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La fotografía como recuerdo antes de la era digital

La fotografía como recuerdo antes de la era digital
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¿Os acordáis de esos fotomatones cuyas fotografías de nuestros posados divertidos (y horteras) con amigos salían en forma de pegatinas? O, más lejano en el tiempo aún, ¿los camafeos de nuestras abuelas con las fotografías de seres queridos? Y, ¿qué me decís de las polaroids tan coquetas que nos ofrecían recuerdos en papel al instante? No ha pasado mucho tiempo y, aunque aún se sigan manteniendo tímidamente, con la era digital todos estos recuerdos que hoy nos parecen vintage se han transformado, aunque la esencia, la fotografía como recuerdo sigue siendo la misma.

Esta reflexión en torno al uso de la fotografía como recuerdo cercano, próximo en el entorno familiar o de nuestras amistades, viene dado por un brazalete engalanado con un daguerrotipo, y con pelo trenzado del siglo XIX, que representa esa condición de la fotografía por salvaguardar en nuestra memoria a una persona querida. Curiosamente antes del uso de esta disciplina para este propósito, se solían hacer joyas complementadas con pelo natural, por su durabilidad y porque venían a ser parte de esa madre, ese padre o ese hijo que no querían olvidar.

La fotografía de muertos también cumplía ese propósito, como lo siguen cumpliendo hoy en día los recordatorios de comuniones, uno de los recuerdos más kitsch que aún conservamos aunque la nueva fotografía esté haciendo lo suyo por cambiarlo. Me vienen también a la mente todos esos soportes del mismo corte, desde cojines a llaveros pasando por tazas de desayuno que no hacen sino reforzar esa idea de la fotografía como recuerdo cercano.

La fotografía que tenemos a nuestro alrededor

Porque la fotografía, más allá de su sentido artístico o comercial, no deja de ser esa disciplina que nos proporciona al instante (o antes casi al instante) el recuerdo de un momento, de una anécdota vivida por las personas cercanas de nuestro entorno. Sobre el recuerdo como base de la fotografía ya nos habló Rodrigo hace tiempo, extrapolándola a todos sus ámbitos, aunque yo ahora he querido centrarme en cuestiones más sentimentales.

Porque, ¿qué serían esas casas sin nuestras fotos en las vitrinas del salón? o ¿de esa impresión a tamaño gigante como recuerdo de nuestra boda? ¿Qué serían las carteras sin las fotografías de nuestra pareja a tamaño carnet? ¿De las cajas de hojalata llenitas de impresiones en algodón de nuestros bisabuelos y abuelos? o ¿de los álbumes que nos recuerdan los viajes de fin de curso del colegio y las fiestas de disfraces?

Corrientes artísticas en torno a la fotografía como recuerdo

Podríamos hablar de esa corriente artística por recuperar la memoria para proyectos fotográficos, la misma que rescata imágenes del pasado para crear discursos contemporáneos. Lo hace Noelia Pérez como vimos en 2.0., también Ignacio Navas (el mismo de la exposición de Fanzines en Blank Paper) en Tabacalera, así como otros que rescatan monumentos (y también personas) en la llamada "retrofotografía". Pero todo ello sería otro cantar.

De momento vamos a quedarnos mirando a nuestro alrededor, contando las instantáneas sobre recuerdos que tenemos colgadas en nuestra habitación, imaginando cómo sería el mundo por un momento sin esas imágenes, sobre las malas pasadas que nos jugaría nuestra memoria, para terminar dando las gracias por aquel bendito día en que la cámara oscura se convirtió en casi una religión para quienes amamos la fotografía. Larga vida.

Fotografía | Gracias a la labor documental de Pablo Ruiz | Clorofila

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