Las grandes mentiras de la fotografía en las que no debemos caer

Las grandes mentiras de la fotografía en las que no debemos caer

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Las grandes mentiras de la fotografía en las que no debemos caer

La fotografía, una de las aficiones más gratificantes que se pueden tener, puede llegar a ser una profesión. Para conseguirlo tenemos que convertirnos en alumnos. Hay muchos caminos para llegar a conseguirlo. Ninguno fácil. Lo más grave es que en el camino nos encontraremos muchas trampas y mentiras de las que tenemos que escapar para que nuestra afición no se convierta en un infierno.

Ser profesional de la fotografía es muy difícil. No tiene nada que ver con el pasado. Los trabajos y los precios han bajado una auténtica barbaridad. Las oportunidades escasean, pero siempre existiremos unos cuántos locos que intentamos por todos los medios posibles llegar a fin de mes con una cámara al hombro. Y llegar hasta ahí cuesta mucho. Por este motivo creo que es interesante conocer las mentiras y las trampas que nos pueden contar o en las que nos podemos meter sin darnos cuenta, todo por carecer de la experiencia necesaria.

La fotografía es un camino de vino y rosas en el que tienes riesgo de emborracharte y pincharte hasta perderlo todo. Por eso, en la época en la que están a punto de comenzar los cursos, los talleres, los máster, los workshop y las clase magistrales, hay que estar pendientes de los cantos de sirena que nos intentan confundir.

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La compra de material

Antes todo era más fácil. Con la cámara de tus padres podías ir al centro cultural (antes las escuelas de fotografía casi no existían) y aprender desde cero. Eran máquinas para toda la vida. Hay veces que las saco de nuevo de las viejas bolsas... Ahora es distinto. Han conseguido que las máquinas envejezcan antes de tiempo. Y te hacen creer que con una cámara de hace cinco años no se puede hacer nada decente.

Así que lo primero sería quitarse complejos de encima y recordar que la fotografía la hace el fotógrafo. Nunca una cámara, salvo que sea un fotomatón o un sistema de esos que ideó Sony con una base que giraba al punto en el que había ruido. Esas fotografías destacan por su impersonalidad. Porque no hay nadie detrás.

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Cualquier cámara sirve para empezar. Lo único que le pediría es que tuviera los clásicos modos de disparo. Desde el Manual al Programa, el clásico PASM. No tiene sentido alguno empezar con cámaras de formato completo. No hay nada más gratificante que comprarte, con el paso del tiempo, una cámara mejor con el dinero de nuestros primeros ingresos. Será justo en ese momento cuando nos daremos cuenta de lo que vale y de la importancia de no dejarse llevar por las novedades que pueblan los escaparates de las tiendas.

Siempre hay que comprar lo que sabemos que vamos a amortizar. Es distinto si aspiramos a ser profesionales o ganamos dinero con cualquier otra profesión. Pero hay que pagar lo justo. No más. Con esto no quiero decir, en ningún momento, que compremos lo más barato, sino lo que podemos asumir y aprovechar... Y pocas veces haremos una fotografía mejor con una réflex o con una sin espejo, con una Micro Cuatro Tercios o una de formato completo. ¿Qué más da?

Las cámaras son para los fotógrafos como la ropa o los libros que tenemos en casa. Deberíamos comprar las que nos permiten hacer lo que queremos. Igual que compramos las camisetas que nos quedan bien o los libros de los autores que nos gustan. Si una camisa no nos gusta se quedará en el fondo del armario hasta que lo vaciemos. Y ese libro que no nos cuenta nada se convertirá en el primer candidato en salir cuando toca la limpieza de primavera.

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Es muy importante saber elegir el modelo que necesitamos exactamente. No hay nada peor que equivocarse en este punto. Y como siempre digo, la mayoría estaríamos servidos con una buena compacta, pero... Una cámara grande vende, no lo podemos evitar. Los móviles fueron pequeños hasta que alguien dijo que eso no molaba y ahora cada año crecen las pantallas una pulgada para que se vea bien apretado en nuestros bolsillos. Pues con las cámaras pasará lo mismo. Hay que evitar las modas.

La elección de la escuela y las fuentes de conocimiento

Qué difícil es acertar. Qué fácil es equivocarse en este punto. Cómo puede marcar nuestro futuro ir a un sitio u otro. La fotografía se tiene que aprender, que estudiar. Pero los títulos no sirven para absolutamente nada en este mundo. Durante un tiempo fue invadido por la titulitis, enfermedad psicológica que está afectando a una parte de la sociedad actual.

El mejor currículo de un fotógrafo son las fotografías que hace. No hay otra cosa que certifique mejor lo que sabemos hacer. Pero antes tenemos que aprender a hacerlas. Como hemos dicho más arriba, al principio no había nada, solo los cursos por correspondencia. Luego vinieron los talleres de los centros culturales donde muchos grandes fotógrafos desplegaron su experiencia. Y por fin llegaron las escuelas (en España la fotografía prácticamente brilla por su ausencia como carrera universitaria).

En estos lugares se esfuerzan, y mucho, por enseñar. Pero hay de todo. Y hay que tener mucho cuidado en creer todo lo que dicen o hacen. Mucho. Llevo muchos años en este mundo y me han contado historias para no dormir.

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Desde escuelas que admiten en sus cursos superiores a cualquiera que pueda pagarlo y te dan el título sin entregar siquiera el trabajo final; a centros en los que recomiendan a los alumnos que se bajen las fotografías de internet para hacer los ejercicios. O donde los profesores de un curso de postproducción profesional te recomiendan que utilices aplicaciones de filtros para terminar antes (totalmente en serio). Lo que más me llama la atención es encontrar a alumnos desmotivados que sin duda no han pagado personalmente el curso.

Lo que hay que hacer es informarse bien y preguntar. No dejarse llevar por la fama del centro, merecida en muchos casos, y no menospreciar los talleres de pequeñas escuelas o centros culturales. Lo importante es el profesor y la conexión que tengas con él. Y trabajar sin descanso, gastar zapatillas, preguntar, estudiar y no dejar de mirar con otros ojos. Las mejores escuelas puede que no sean lo que estás buscando o puede que el centro cultural de tu barrio se te quede pequeño.

Tenemos que buscar libros, exposiciones, páginas web, programas y aplicaciones que huyan de los convencionalismos. No hay mejor forma que aprender al lado de las personas que rompen con lo que tú creías, sobre todo en los primeros años de aprendizaje. No tiene sentido comprar un libro que no es otra cosa que el abc de la técnica fotográfica disfrazado de manual intenso de una cámara en particular. O libros que no son más que refritos de técnicas.

Entre todos podemos identificar las mentiras y hacer caer las falsas creencias que poco a poco invaden este apasionante mundo de la fotografía. Desde luego no todos podemos estar de acuerdo. Mi verdad puede ser tu mentira. El caso es encontrar nuestro propio camino y la compañía más adecuada para llegar a buen puerto. No es más que una forma de entender la vida. Y en este caso es siempre con una cámara. Que empiece el espectáculo.

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