Si ya nos parece descabellado abrir un estudio fotográfico actualmente, mucho más si ese estudio está basado en el trabajo con técnicas de hace dos siglos. O quizá no sea tanto una locura si tenemos en cuenta el revival que está experimentando la fotografía analógica. Por ello, cuando nos enteramos que existía un local en Barcelona que ofrecía servicios fotográficos que miraban directamente a las técnicas más antiguas de la historia de la fotografía, nuestro interés por conocer más detalles nos llevó a querer hablar con Alberto, el alma máter de Señor Archer.
Y de ahí surgió esta entrevista donde nos cuenta cómo se metió en el proyecto, donde nos habla de su flujo de trabajo, su trato con los clientes, las técnicas que utiliza así como otros aspectos que nos llevan a empatizar con él por ese amor profundo a los químicos, al colodión húmedo y a sentir la fotografía en su concepto más primigenio, aquel que nos permite tocar y sentir los matices que nos regalan las placas fotográficas. Os dejo disfrutando de sus palabras.
XF: Para romper el hielo y conocerte un poquito más, ¿cuáles son tus primeros recuerdos con la fotografía analógica?
Señor Archer: Soy hijo de fotógrafo, así que la fotografía (y obviamente la analógica, por generación) ha estado presente en mi vida desde muy pronto. La luz de seguridad y los olores de los químicos de procesado probablemente sean de mis primeros recuerdos afianzados en la memoria. Aunque no me volví a acercar en serio a la fotografía hasta muchos años más tarde, el primer día que volví a pisar un laboratorio fue como si no hubiera pasado el tiempo. En cuanto a mis primeras experiencias como practicante ya nos iríamos a la adolescencia, donde por una parte empecé a tirar y revelar mis primeros rollos bajo la tutela de Jorge Alonso Molina a la vez que asistía a mi padre en algunos reportajes. Aunque hace años que no toco una Hassel, ahora mismo podría montarla y cargarla en 10 segundos con los ojos vendados, como los marines con el M16, jaja.
¿Te dedicabas comercialmente a la fotografía antes de abrir este estudio?
Sí, aunque pasé unos años alejado de la fotografía ni siquiera como hobby, acabé volviendo al redil ya en los años posteriores a que el digital hubiera pasado como el caballo de Atila y puesto patas arriba este mundo. Empecé fotografiando lo que tenía más cerca en ese momento, que era la escena musical en Asturias, y me fui introduciendo más en el mundo editorial. En 2011 nos vinimos a Barcelona y empecé a trabajar regularmente para algunas publicaciones, un ritmo muy intenso de trabajo que por una parte me permitió pulirme como profesional y por otra me planteó algunos momentos de duda existencial en la manera de enfrentarme a mi propia fotografía que me fueron acercando paulatinamente a este tipo de técnicas alternativas, o que son alternativas ahora cuando alguna vez fueron la norma.
Efectivamente fueron la norma, ¿qué te hizo entonces apostar por un estudio basado en las antiguas prácticas fotográficas?
Enajenación mental transitoria, creo que es el término técnico. La verdad es que a pesar de que lo digital/móvil lo domine todo y que la fotografía química esté arrinconada y sea percibida como refugio de puristas y nostálgicos, o un juguete en manos de modernas postadolescentes, o precisamente por todo esto, creo que es necesario que existan sitios físicos que acerquen este tipo de prácticas a quien se quiera acercar a ellas, gente cuyo número por cierto crece exponencialmente día a día, así como el de los que practicamos estas técnicas de manera comercial. Cuando empecé a juguetear mentalmente con la posibilidad de iniciar una aventura así, los estudios que se dedicaban comercialmente al colodión se podían contar con una mano y te sobraban dedos, estaba Michael Shindler en San Francisco como ejemplo de que se podía, no mucho más. Pero según iba avanzando en el proyecto y volvía a investigar un poco, la cifra iba creciendo, muy lentamente al principio pero sin tregua. Ahora mismo ese número sobrepasa generosamente el medio centenar, que es algo realmente lisérgico teniendo en cuenta los tiempos que corren.
Imaginamos que la reacción de tus allegados no se hizo esperar, cómo fue recibida tu propuesta, también a nivel de público. Y a nivel financiero (si se puede contar)
Pues con mucho apoyo y entusiasmo por parte de los más cercanos, y quizás algunas dudas, totalmente lógicas cuando uno se embarca en una chifladura de este calibre. Llevamos muy poco tiempo para poder hacer un análisis definitivo de la situación, pero el interés que está generando a nivel de público, medios… es de momento muy satisfactorio, y sigue una clara trayectoria ascendente. En unos meses, o un año, te podría dar una respuesta más fundada, aunque a día de hoy los resultados realmente son ilusionantes.
Qué tipo de clientes se acercan al estudio y qué tipo de trabajos hacéis, me refiero a si la gente pide también trabajos comerciales como retratos para comuniones, etc. Si los hacéis o si estáis sólo focalizados en algo más conceptual.
Pues siempre suelo contar que sí teníamos un cliente tipo en la cabeza, quizá nacido de nuestros propios prejuicios, cuando comenzamos esta andadura, esa imagen se vino abajo rápidamente y desde el principio, y recibimos clientes de todos los tipos, edades, y que proceden de muchos lugares, físicos, sociales y hasta filosóficos, muy diversos. En cuanto al tipo de trabajos que producimos, los podemos encuadrar (nunca mejor dicho) en el retrato dentro de una concepción amplia del término, desde la gente que está de paso y quiere un recuerdo significativo, parejas que se lo regalan a sí mismos, hasta pequeños editoriales de moda, retratos institucionales para algún organismo, artistas locales… el otro día nos pidieron presupuesto para hacer un retrato familiar transatlántico, con el cliente físicamente en el estudio y su madre desde Argentina a través de Skype en una tablet, una genialidad.
Cuál suele ser el flujo de trabajo, material de entrega de las fotografías, tiempo de entrega, si es inmediata, todo lo que nos puedas contar.
La parte técnica suele ser, por motivos obvios, siempre la misma: emulsión, sensibilización, carga, exposición, revelado, así que intento aprovechar los pocos minutos que el proceso me deja pasar con el cliente para intentar asomarme un poco a la persona con la que estoy tratando, y tratar de reflejar de alguna manera lo que veo en el retrato posterior. También me parece primordial involucrarles en el proceso, metiéndolos conmigo en el laboratorio y explicándoles exhaustivamente qué factores entran en juego para conseguir un retrato como los que han visto y que les han empujado a venir al estudio. Esa parte más pedagógica me resulta también muy gratificante, y a los visitantes les fascina el curso acelerado y ese poder atisbar cómo era la fotografía en su infancia, un tipo de fotografía con el que no tienen ningún contacto en absoluto en sus vidas diarias. Suelo citarlos para recoger las placas al cabo de un par de días, dándole tiempo al barniz que les aplicamos una vez secas para que fragüe correctamente, y además de la placa física se llevan también su correspondiente digitalización optimizada para diferentes plataformas. La técnica es del XIX, pero negar que vivimos en pleno XXI sería de una ceguera absoluta, y gran parte de nuestros próximos clientes son contactos en redes de los anteriores atraídos por los resultados estéticos, la experiencia o la curiosidad.
¿Tomaste algún referente tipo Nadar para este estudio? Ya de paso, ¿quiénes son tus referentes fotográficos?
El modelo de Nadar quizá no es fácilmente trasplantable a estos tiempos. Lo que sí hice cuando ya me estaba planteando muy en serio iniciar este proyecto fue hablar directamente con algunos (todos los que pude encontrar) de los que habían dado el paso antes que nosotros. Me interesaba conocer sus flujos de trabajo, cómo se enfrentaban a algunos de los muchos retos que plantea el trabajo diario con este tipo de proceso… para anticiparme a los problemas que me encontraría aquí y adaptar sus consejos a nuestra realidad, y realmente fue un proceso muy productivo.
En cuanto a los referentes, uno va cogiendo de donde surge, no necesariamente sólo de la fotografía, pero estrictamente dentro de las dos dimensiones siempre me han atraído intensamente los retratistas, tengo una incapacidad casi física para que una foto me mueva si no tiene una persona dentro. En ese sentido quizá no soy muy arriesgado en mis influencias pero me he educado escudriñando el corpus de trabajo de Karsh, Penn, Weston, Newman Beaton, Sander… y sigue siendo el tipo de fotografía que tengo en mente, sobre todo en mi trabajo de estudio, cuando soy yo el que enfoca, más allá de los condicionantes externos que hacen algo único de cada toma.
Qué equipo utilizáis y si os planteáis o si hacéis trabajos en exteriores con lo que ello supone a nivel de logística.
Ahora mismo estamos usando una mezcla variopinta de equipo moderno (al menos para los standards de este tipo de fotografía) y de época, con cámaras y objetivos que van desde el 1870 hasta hace unos años, cosas que han ido cayendo en nuestras manos y nos han atraído por su impronta estética y/o su fiabilidad. Tampoco nos llega ahora mismo la logística ni la cartera para formatos absurdos de placa o lentes de coleccionista, nos gusta la idea de explorar los límites de lo que uno tiene en cada momento.
En cuanto al tema de portabilizar el estudio y hacer trabajo de campo, es quizá la progresión a corto plazo que tiene más sentido ahora mismo, así que sí, está entre nuestros planes más inmediatos, sobre todo ahora que empieza el buen tiempo y Barcelona vuelve a vivir en la calle. Evidentemente supone un desafío añadido a un proceso que ya de por sí es exigente y caprichoso, pero si nos atrajeran las cosas por su comodidad no estaríamos dedicando tanto esfuerzo a esta discipina.
¿Expectativas o proyectos futuros?
Aún estamos en pañales como quien dice, así que nos queda prácticamente todo por hacer. Sacar el show a la calle es uno de los proyectos más inmediatos, como te acabo de comentar. Desarrollar más nuestra vertiente pedagógica a través de talleres, demos… el objetivo es que realmente el estudio se pueda convertir en un refugio dentro de Barcelona para una forma de entender la fotografía diametralmente opuesta a la que nos impone el relato tecnológico de nuestros días.
Ya como reflexión final, ¿qué te aporta la fotografía analógica frente a la digital?
Por una parte, la noción de que cada fotografía cuenta: el deshacerse del lujo/vicio de hacer 600 exposiciones por si acaso, la exigencia de concentración máxima en cada paso del proceso y el que si no estás en lo que tienes que estar, el propio proceso te lo hace pagar y no hay software que te lo venga a arreglar después. Lo bueno de todo esto es que todos estos conceptos son perfectamente aplicables cuando uno dispara en digital, y de hecho mi experiencia fotoquímica revierte muy positivamente en mi trabajo digital y viceversa. Además, la satisfacción de un trabajo bien hecho se eleva exponencialmente cuando tu mano no sólo ha compuesto el cuadro, iluminado y disparado, si no que ha cocinado los químicos, emulsionado el medio, revelado y fijado a ojo… el grado de implicación, de intimidad con tu trabajo, es mucho mayor. Y la recompensa para mí es irremplazable.
Cómo habéis podido observar, no sólo podemos llevarnos una fotografía, sino que además Señor Archer nos regala toda una experiencia en esa máquina del tiempo que es su establecimiento en el barrio del Raval de Barcelona. Desde Xataka Foto le agradecemos enormemente que nos haya concedido parte de su tiempo para atendernos y le deseamos muchísima suerte en esta andadura tan bonita y tan gratificante. No olvidéis visitar su web.
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