Esta es una llamada a la cordura. Es una llamada a la reflexión sobre toda la basura en forma de píxeles que producimos a diario pero no consumimos. La infografía de la foto compartida más abajo, que con humor pero con toda su carga real, han compartido desde Petapixel, me ha hecho pararme un segundo y recordar todas esas imágenes que guardamos "por si acaso" en nuestros discos duros.
En este caso la infografía se centra en un versus fotografía analógica con fotografía móvil, pero no hace falta pensar en los smartphones, no es esta una reflexión en torno a lo que el móvil con cámara nos ha cambiado la existencia, es más una forma de empezar a ser valientes y saber decir un "no" a tiempo, o lo que es lo mismo, tener la valentía de eliminar todas esas fotografías que tenemos guardadas y no nos dicen nada. ¿O es que acaso nos cuentan algo?
Hagamos un poco de memoria con un caso práctico. A no ser que seamos unos masoquistas que miramos a diario nuestras carpetas con miles de instantáneas, doy por seguro que si volvemos al álbum con las 3000 fotografías de nuestro último viaje, nos sorprenderíamos con imágenes que no sabíamos que hubiésemos tomado. Pero si pensamos en aquel álbum del verano del 98, casi de cabeza podemos recordar las copias que allí aparecen.
Cuestión de cantidad
Obviamente es una cuestión de cantidad y del cariño al cual nos acercábamos a esos reportajes revelados en papel fotográfico. Los álbumes venían además ya preparados para 24 o para 36 fotografías, por tanto en ellos incluíamos el carrete completo. Ahora, decidme si no es verdad que sólo recordáis las 20 ó 30 imágenes que compartís en las redes sociales de un determinado reportaje.
La capacidad en nuestras tarjetas y discos duros ha ido en aumento a la par que el número de fotografías que tomamos. Nos ocurre siempre lo mismo, al principio tenemos todos nuestros dispositivos de almacenamiento saneados, incluso nos cuesta creer que terminaremos llenándolos, pero lo hacemos, porque cada vez vamos a más, más y más.
Producimos mucha basura que no consumimos. No obstante me estoy centrando en dispositivos digitales como si fueran el origen de todos los males, pero me consta que fotógrafos que hacen fotografía de bodas en analógico, llegan a utilizar tantos negativos en un reportaje como si disparos en raw se tratara.
Y es que también si comparamos los trabajos que se hacían hace 30 años (no digo ya 50, ¿cuántas fotos guardan nuestros abuelos de su boda?) con los actuales, el número de imágenes que situamos en un álbum se han triplicado. Aquí pensad si se están utilizando tantos carretes para equipararse a un reportaje realizado con digital (¿el origen de todos los males?) o si es más bien una cuestión ligada al tipo de fotoperiodismo de bodas norteamericano.
En resumen
Estamos en un momento culturalmente donde el consumo de imágenes es brutal, y por tanto repercute en que la producción también se hace brutal, aunque después enseñemos o revisitemos una mínima parte de nuestro trabajo. El "por si acaso", el no saber ponernos firmes a la hora de eliminar fotografías, la oportunidad de acceder cada vez a dispositivos de almacenamiento con mayor capacidad, son todas esas cosas que están contribuyendo a alimentar nuestros vertederos de imágenes inservibles.
Lo malo de todo ésto es que después me da por curiosear entre reportajes antiguos ya en la era digital y empiezo a redescubrir imágenes cuya existencia no recordaba, y que si antes descarté aunque sin llegar a eliminar, ahora me sugieren y atraen mucho más que cuando tomé la decisión de guardarlas por si acaso. Y entonces me hago la pregunta, ¿a dónde van a parar todas esas fotografías que no revelamos? Pues al universo de las segundas oportunidades. En fin.
Fotografía de portada Rafa Dorado de nuestro grupo de Flickr
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