Si pensabas que lo habías visto todo en fotografía de bodas y retrato con aquellas imágenes de unos novios en la base del Everest estabas equivocado. Jay y Vicki Philbrick, dueños del estudio Philbrick Photo de New Hampshire (EEUU), llevan a sus modelos literalmente al borde del abismo. En realidad las imágenes no forman parte de un único proyecto, sino que se integran en diferentes trabajos realizados para parejas de novios y modelos que quieren unas fotos diferentes y espectaculares.
La idea de de situar a parejas en el borde de un acantilado proviene de la época en la que, antes de dedicarse a la fotografía profesional, Jay era guía de escalada. “Cuando comenzamos nuestro negocio de fotografía de bodas tuve en mente un par de sitios que conocí en mis tiempos de escalador y que pensé serían un gran telón de fondo para una pareja de novios […] Siempre me había sentido atraído por el contraste de un retrato en un lugar tan difícil e improbable y en el 2008 una pareja que acababa de contratarnos para cubrir su boda mencionó que eran escaladores.” Todo fue rodado y así empezaron a hacer estas sesiones tan especiales.
Aquella pareja fue la única que tenía experiencia en montañismo porque, aunque pueda parecer lo contrario, las personas retratadas en estos lugares no suele tenerla. Por ello, sólo trabajan en lugares que conocen bien y emplean un equipo de varias personas, con Marc, un guía de montaña altamente cualificado y sistemas de seguridad especiales para que los retratados no tengan que preocuparse de nada. Según el fotógrafo, no les resulta difícil conseguir gente que quiera someterse a estas sesiones porque normalmente ya les conocen y les contratan para lograr fotos diferentes a lo habitual. Y desde luego que, a tenor de lo que podéis ver, que lo consiguen.
La cornisa que veis en la foto de portada está situada a unos diez metros de la cima y a unos cien del suelo y allí bajan a los novios con una cuerda (mientras permanecen asegurados con otra). Además, mientras permanecen en la repisa están asegurados con sujeciones que permanecen ocultas en las imágenes (para lo cual buscan el ángulo adecuado), o se borran posteriormente con Photoshop (aunque Jay prefiere no tener que hacerlo).
Las sesiones suelen comenzar mucho antes del amanecer (sobre las tres de la mañana) para que la pareja esté colocada el su lugar antes de que el sol aparezca y así aprovechar la hermosa luz del amanecer. Claro que algunos días lo que han tenido es una densa niebla no esperada pero que, qué remedio, han utilizado para conseguir algunas imágenes más dramáticas.
Hasta tres fotógrafos (Jay, Vicky y su asistente Justin) hacen las fotografías durante unos 90 minutos desde la cima del acantilado o desde los lados colgándose de una cuerda y siempre buscando obtener diferentes perspectivas (para lo cual Jay utiliza una óptica 24-70 mm para planos abiertos y un 80-200 mm para retratos).
Y a pesar de hacer las fotos en unas condiciones tan especiales e incómodas, Jay está en contra de las tendencias actuales que apuestan por utilizar solo luz natural y echa mano de todo tipo de accesorios de iluminación en las sesiones (flashes, difusores, etc) para conseguir lo que quiere. Además, el fotógrafo tampoco le gustan las poses naturales sino que prefiere dirigir mucho a sus modelos e indicarles las posturas a realizar. “Me gusta la yuxtaposición de la belleza contra la dureza”, concluye Jay.
Más información | Cliff Side Photos
En Xataka Foto | Guía completa para iniciarse en la fotografía de bodas (I): Preparativos y consejos previos
Fotografías de Philbrick Photo reproducidas con permiso de los autores para este artículo
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