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¿Tiene sentido hablar de reglas de composición en fotografía?

¿Tiene sentido hablar de reglas de composición en fotografía?

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¿Tiene sentido hablar de reglas de composición en fotografía?

Muchos habréis visto por las redes un vídeo en el que se analizan las fotografías de Henri Cartier Bresson según las sagradas leyes de la composición. Y parece que todo coincide. Trazas unas cuántas líneas y voilá. ¿Tiene sentido hablar de reglas de composición en fotografía?

Todos hemos hablado alguna vez en nuestras vidas de cómo colocar los elementos que componen una imagen para que sean armoniosos, para que sea del agrado del espectador. Entonces empezamos a colocar las cosas según la regla de los tercios. O mejor aún, la regla de proporción áurea... Es fácil, solo hay que multiplicar por el número mágico, trazar unas líneas y listo.

Parece que estoy bromeando, pero voy muy en serio. El número áureo es real y muy interesante. Es 1,618. Genera la espiral áurea y está presente en el desarrollo de muchos objetos de la naturaleza. Incluso está relacionado con los fractales. Y en algo muy cercano a todos nosotros: las tarjetas de crédito. Guardan una proporción perfecta que nos hace consumir compulsivamente... Pero no estamos hablando de fotografía. y resulta que hay gente, como vemos en el interesante vídeo, que sí que quiere aplicar estas reglas al mundo de la imagen.

La composición en la fotografía

Entramos en un asunto peliagudo. ¿Pero qué es la composición? Hay muchas definiciones pero siempre me inclino por la más sencilla y clara. La composición sirve para colocar los elementos de la imagen de forma armoniosa. La clave es que ninguna de ellas servirán realmente para mejorar tus fotografías. No es una ciencia perfecta.

El problema es que las reglas de composición de las que tanto se habla ahora son un invento del siglo XX. La regla de los tercios, la del punto áureo son fruto de un libro que escribió Jay Hambidge en 1920 a partir de las ideas que empezaron a circular en el siglo XIX. Es decir, que nunca se habían aplicado en la historia del arte y que son fruto de las suposiciones de un artista semidesconocido que intentó descubrir los secretos del arte griego.

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Uno de los libros de Jay Hambidge

Lo más gracioso es que estas ideas han calado tan hondo entre los fotógrafos, los profesores de fotografía y los manuales que muchos nos las hemos creído a pies juntillas. Personalmente creo que son una buena forma de introducirse en el mundo de la composición, pero se corre el riesgo de aplicarlas constantemente a lo largo de nuestra vida. Y no debería ser así.

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La famosa regla de composición del burro

Es muy cómodo pensar que si situamos el objeto a la derecha o a la izquierda la composición mejora. O que si colocamos el elemento principal en uno de los cuatro puntos que se forman por la intersección de las cuatro líneas imaginarias de la regla de los tercios todas las miradas de los espectadores irán allí. Y lo mejor de todo es que funciona, pero no por las explicaciones que vemos en el vídeo en cuestión o por las normas que cuenta en su libro el artista canadiense.

¿Entonces cómo componemos nuestras fotografías?

Una buena pregunta con una difícil respuesta. Os aseguro que empezar a trazar líneas sin sentido por la fotografía no funciona, aunque en el vídeo parezca que sí. Una de las fuentes más fiables, y que han marcado el mundo del arte, son las propuestas de Kandinsky en Punto y línea sobre el plano.

Es un libro que deberíamos leer todos los fotógrafos para comprender qué es lo que tenemos que hacer cuando nos enfrentamos al momento de la toma. Todo se basa en un punto y en el trazo que deja cuando se mueve, que no es otra cosa que la línea.

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¿Estará bien compuesta?

En realidad, cuando hablamos de composición en fotografía nos tenemos que olvidar pronto de todo lo que nos cuentan y apostar por el reparto de pesos visuales en la imagen. Un peso principal que se tiene que compensar con los secundarios que coloquemos por el resto del plano. Y leer a la escuela de la Bauhaus y a la escuela de la Gestalt. Ya lo iremos viendo con el tiempo.

Puede ser por el espacio que ocupa, por la luz que recibe o por el color que tiene. Hay que dejar de imaginar líneas que se trazan de forma aleatoria para justificar una fotografía u otra. Al principio puede funcionar, pero es la mejor forma que existe para estandarizar nuestras imágenes.

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