En los últimos tiempos nos hemos acostumbrado a escuchar cómo las cámaras incorporan sistemas de enfoque automático de distintos tipos con los que las marcas suelen presumir de rapidez a la hora de enfocar pero ¿realmente sabemos en qué consisten estos sistemas? ¿Conocemos los diferentes tipos de AF que existen? Como siempre, vamos a tratar de aclararlo.
El sistema híbrido, que es del que más se está hablando en los últimos tiempos, es el resultado de la mezcla de los dos sistemas tradicionales de autofocus pasivo que han venido incorporando habitualmente las cámaras fotográficas. Es decir, es la mezcla del enfoque por diferencia de contraste, usado desde siempre en las cámaras compactas digitales, con el método por detección de fase que se viene utilizando en las DSLR.
Por cierto que antes de seguir hay que decir que estamos hablando de sistemas de enfoque pasivo, los más comunes y que funcionan partiendo únicamente de la información que llega a la cámara. La otra alternativa, los sistemas de enfoque activo, se basan en que la cámara emite algún tipo de onda (un ultrasonido, una luz infrarroja…) que tras rebotar en los objetos de la escena regresa hasta el sensor AF para informarle de la distancia a la que debe enfocar.
Por otro lado tampoco vamos a hablar de los diferentes modos de enfoque que suelen ofrecer las cámaras. Hablamos del AF sencillo, del continuo, etc, ya que es un tema que hemos tratado en otras ocasiones así que os remitimos, por ejemplo, a este artículo.
Enfoque por contraste
Este sistema AF, también conocido como enfoque por diferencia de contraste, se basa en la premisa de que el contraste de una imagen es mayor y se aprecian mejor sus bordes cuando está correctamente enfocada. Así, las cámaras que trabajan según este sistema trabajan directamente con la imagen que capta el sensor analizando el contraste de la escena y sus diferencias de luz.
En base a esta información, el procesador (que es quien se encarga de la tarea) busca los puntos donde la iluminación cambia bruscamente y en ellos basa el enfoque. En principio este sistema de enfoque trabaja analizando la imagen por completo (osea sin tener en cuenta puntos de enfoque) lo que implica que el procesador debe trabajar con una importante cantidad de información y esto hace que sea un sistema más lento que el de detección de fase.
Por otro lado, cuando las condiciones de luz son muy pobres, o hay muy bajo contraste en la escena, suele tener muchos problemas, y además tampoco son la mejor opción para el enfoque continuo. Por eso, como decíamos, este sistema es el que han venido utilizando las cámaras compactas que no exigían tanto en este apartado.
Sin embargo, los avances en el mercado (con procesadores mucho más capaces) ha hecho que este tipo de AF cada vez sea más rápido e incluso casi llegue a estar a la altura de su contrincante en cuanto a rapidez, siendo además más preciso en general.
Enfoque por detección de fase
Este tipo de enfoque se basa en que la cámara incorpora un sensor específico, diferente del captor de la imagen, que se encarga del sistema autofoco. Como decíamos es típico de las cámaras réflex porque trabaja con parte de la luz que llega al espejo y es reenviada a un sistema secundario que la dirige a su vez hacia el sensor de enfoque.
En este camino, el haz de luz que se redirige al sensor AF se divide a su vez en dos imágenes que llegan al sistema de enfoque y son convertidas en una señal eléctrica. Ésta se refiere a los puntos de enfoque concretos de que disponga la cámara, ya que el sistema funciona detectando sólo contrastes de luz en esos puntos concretos. Así, se detectan las transiciones en las líneas, las texturas o los bordes de un objeto comparando los datos duplicados que llegan al sensor AF.
El procesador compara las dos señales eléctricas y hace que sus picos, que se refieren a esos puntos donde la luz cambia, coincidan para que el enfoque sea correcto. Algunos de los puntos de enfoque están diseñados para captar sólo cambios verticales y otros transiciones horizontales, mientras que otros (los denominados puntos de enfoque en cruz) pueden detectar ambas.
Las ventajas de este enfoque son sobre todo su rapidez, ya que el sistema electrónico es muy veloz detectando los movimientos del sujeto y ajustando el enfoque a ellos (incluso es capaz de predecirlos). Además, tal y como hemos contado, permite elegir al fotógrafo sobre qué punto concreto quiere enfocar.
Respecto a sus inconvenientes, se trata de un sistema bastante complejo y caro, motivo por el que su utilización ha estado restringido a las cámaras réflex. Otro de sus problemas es que es susceptible de verse afectado por los problemas de front y back focus de los que os hablamos hace poco.
Enfoque híbrido
Por tanto, si tanto uno como otro tipo de enfoque tiene sus ventajas ¿por qué no juntarlos para obtener una tercera vía más efectiva? Pues eso es justo lo que llevan investigando los fabricantes desde hace tiempo, sobre todo desde que aparecieron las cámaras sin espejo. Este tipo de autofocus, conocido en inglés como Hybrid AF, es un sistema de enfoque automático que combina el enfoque de diferencia de contraste tradicional con el de detección de fase. Esto permite mejorar la precisión del enfoque y al tiempo lograr una respuesta rápida en el seguimiento de objetos.
Claro que ¿cómo integrar un sistema AF por diferencia de fase en una cámara sin espejo? Pues haciendo que el propio sensor pueda hacer lo que antes necesitaba de un captor adicional. Para ello es necesario que el sensor tenga unos píxeles que sean capaces de detectar la iluminación que les llega por cada uno de sus lados, o bien que incorporen una doble capa de píxeles (unas marcas lo han hecho de un modo y otras de otro).
La cuestión es que, en cualquier caso, el sensor tenga una información eléctrica de uno y otro lado que pueda comparar para obtener el enfoque por fase y al tiempo se siga dedicando una zona al enfoque por contraste. Por supuesto, a esto ha contribuido el hecho de montar procesadores de imágenes extremadamente rápidos que son capaces de procesar toda esta información en tiempo real.
El resultado es que la mayoría de las últimas cámaras presentadas incorporan este tipo de enfoque, incluyendo modelos réflex como la Pentax K-70 (que os adelanto analizaremos dentro de poco) y por supuesto modelos sin espejo o compactas avanzadas como la Sony RX100 V, que presume de tener el AF híbrido más veloz (0,05 segundos) y con mayor número de puntos de enfoque (315) del mercado.
Sólo el futuro nos deparará si el modo híbrido acaba convirtiéndose en un estándar o los ingenieros encuentran algún otro nuevo sistema que desterre todo lo visto hasta ahora. Pero de momento parece que éste es el modo de enfoque que lleva las de ganar de aquí a unos cuantos años.
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Foto de portada | John Loo