Manuel Ferrol es el fotógrafo de la emigración española. Su obra figura en la historia mundial de la fotografía. El reportaje por el que ha pasado a la historia no fue publicado con su nombre en algunas ocasiones durante los años 60. Hoy vamos a realizar un breve recorrido por su trayectoria.
En una época en la que la emigración se ve como un problema por parte de los países que reciben a la gente que lucha por abrirse camino, Manuel Ferrol debería estar más presente que nunca por la fuerza de sus fotografías y por aquel famoso reportaje que hizo el 27 de noviembre de 1957 durante la salida del transatlántico Juan de Garay.
Durante las crisis nadie se va de su país por placer, sino porque no queda más remedio la mayoría de las veces. El dolor se apodera de todos y cada uno de los miembros de las familias. Tanto los que se van como los que se quedan. Seguro que todos hemos visto alguna vez la fotografía que abre este artículo. Seguro que más de uno os habéis emocionado con ese llanto de un padre con su hijo. Es el reflejo de la tristeza por saberse solos. Eso no lo puede contar nadie mejor que un fotógrafo que sabe mirar. Y su autor es Manuel Ferrol.
La vida de Manuel Ferrol
Nació en la costa de la Muerte en 1923. En el cabo Vilano. Su padre era torrero del faro. Solo con estos datos podemos vislumbrar que su vida estaba predestinada a ser única. Que algún día sería capaz de reflejar de alguna forma el agrio destino de muchos de sus compatriotas. Entró en la fotografía animado por su amigo Juan Castuera tras ver sus trabajos como aficionado.
Dejó sus estudios náuticos por la pasión que sentía por la fotografía. Abrió su primer estudio de fotografía en Betanzos. Luego se trasladó a Ferrol y finalmente se asentó en A Coruña. De su amor por el mar que llevaba sin duda en la sangre nace una historia, que pudiera parecer leyenda, según la cual desapareció durante dos meses en un barco de la marina de los Estados Unidos realizando con ellos el viaje a cambio del reportaje fotográfico de la travesía..
Este dato es muy esclarecedor para definir la vida de alguien que amaba la fotografía por encima de todas las cosas. No podemos olvidar que empezó con una cámara de fuelle y madera, las usadas en esa época, y que para iluminar los retratos solo disponía de la luz del sol. Y que al haber tan poca tenía que manipular las placas con vapor de mercurio para aumentar su sensibilidad. Los químicos los tenía que preparar él mismo en función de lo que necesitara. No era un trabajo sencillo entonces.
Siempre colaboraba con todas las asociaciones de las ciudades en las que vivía. Y aunque la fotografía la llevaba en la sangre, logró ser reportero de la RTVE (Radio Televisión Española) y dar forma a las crónicas gallegas del NoDo, el famoso noticiario de la época del franquismo. Incluso, por su condición de reportero y fotógrafo, podía moverse libremente en el entorno del dictador cuando este llegaba a Galicia a bordo de su yate Azor.
El trabajo por el que pasó a la historia no debería haberlo hecho. Es tan crudo, directo y contrario a lo que realmente le pidieron, edulcorar la historia, que no se pudo publicar en España hasta pasado varios años. Su rastro se perdió con el paso del tiempo. Y podía haberse quedado como un trabajo anónimo. Fuera de nuestra frontera y en los círculos antifranquistas se veía como un símbolo. Ya seguiremos hablando de él. Pero esas fotos han sido expuestas alrededor del mundo junto a los trabajos de Robert Capa o Cartier Bresson.
Se pierde el número de exposiciones en las que ha estado su trabajo, pero algunas de las más importantes son: El viaje incierto en el Círculo de Bellas Artes de Madrid; Las 100 mejores fotografías del siglo del Centro Nacional de Arte Reina Sofía; Europa NACH DER FLUT KUNTS 1945-1965, una exposición itinerante que recorrió Europa y en la que era el único español, y en la que estaban Robert Capa y Cartier Bresson; Identidades en Transito una exposición en Buenos Aires en la que compartió el espacio con Koudelka; y para terminar podemos recordar El Compromiso de la Mirada", una exposición de la que da testimonio un libro en el que participaron además Robert Capa, David Seymour, Ernst Haas, Werner Bischof, Joan Colom...
Toda su vida amó la fotografía, a la que se dedicaba en cuerpo y alma, junto con su querida familia. Recibió la Medalla de Oro al trabajo Era, en palabras de Manuel López, el director de la mítica revista Foto,
un hombre volcánico que solo lamentó una cosa en la vida, no inventar algún artilugio fotográfico
si bien Manuel Ferrol sí inventó diversos artilugios fotográficos. Murió en 2003, fue incinerado y sus cenizas se esparcieron en el mar desde el mismo faro donde nació, en el Faro de Cabo Vilano. Desde entonces no nos queda más que disfrutar de su obra, esperando que su reconocimiento en España se iguale al que tiene a nivel internacional.
Emigración
Este reportaje realizado en 1957 fue fruto de la sensaciones que vivió Manuel Ferrol mientras documentaba la falsa realidad por la que realmente le contrataron. Un sacerdote de la Comisión Católica de Emigración, le encargó documentar el embarque de emigrantes gallegos en el trasatlántico Juan de Garay, que los trasladaba a América. Querían contar una historia de reagrupamientos familiares. Pero en A Coruña sabían que no era así. Sintió la necesidad de reflejar lo que sentía, en ningún caso lo que veía.
Con la ayuda de la Rolleiflex, la cámara que llamaban de respeto por la obligación de inclinarse a la hora de hacer el disparo, empezó a hacer fotos ese 27 de noviembre a la gente que embarcaba con rumbo a América no para reunirse con la familia, sino par encontrar el dinero que le faltaba en su tierra:
Yo viajé en algunas ocasiones a bordo del trasatlántico Juan de Garay desde Coruña a Vigo, última escala antes de la travesía a América —le confesó Ferrol al periodista español Santiago Romero poco antes de su muerte— y en cuanto el muelle se perdía de vista, todos desaparecían y se hacía un silencio sepulcral. Parecía un barco fantasma. Pero podía ser peor. A muchos de estos pobres emigrantes, que salían por primera vez de su remota aldea, los timaban sin piedad: los tenían toda la noche dando vueltas por la ría de Vigo y los bajaban por la mañana en Cangas, diciéndoles que estaban en América
Era peligroso hacer esas fotos, pero él no se pudo resistir a documentar una realidad que le superaba por la injusticia que se respiraba. Disparaba sin mirar por el visor a esa mujer cansada, a ese cura que confesaba a los aldeanos que nunca habían salido de su pueblo y a ese padre desesperado que abraza a su hijo inundado en lágrimas. Es una imagen símbolo que cruzó fronteras. Como dijo su amigo Cesar Antonio Molina en el texto para la exposición del reportaje en el Círculo de Bellas Artes:
Para Starobinski, el sufrimiento es algo interior que se revela en dolor a través del cuerpo. Este revelado lo hace la cámara de Manuel Ferrol, captando esas deformaciones, esa metamorfosis, ese ahogar de las lágrimas del niño con la musculatura del brazo. Esa foto del padre y del hijo de pronto me hace recordar Saturno devorando a su hijo de Goya e al Grito de Munich. Pero esta fotos captan más el silencio que el grito. El grito es un desahogo, el silencio es una demanda de sumisión
El reportaje iba a realizarlo únicamente con su cámara Leica, pero al ver la realidad que tenía ante sí, Manuel Ferrol fue a su estudio a buscar también la Rolleiflex con el objetivo de evitar que las personas allí presentes se pudieran ver intimidadas por una cámara en momentos como los que se estaban viviendo.
La historia del reportaje
En algunas publicaciones durante los años 60 no se incluyó su nombre. Se publicó por primera vez en Galicia Hoxe, de la mítica revista española Ruedo Ibérico, en 1961. Y empezó la fama de esta fotografía símbolo que retrata como nadie el dolor de los desplazados. Lo triste es que gente como el escritor Eduardo Blanco Amor las publicó como propias.
Nunca pensó que pasaría a la historia por este trabajo. Pero así ha sido.
Beaumont Newhall, el bibliotecario del MOMA que escribió una de las historias de la fotografía más famosas, incluyó la fotografía en sus páginas. Fue reconocida por Cartier Bresson y se expuso al lado de los trabajos de Robert Capa. Y Publio López Mondejar la puso en su lugar en su magna obra 150 años de la fotografía en España.
A lo largo de su dilatada carrera hizo muchos disparos más, pero este trabajo le marcó en su trayectoria. Siempre fue reconocido. Incluso le homenajearon en el cine como personaje, como podemos ver en Sempre Xonxa del malogrado Chano Piñeiro, donde le representan como ese fotógrafo que sabía mirar como nadie.
Su trabajo ha sido y sigue siendo reconocido a nivel internacional, y como ejemplo la reciente inclusión de un artículo sobre su obra por la Universidad de Harvard en sus publicaciones. Esperamos que en España se alcance este mismo nivel de reconocimiento del que disfruta fuera de nuestro país.
En Xataka Foto| La voz de la imagen, historia de la fotografía de la mano de nuestros más grandes maestros
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