Leopoldo Pomés murió ayer con 87 años. Nos ha dejado el fotógrafo que nos ayudó a mirar de otra manera durante el franquismo. El publicista que dio forma a los Juegos Olímpicos de Barcelona. En Xataka Foto queremos recordar a uno de los mejores premios nacionales de Fotografía, que nos contó que lo único importante para nosotros es mirar.
Nació en Barcelona en 1937. Antes de este verano, de forma premonitoria, publicó sus memorias, esas que desde hoy llenarán los estantes de las librerías. 'No era pecado' servirá para que conozcamos los pensamientos y las anécdotas de uno de los referentes de la fotografía española.
En aquella España oscura donde solo triunfaba la fotografía épica que rememoraba los tiempos pasados, algunos fotógrafos luchaban contra la imagen estereotipada de las asociaciones y los concursos sociales de las agrupaciones. Leopoldo Pomés fue uno de ellos.
La enseñanza de la fotografía en España no existía, así que como tantos otros tuvo que aprenderla de forma autodidacta. A lo mejor con un curso por correspondencia o acercándose a un fotógrafo profesional que accediera a enseñar a un chaval a cambio de que le limpiara las cubetas o le barriera el estudio.
Cuando los fotógrafos se hacían a sí mismos
Con todo en contra la mirada le salvó y le marcó el camino. Su trabajo no le gustaba a nadie. No podemos olvidar, para comprender la dimensión de su trabajo, que en aquellos años era imposible ver revistas extranjeras. Solo si tenías la suerte de poder cruzar la frontera era posible descubrir algo interesante.
Otra opción, y es algo que debería reconocerse más, era entrar dentro del círculo del grupo AFAL. En un tiempo sin internet, con un servicio postal en pañales, dos fotógrafos eran capaces de encontrar a los que tenían algo que contar desde Almería. Y le localizaron para ese Anuario mítico de 1958 que supuso el principio del fin del grupo pero que tanto marcó a la fotografía española.
Leopoldo Pomés publicó ahí sus fotografías sobre el mundo de los toros. Y empezó a dejarnos sin habla. Conviene recordar que tuvo su primera cámara en 1946. Aquello fue el principio de una carrera en la que tuvo un estudio propio en lo más recóndito de Barcelona.
Allí desarrolló su mirada sensual. Daba igual que fueran artistas de la talla de Picasso o Miró o Serrat. Fue capaz de sacar la pura vida de los ojos de los que querían mirarle. Pero hay que reconocer que destacó por sus retratos femeninos. Para muchos fotógrafos es una referencia en este sentido.
Un fotógrafo que mostró al mundo cómo éramos
Leopoldo Pomés realizó muchas campañas publicitarias. A lo mejor a muchos lectores les sorprende que gracias a él tenemos las burbujas Freixenet, la presentación del mundial de futbol de 1982 o la campaña de imagen que nos llevó a los Juegos Olímpicos de 1992, uno de los más innovadores del siglo XX.
Él mismo evolucionó -el bolsillo manda- de la fotografía neorrealista a la comercial para lograr el futuro que buscaba. Junto con su mujer, la modelo Karin Leiz, buscaban modelos para sus campañas reconocibles por todos los que empezamos a peinar alguna que otra cana o recordamos 'La bola de cristal'.
En su última presentación en público dicen que ya caminaba triste. Fue en la presentación de sus memorias. En ellas cuenta su forma de mirar, la forma de enfrentarse a la fotografía, la mirada sensual que despliega en todas las imágenes. Y el orgasmo visual que disfrutaba cada vez que el papel tocaba el revelador y saltaba a la vista la imagen latente que hasta entonces había retenido en su mirar.
No casaba con la fotografía digital. Le impedía disfrutar. Seguro que sentía que le separaba totalmente de una forma de vivir, de una forma de pensar. Desde Xataka Foto queremos recordar a Leopoldo Pomés como uno de los grandes. Su trabajo es una de las mejores escuelas para los que quieren llegar a ser fotógrafos de verdad.
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