Los entusiastas de la fotografía digital estamos viviendo una etapa muy emocionante. La aparición de nuevas tecnologías y tipos de cámaras está provocando que los cimientos que tan profundas raíces tenían comiencen a resquebrajarse. Muchos de vosotros, nuestros lectores, habéis mostrado vuestra incomodidad ante la «lentitud de reflejos» de los dos pesos pesados de este sector, Nikon y Canon. Y no os falta razón.
Si analizamos los lanzamientos que estas dos compañías han efectuado durante los últimos meses comprobaremos que siguen apostando casi de forma exclusiva, al menos en los segmentos profesional y para entusiastas, por las cámaras DSLR. Ambas han hecho un atisbo de incursión en el mundo de las compactas de objetivos intercambiables, abanderadas por la EOS M en el caso de Canon, y la 1 en el de Nikon. Pero la competencia aprieta. Y mucho.
Se avecina una revolución
Olympus, Fujifilm, Panasonic y Sony han lanzado durante los últimos meses cámaras de sistema compacto (CSC) muy apetecibles. Todas nos permiten utilizar el objetivo que nos venga en gana, son compactas, ligeras, y, además, muchas de ellas están muy bien construidas. Además, la calidad de los visores electrónicos es cada vez mejor, y los sistemas de enfoque por detección de fase sobre el sensor y por contraste están mejorando a una velocidad impensable. Encima, algunas tienen aditamentos, cuando menos, llamativos, como conectividad WiFi y NFC.
Es cierto que la mayor parte de estos productos no parecen diseñados para convencer a los profesionales y los entusiastas más exigentes, pero este panorama podría estar a punto de cambiar. Las novísimas A7 y A7r de Sony acaban de llegar al mercado, y lo han hecho «pisando fuerte». Presumen de los atributos de las cámaras sin espejo que conocíamos, pero, además, cuentan también con la mayor parte de las bazas que los más exigentes aún aprecian en las DSLR.
Tanto la A7 como la A7r incorporan un sensor de tamaño completo (Full Frame) de última generación, un chasis de aleación de magnesio, un enfoque híbrido ultrarrápido, un visor electrónico cuya calidad, al menos en teoría, debe acercarse mucho a la de un visor óptico en condiciones, etc. Prácticamente todo lo que incluso los más exigentes podemos demandar.
Estas dos apetecibles cámaras de Sony son solo la punta de lanza, y probablemente no serán suficientes para atraer a muchos profesionales y entusiastas. Pero no cabe duda de que esta firma japonesa seguirá apostando por este tipo de dispositivos. Y, con el CES a la vuelta de la esquina, no sería extraño que Olympus, Panasonic o Fujifilm, entre otras compañías, nos sorprendan con alguna CSC «de envergadura» muy pronto.
¿Qué harán, mientras tanto, Canon y Nikon? Hay quien asegura que seguirán aferradas a las DSLR tradicionales, que aún tienen su atractivo, por supuesto, aunque cada vez se va difuminando más frente al de las CSC de alta gama. Quizás «muevan ficha» y nos sorprendan con una actitud algo menos inmovilista. Veremos cómo discurre 2014. Mientras, todo esto no son más que conjeturas, pero lo que es evidente es que las cámaras sin espejo cada vez son más atractivas. ¿Qué opináis al respecto?
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