A veces me gusta provocar. Recuerdo cuando tenía pendiente una exposición en mi barrio y había acordado meter algunas imágenes del mismo. Mi madre me preguntaba todos los días si había salido a hacer fotos. Un día, por fin, lo hice. Pero no reflejé mi manera de entender las imágenes. Lo hice al modo que yo llamo, Stephen Shore, o lo que es lo mismo, con la forma de esas instantáneas (snapshots) que todo fotógrafo ha tomado alguna vez. Llegué a casa, se las enseñé y me dijo literalmente que ni se me ocurriera presentar esas fotografías.
Hace unos días, cuando me acerqué a ver la exposición de Shore en la Fundación Mapfre, no podía dejar de sonreir imaginando la cara de mi madre viendo esta exposición. El fotógrafo norteamericano se ha pasado toda su vida artística obsesionado con la idea de indagar en la imagen fotográfica, en sus significados. Aquel día de sesión por mi barrio en cierto modo me puse a cuestionar ese valor de la imagen. Y os cuento todo ésto porque no sólo quería analizar su exposición sin más, sino aplicarla a nuestro modo de entender la fotografía.
Las imágenes de Stephen Shore no son bellas si las comparamos con las grandes fotografías de paisaje, no lo son si las comparamos con fotografías espectaculares de moda o incluso (aunque a veces se acerque al género) con las fantásticas imágenes que se toman en la street photography. Como ya comenté a propósito de la charla que dio en la Fundación Mapfre, "su fotografía no se entiende para quienes tienen otra idea de lo que debe ser fotografiado". Como mi madre hay muchos, pero para éso están los carteles de la exposición.
En ningún momento cuestiono el trabajo de Stephen Shore, de hecho fui una de las primeras en admirarle cuando conocí su trabajo, aunque siempre me haya decantado más por Eggleston. Quien sí se hace preguntas sobre esta disciplina es él. Por ello, si acudimos a esos carteles que acompañan cada apartado de la exposición, nos damos cuenta que durante toda su carrera sus series han sido fruto de ejercicios que él mismo se ha autoimpuesto. Podríamos decir que su trabajo se basa en la experimentación y en ese afán como ya nos contó, donde lo que siempre ha intentado es no quedarse encasillado.
Su máxima, evitar la repetición
De ahí que la variedad de sus trabajos sea tan visible. Desde el apartado de sus primeras fotografías (las cuales son las que más me fascinan por esa inocencia) pasando por el de "Obras conceptuales" donde encontramos una serie en la cual fotografió a un amigo durante 24 horas, hasta "Uncommon Places", con la que rompió esquemas, sus series se caracterizan por ese deseo de no repetirse a la vez que ejercita varias soluciones siempre en torno al significado de la imagen fotográfica. Un ejemplo muy clarividente es su serie de Nueva York donde realizó fotografías callejeras con una cámara de placas dando así la espalda a los convencionalismos.
Imitación de una estética amateur, dejadez en las tomas, el cuestionar la perspectiva y nuestra manera de entender los paisajes a través de su serie realizada en espacios naturales, el auto limitarse con el blanco y negro durante un periodo de diez años o el carácter performático de su serie "Winslow", entran dentro de esas reglas que marcan su trabajo y que pueden verse en esta exposición que responde a una gran retrospectiva.
Quedan dos días para su término, por ello, para ese público que espera hasta el último momento, os invito a que no perdáis la oportunidad. Si no, como siempre, la página web de la Fundación Mapfre ofrece una visita muy completa de la exposición, dividida por apartados, con textos y fotografías. No todos los días se tiene la suerte de poder ver la obra de un fotógrafo tan influyente como Stephen Shore. Id a verla.
Más información Mapfre Fotografía West Ninth Avenue, Amarillo, Texas, 2 de octubre de 1974. De la serie Uncommon Places
Ver 1 comentarios