La fotografía móvil es cada vez más importante en el mundo profesional. Es una herramienta que brinda versatilidad y una mirada distinta frente a la realidad que capturamos. Sin embargo, hay algo que la hace un tanto fastidiosa: la vida útil del móvil.
Inversiones fijas y variables
Los fotógrafos tenemos varias inversiones alrededor de nuestro desarrollo profesional. En el pasado hemos hablado sobre cómo el pensamiento a la hora de comprar equipos nuevos debe tener un fuerte componente del tiempo durante el cual será útil. Entre estas inversiones está la cámara, los accesorios, el ordenador, los objetivos y demás elementos que nos permiten realizar nuestro trabajo.
En mi opinión, las inversiones más inteligentes se encuentran en la iluminación y en los objetivos. Usualmente nuestros objetivos nos acompañan entre generaciones de cámara (ya que usualmente nos casamos con una marca) y, si bien las luces tienen saltos grandes entre generaciones, su utilidad trasciende décadas de trabajo.
Por debajo de estas, las cámaras pueden durar años (yo aún utilizo mi 7D para algunos trabajos) pero hay veces en las que necesitaremos otro equipo según el trabajo que realicemos. Y el ordenador tiene la capacidad de vivir varios años, pero necesita actualizaciones intermedias.
Ahora, el móvil se ha transformado en una herramienta especial para todo el flujo de trabajo fotográfico. Por un lado, es una herramienta de producción y gestión de tiempos debido a las apps productivas que se encuentran en él. Por otro lado, el dispositivo cuenta con cámaras integradas que producen una gran calidad de imagen; y estas pueden ser útiles para cubrir trabajos profesionales si estos no tendrán una salida más allá de la pantalla o de los formatos de impresión de menor escala.
Sin embargo, los móviles no están diseñados para vivir mucho tiempo, por lo que la inversión no es tan rentable.
Diseñados para morir
En promedio, los móviles gama alta tienen una vida óptima de 2 años. A partir del tercer año, las actualizaciones del sistema operativo y los software hacen que el rendimiento sea mucho menor (ya que están optimizados para componentes más nuevos). Al quinto o sexto año el móvil ya no sirve más.
Este inconveniente hace que la compra de un móvil dependa de poder conseguir uno más económico que pueda actualizar o de comprar uno caro que dure un poco más de años. Sin embargo, cuando la decisión de compra es influenciada por el sistema fotográfico del smartphone, esa inversión tiene como punto de balance la calidad fotográfica.
Para una inversión segura, un móvil de gama alta como los de Apple o Samsung sería lo intuitivo. Sin embargo, hay móviles de gama media y baja que cuentan con sistemas principales con buenas configuraciones. Xiaomi, Oppo y Vivo han mostrado tener contendientes fuertes en la fotografía móvil a un precio más asequible. Pero los gama media son móviles que tienen una vida mucho menor, por lo que hay que actualizarlos más seguido.
Esta incertidumbre de cuánto tiempo servirá esta inversión hace que la fotografía móvil no sea tan atractiva desde un punto de vista económico. Los cambios tecnológicos y la facilidad de quedar obsoletos en poco tiempo hacen que sea difícil meterse de lleno a practicar en estos sistemas.
Vosotros, ¿qué es lo más os gusta o detestáis de la fotografía móvil?
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