Un debate muy frecuente en fotografía es el que se refiere a la importancia de ésta dentro del arte. Mientras muchos fotógrafos defienden la dignidad de esta disciplina, otros argumentan que no requiere ni la creatividad ni la maestría técnica de otras artes plásticas como la pintura o la escultura. Y por ello a menudo la fotografía se suele catalogar como “arte menor”. Pero ¿de dónde viene esa expresión?
Toda forma de arte alberga en su interior un contenido y una forma. El contenido nos hace referencia al propósito, la idea, el razonamiento. La forma, es el contenedor que alberga los atributos del contenido. En realidad, ambos conceptos hacen referencia a la relación entre el artista y su obra. Cada obra de arte, requiere de una labor mental (idea y contenido) y una labor artesanal (forma).
En base a estos dos pilares, tradicionalmente las distintas artes se han subdividido en grados, esto es: artes mayores, y artes menores. Aunque esta distinción ya existió en la Antigua Grecia , no cobra el sentido actual hasta el siglo XVII en Francia, cuando se comienza a unificar la Academia de las Artes. Allí se creará una especie de universidad que agrupará a muchas escuelas de la época. Su misión: impartir formación académica de las más importantes disciplinas artísticas (arquitectura, música, escultura y pintura).
Pero en ese momento, quizás con el objetivo de dignificar el Arte, abrieron un intenso debate acerca de qué obras debían ser consideradas sólo manufacturas, productos artesanales o de decoración. Este modelo francés se extenderá posteriormente por toda Europa.
De este modo, se solía considerar arte menor como aquel que tiene fines más decorativos, así todas las formas de arte figurativo que no son pintura, ni escultura, ni arquitectura. Esa definición, quizás un poco ambigüa, se completa con la del arte mayor: obras de carácter único e irreproducible, que lejos de tener un fin práctico, su principal utilidad es la de expresar y ensalzar la belleza, a través del virtuosismo y la sensibilidad de un artista altamente comprometido con su obra.
El enfoque sociológico
Además, la distinción también tendió a derivar hacia un componente cláramente sociológico. Pierre Bourdieu decía que “podría decirse de la fotografía lo que Hegel decía de la filosofía: – Ningún otro arte, ninguna otra ciencia, está expuesto a ese supremo grado de desprecio según el cual cada uno cree poseerlo enseguida”. Efectivamente: para tocar mínimamente un instrumento o pintar con maestría necesitamos muchos años de aprendizaje especializado, dedicando muchas horas diarias. Sin embargo, la fotografía hoy en dia es popular y asequible. Cualquier persona puede comprar una cámara y en poco tiempo, con algún masterclass de fotografía, llegar a obtener algún resultado digno.
Pierre Bourdieu, como filósofo, escribió un extenso tratado sobre esta cuestión, en el que iba más allá y decidía que la fotografía sería en realidad un arte medio. Su tratado no se centró en los grandes nombres de la fotografía artística, sino en investigar los usos sociales de la fotografía priorizando aquellos sectores sociales que son responsables de la mayor parte de las instantáneas que circulan.
El nombre “arte medio” se justifica en función del análisis sociológico que efectúa el filósofo francés: para los aficionados la fotografía es “a) un medio en tanto que satisface una función social superior (servir de testimonio de integración familiar); b) es un arte mediano, una práctica cuasi artística, entre lo vulgar y lo noble; c) es un arte de las cohortes generacionales intermedias, propio de ciudades medianas, de gente de clase media, de cuadros medios, de gente con estudios de secundaria”.
En definitiva, la fotografía no es un arte mayor porque se usan procedimientos técnicos y efectos estéticos inmediatamente accesibles, y porque excluye los temas controvertidos a favor de personajes y símbolos estereotipados, que son los se identifican más fácilmente con el público masivo.
Por tanto, parece que tanto el arte mayor como el arte menor (y si queremos, el arte medio) contienen todos esos atributos de contenido y forma, pero parece que finalmente la diferencia entre ambos también radica en los niveles de desarrollo de dicho contenido y forma.
El arte fabricado en serie
Claro, que un buen dia, comienzan a surgir nuevas formas de expresión, como la fotografía digital, el vídeo o los sistemas de grabación electrónicos. Y entonces nos damos cuenta de que ahora las obras ya no son únicas e irreproducibles, sino que se pueden fabricar en serie. Y además llegan a las masas fácilmente. La cultura se democratiza. Y por eso, posiblemente toque redefinir un poco todos estos términos.
Según mi (reconozco escasa) experiencia con otras artes como la pintura o la música, reconozco que en la cuestión estética quizás la fotografía es bastante más simple que la pintura o la música, desde el momento que las obras de estas dos artes surgen exclusivamente de la imaginación. Al no existir una realidad que te limita, también te genera muchos quebraderos de cabeza: imagináos el tremendo trabajo que le supone a un pintor resolver un problema visual que el fotógrafo simplemente “lo tiene delante o no lo tiene”.
Y en cuanto al aspecto técnico, parece que a los fotógrafos les cuesta quitarse ese estigma. Para tocar a un nivel muy básico un instrumento, uno debe encerrarse durante horas cada dia y practicar sin parar. Y no digamos ya el trabajo que requiere adquirir cierto virtuosismo. Sin embargo, la fotografía plantea otro tipo de técnica, para muchos más asequible desde el punto de vista intelectual, pero menos desde el punto de vista económico.
Que todo esto sea o no motivo para decidir si la fotografía es un arte mayor o menor, corresponde defenderlo a los fotógrafos, a través de su trabajo: dignificándolo, y llevándolo a cotas intelectuales y técnicas que no admitan esta dicusión. Y si aceptamos que algunos ya lo han conseguido, quizás sólo es una cuestión de concienciación del resto.
Fotografía de portada | Flickr de failing_angel
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