Presentada hace unos meses como la sin espejo más sencilla de la serie X de cámaras sin espejo y objetivos intercambiables, la Fujifilm X-A10 es una cámara que se orienta hacia usuarios sin grandes pretensiones que quieran adentrarse en el campo de las mirrorless sin tener que hacer un gran desembolso.
Curiosamente estos son los mismos argumentos que aportábamos al hablar de la presentación de la Fujifilm X-A3, que apareció unos meses antes y que se sitúa justo un escalón por encima. Y es que aquel modelo era en principio la puerta de entrada a la familia X de Fuji, pero en algún momento a los ingenieros de la casa se les ocurrió que se podía lanzar una cámara aún más modesta con algunos componentes menos punteros y un precio de venta inferior.
Externamente la X-A3 y la X-A10 son muy, muy similares, e incluso ambas comparten una pantalla que gira 180º para hacerse selfies cómodamente. Sin embargo, en el caso de la X-A10 la LCD no es táctil, lo que era una de las principales novedades que incorporó la X-A3 respecto a su antecesora, la Fujifilm X-A2. Esto ya empieza a dar una idea de que se trata de un modelo similar pero recortado en prestaciones.
Aunque el mayor recorte sin duda está en las tripas de la cámara, sobre todo en lo que toca al sensor que en este caso es el X-Trans CMOS II APS-C de 16 megapíxeles efectivos. Es decir, el sensor que llevaba toda la anterior generación de la serie X (probablemente el mismo de la X-A2) que ha sido renovada a lo largo del último año por un nuevo sensor de 24 millones de puntos. Así, parece quedar claro que la X-A10 es un modelo fruto de la reutilización de componentes y ese tipo de cosas tan de moda en la economía actual, pero ¿es eso realmente importante para una cámara de estas características?
En fin, una vez puestos en antecedentes, esto es lo que nos proponemos responder a continuación en el presente artículo en el que nos metemos de lleno a analizar la Fujifilm X-A10. Aunque antes, como siempre, os ofrecemos las principales características del modelo.
Fujifilm X-A10: Especificaciones
Sensor | CMOS APS-C de 16,3 megapíxeles efectivos con filtro de color primario |
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Montura | Fujifilm X |
Sensibilidad | 200 a 6.400 ISO (ampliada de 100 a 25.600 ISO) |
Estabilizador de imagen | Compatible con objetivos de tipo OIS |
Soporte de almacenamiento | Tarjetas SD, SDHC y SDXC (UHS-I) |
Formatos de archivo | JPEG (EXIF 2.3) / RAW (formato RAF) / RAW+JPEG |
Tiempo de exposición (obturador mecánico | De 30 a 1/4.000 s |
Disparo continuo | Máximo de 6 fps (aprox 20 fotos JPEG) |
Monitor | LCD TFT de 3 pulgadas (1040K puntos) inclinable con cobertura del 100% (aprox.) |
Grabación de vídeo máxima | Full HD 1920 x 1080 30p |
Conectividad WiFi | 802.11b/g/n |
Dimensiones | 116,9 x 67,4 x 40,4 mm |
Peso | 331 g (con batería y tarjeta de memoria) |
Precio | 549 euros con el objetivo Fujinon Super EBC XC 16-50 mm f/3.5-5.6 OIS II |
Diseño, construcción y ergonomía
Ya decimos que externamente la Fujifilm X-A10 es casi calcada a la X-A3, que a su vez era continuista respecto a la X-A2. Lo más notable son un par de ausencias, las de una zapata para conectar un flash externo y la de la rueda para conmutar el tipo de enfoque. A falta de tener ambas en la mano para poder compararlas diríamos que el tamaño es el mismo, lo que corroboramos al mirar sus especificaciones. Más difícil es el tema de la construcción, que a simple vista parece igual pero no podemos asegurar.
Lo que sí podemos afirmar es que, aunque el material principal de la X-A10 es el plástico, el tacto no es desagradable. La parte de color plata es la que menos nos convence por ser más “plasticosa” pero la inferior de color negro y textura rugosa nos gusta más. Como habréis observado, la cámara tiene ese estilo retro del que hacen gala todos los modelos de Fujifilm y que, aunque va en gustos, resulta muy atractivo.
Se mantiene el resalte de su cuerpo que hace las veces de grip y ayuda a una mejor sujeción junto a la pieza de plástico negro colocada para que situemos ahí nuestro pulgar. Junto encima de esta pieza tenemos, como en sus antecesoras, una rueda de control que hay que pulsar desde arriba lo que, en nuestra opinión, la hace un pelín incómoda. Sobre todo porque está demasiado pegada a la otra rueda de control, la que está en el extremo derecho de la parte superior de la cámara y que normalmente sirve para la compensación de exposición.
Esta disposición permite que ambas ruedas se puedan usar con el mismo dedo, el pulgar, aunque a nuestro juicio sería más cómodo separarlas. En cualquier caso, gracias a ambos elementos es posible manejar la cámara totalmente en manual, algo que agradecemos no se haya eliminado.
Siguiendo con sus características externas, hay que hablar de la pantalla que también es igual que sus antecesoras. Es decir, tal y como hemos contado, permite un giro de 180º que posibilita hacerse autorretratos fácilmente, aunque para ello no sólo hay que girar la pantalla sino también darle un pequeño “empujón” hacia arriba. Esto es algo que nos resulta un poco desconcertante cuando lo hacemos por vez primera, pero que no tiene mayor relevancia, salvo quizá porque nos hace pensar que el sistema que permite girar la pantalla puede ser más endeble de lo que nos gustaría.
Por lo demás, es una cámara relativamente pequeña, pero cuenta con un hándicap importante por lo que se refiere al objetivo. El de serie, un Fujinon Super EBC XC 16-50 mm f/3.5-5.6 OIS II, tiene un tamaño relativamente grande. El conjunto de cámara y óptica resulta muy equilibrado, pero el tamaño total hace que no sea precisamente una cámara de bolsillo, algo que podría desanimar a posibles compradores.
Desde nuestro punto de vista a esta cámara le vendría muy bien un objetivo similar al que portan varias Panasonic, una óptica de distancia focal similar pero que se pudiera plegar de tal manera que cerrado ocupara muy poco espacio. Por ejemplo, la Fujifilm X-A10 nos recuerda bastante a la Lumix GX800 que analizamos hace no mucho y que tenía la ventaja de apenas ocupar espacio con el objetivo plegado.
Es muy posible que al tratarse de cámaras con sensores sensiblemente diferentes (el de la Fuji es APS-C, cuya tamaño físico es bastante mayor que el Micro 4/3 de la Lumix) no se pueda diseñar una lente de este tipo. Como también lo es que, comparando ambas, la Fuji supere en calidad de imagen a la Panasonic (habría que probarlo pero es una hipótesis plausible), pero nos parece que, como decíamos al principio, esto es algo que no parezca ser crucial para el público potencial de la cámara, mientras que un tamaño más compacto creemos que sí lo es.
Prestaciones y manejo
Siendo una cámara “modesta”, mantiene muchas de las características de sus hermanas mayores, lo que significa que ofrece buenas prestaciones. Realmente no echamos en falta nada más allá de las ventajas que podría aportar la pantalla táctil. Ventajas que sobre todo podrían aprovecharse para los selfies, donde el modo de enfoque con prioridad a los ojos no nos parece suficiente y sería ideal poder contar con distintas opciones que dieran más flexibilidad a esta característica.
Quizá, para los tiempos que corren, alguno eche en falta la opción de grabar vídeo 4K, pero no es Fuji una marca que se esté destacando por esta característica que sólo poseen las cámaras de gama más alta. A cambio sí que incluye conectividad WiFi, distintos modos de enfoque, limpieza del sensor, estabilizador incorporado, una velocidad de ráfaga suficiente para la mayoría de ocasiones (hasta 6 fps) y los típicos modos de simulación de película de todas las cámaras Fuji, además de filtros avanzados de esos que suelen llamarse creativos.
El hecho de que la cámara se cargue directamente conectada al cargador tipo móvil es algo que cada vez es más habitual y que puede gustar o no. Ciertamente el cargador así es más ligero pero, a cambio, cargar una segunda batería de apoyo es un problema. La autonomía por cierto nos ha parecido buena, habiendo cumplido nuestras jornadas de prueba sin que se agotara la energía.
En cuanto al manejo, es una cámara sencilla de utilizar, sobre todo teniendo en cuenta el público al que se dirige. Los menús son algo farragosos, siguiendo el estilo de la casa, pero esto es algo habitual y que difícilmente tiene solución dado que en alguna parte hay que situar todas las funciones que ofrece la cámara.
El enfoque es todo lo rápido y preciso que se puede esperar de una cámara de esta categoría, que es bastante, sin que tengamos pegas que ponerle en este sentido. Por otro lado la calidad de la pantalla es muy buena y su brillo hace que podamos usarla sin problema incluso en condiciones de mucha luz. Esto ayuda a que no echemos tanto de menos contar con un visor, aunque esto es relativo, porque si tienes problemas de vista a corta distancia sin duda que sí lo harás.
Ruido y calidad de imagen
Llegados a este punto hay que retomar el asunto del sensor que, si recordáis, decíamos era de una generación anterior. Sin embargo, no sólo no se echa de menos un captador de imagen más resolutivo sino que estamos hablando de uno que hasta hace nada era el que llevaban las mejores cámaras de esta casa y del que hemos alabado su calidad en numerosas ocasiones.
Lo cierto es que el resultado de las pruebas realizadas es muy bueno en cuanto a calidad de imagen, nitidez, gama dinámica y reproducción del color, cualidades todas ellas de las que vienen haciendo gala los modelos de la casa desde hace tiempo y que le han valido no pocas alabanzas.
Así, como podéis ver en las fotos, el resultado de las tomas es bastante bueno, con unas imágenes atractivas con un color vibrante y muy bien reproducido y con un nivel de detalle muy bueno para una cámara dirigida a usuarios que no exigen demasiado en este aspecto. Si acaso nos ha parecido que nuestra unidad de prueba tenía una cierta tendencia a sobrexponer, lo que no sabemos si será común a todos los modelos y, en todo caso, advertimos para posibles comparadores.
Por lo que toca al ruido, hasta 3200 ISO es perfectamente utilizable y sólo por encima de estos niveles empieza a resultar molesto aunque, disparando en RAW, es bastante corregible y de hecho si sólo usamos el formato JPEG apenas lo apreciaremos, dando muestras del buen hacer de los ingenieros de Fuji en este sentido.
Imágenes a resolución completa | Fujifilm X-A10 en Flickr
Fujifilm X-A10, la opinión de Xataka Foto
Así las cosas, la principal “pega” que le poníamos a la cámara en principio se ha convertido en su mejor virtud. Quizá con el nuevo sensor de 24 Megapíxeles la calidad de imagen sería aún mejor pero, insistimos, teniendo en cuenta que esta cámara se dirige a usuarios sin demasiadas pretensiones lo que ofrece es más que suficiente.
Lo que sí echamos de menos es la característica táctil, que por ejemplo vendría muy bien (dado que el encuadre se realiza exclusivamente vía LCD) para elegir el punto de enfoque rápidamente con el dedo. Además, teniendo en cuenta que se vende con pantalla giratoria diseñada para los selfies, no tener esta capacidad (que facilitaría el asunto) merma un poco su atractivo.
Por último, cómo no, hay que hablar del precio, 550 euros, una cantidad relativamente modesta para lo que cuestan las cámaras sin espejo pero que, a nuestro juicio, sigue siendo un poco alto. Siempre teniendo en cuenta el tipo de usuario del que estamos hablando y que, por bastante menos (entre 300 y 400 euros), puede comprarse una réflex digital muy decente.
No deja de ser una barrera que sin duda está teniendo que ver en la lenta implantación de las cámaras sin espejo, aunque como decimos a menudo, no dudamos en ningún momento que no valga lo que cuesta. Lo que ocurre es que, posiblemente, si la Fujifilm se pudiera vender por unos 400 euros quizá se vendería, como se dice vulgarmente, “como rosquillas”.
La nota de la Fujifilm X-A10 en Xataka Foto
A favor
- Nivel de detalle y calidad de imagen
- Bajo ruido a ISO alto
- Reproducción del color
En contra
- Ausencia de interfaz táctil
- Precio elevado para el usuario tipo
- Sin visor
El equipo ha sido cedido para la prueba por parte de Fujifilm España. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas
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