Si hay una palabra que ha cambiado nuestra manera de relacionarnos a nivel global gracias a las redes sociales, ésa es viralidad. De un tiempo a esta parte son muchas las imágenes que han dado la vuelta al globo terráqueo gracias a que se compartieron y se dieron difusión en el momento y en el lugar adecuados.
Sin ir más lejos, en la última semana hemos pasado por dos fenómenos mundiales, el primero teniendo como protagonista un vestido, el cual ha creado debates interminables sobre si era de color azul y negro o blanco y dorado, haciéndonos conocer así que no todos percibimos el color de la misma manera cuando las condiciones de luz nos juegan malas pasadas. El segundo ha venido dado por una comadreja a lomos de un pájaro carpintero pero, vayamos por partes.
Si hace un año el famoso selfie de los Óscars dio la vuelta al mundo consiguiendo que el hecho de hacerse una foto de esa manera haya terminado en la fabricación de palos para selfie de pompis, convirtiendo en viral no sólo una fotografía sino una manera de entender el acto de fotografiarse a uno mismo, esperamos que el vestido quede relegado a una viralidad a nivel textil, porque si lo extrapolamos a las cámaras fotográficas, quién sabe si no podemos terminar teniendo un problema de identidad por colores.
En el caso de la comadreja, captada por un aficionado en ese momento que intentaba atrapar a un pájaro carpintero que justo salió volando con ella a su espalda, aparte de los memes tan graciosos que han salido a su encuentro, me imagino los parques naturales a rebosar y a todos los fotógrafos aficionados practicando la fotografía de paisaje, gracias a esta toma que ha pasado a la historia de Internet por su curiosidad. Porque imágenes del mundo natural, las hay y son excepcionales, pero sólo son visibles en un ámbito fotográfico.
La fotografía en estos casos es el medio, la constancia en imagen de un posible fenómeno que puede caldear las redes porque su viralidad se puede transformar en cifras inimaginables. ¿Es la calidad de la imagen proporcional al éxito que obtiene? Evidentemente no, de hecho la calidad de la imágen del ya mítico vestido brillaba por su ausencia, pero fue realmente ello lo que llevó a la confusión y por ende a la difusión mundial.
¿De quién es el mérito de la viralidad?
Indudablemente, no queremos quitar mérito al azar, pero a diario hay millones de fotografías que podrían ser igualmente virales y que no lo son porque en su ADN o en sus datos EXIF no estaba escrita la palabra "viral". O si no, si hablamos en términos de calidad, porqué una imagen publicada en Facebook sobre algo banal obtiene muchísima atención de los nuestros, mientras que esas fotografías que creemos son buenas, apenas tienen unos pocos me gustas. Algo falla.
Con esta duda existencial sobre nuestras imágenes y su no viralidad, os dejo pensando sin entrar en teorías conspiratorias. No sé cuánto tiempo tardaremos en olvidar estos últimos fenómenos, dependerá de su evolución, quién sabe si no harán que cambiemos una vez más ciertos hábitos fotográficos, haciendo que el público en general se interese por ellos como pasó con el dichoso selfie. Estaremos atentos a lo que la Red nos depare, pero mientras, no dejéis de hacer fotos, algún día puede sonar la flauta.
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