotografías inéditas, que no se hayan publicado en ningún medio con anterioridad, incluyendo páginas de internet. Esto puede tener sentido al referirnos a revistas o medios comerciales, pero ¿qué ocurre con todos los que, cuando hacemos una foto que nos gusta, la ponemos en nuestra galería de flickr o nuestro fotoblog?. Con la fotografía digital las circunstancias han cambiado, y mostrar las fotos propias en una galería personal es sinónimo de mostrar las fotos impresas a un grupo de amigos. Ahora a más gente que antes, eso sí.
¿Y si tratamos de ser más flexibles en cuanto a la publicación en galerías personales de internet, o al menos describimos mejor la frontera entre lo permitido y lo no permitido?. No estaría mal.
4. El procesado digital está ahí para quedarse. Habrá que ir asumiéndolo.
¿Y si en vez de prohibir el procesado digital acotamos qué está permitido? En fotografía artística es necesario permitir la edición digital, en términos de brillo, contraste, recorte, balance de blancos, color, enfoque, o restauración de sombras y luces. Entre otras cosas porque todos los que disparamos en RAW tenemos que procesarla de algún modo. Si se quiere poner una frontera, su límite puede estar en la adición o sustracción de elementos de la fotografía, y en la combinación de varias fotografías (incluso de la misma escena). Para esto se puede crear una categoría especial.
5. ¿Es necesario hacer envíos por correo? ¿Fotografías a 50cm y soporte rígido?
Es cierto que un jurado puede valorar mejor una fotografía si está impresa a gran tamaño, pero esto supone un gasto innecesario para muchos, y hasta puede resultar absurdo en concursos orientados en su mayoría a fotógrafos aficionados. ¿No se puede permitir la opción de que quien lo desee pueda enviar sólo los archivos digitales y se impriman allí?.
El colmo está en los concursos en que las fotografías se deben enviar en formato digital, pero en un CD o DVD y por correo postal. ¿Tan complicado era poner un formulario que permita enviar archivos? ¿No resulta un poco anacrónico, a estas alturas, tener que enviar los archivos digitales en un sobre?
Convocar concursos de fotografía pensando, además de en la publicidad de la entidad organizadora, en los fotógrafos que van a participar, no puede ser tan difícil. En serio.