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Josef Koudelka, el fotógrafo que nunca aceptó un encargo

Josef Koudelka, el fotógrafo que nunca aceptó un encargo

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Josef Koudelka, el fotógrafo que nunca aceptó un encargo

Josef Koudelka, nacido en Moravia, hizo sus primeras fotografías mientras era estudiante en la década de 1950. Casi al mismo tiempo que él comenzó su carrera como ingeniero aeronáutico en 1961 él también comenzó a fotografiar gitanos en Checoslovaquia y, también, en el teatro en Praga, el Teatro Za Branou, y así, entre gente, tablas y decorados comenzó a experimentar con la acción dramática.

Esa afición se volvió un trabajo a tiempo completo en 1967, abandonando aquellos estudios de ingeniería. Al año siguiente, Koudelka fotografió la invasión soviética de Praga, publicando sus fotografías bajo las iniciales P. P. (que significaba "Fotógrafo de Praga "). Y lo hizo de esa manera por temor a represalias hacia él y su familia. Con estos estas pinceladas primeras parece claro que Josef Koudelka podríamos encajarlo entre el Fotoperiodismo y la Fotografía documental, aunque resulta complicado decirlo que un fotógrafo del cual se dice que nunca aceptó un encargo.



Trayectoria

Koudelka mostró en aquellos años 60, que la comunidad gitana Europea eran claramente marginados, apartados y silenciados.

Poco después de jugarse la vida en cada fotografía, su trabajo fue ampliamente reconocido en los años siguientes. En 1969, fue galardonado anónimamente con la Medalla de Oro Robert Capa por esas fotografías de 1968. Koudelka dejó Checoslovaquia y pidió asilo político en 1970 en Estados Unidos. Poco después se incorporó a la agencia Magnum. En 1975, llevó a cabo la publicación de sus primeros libros sobre el pueblo gitano y, algo más en 1988, sobre los exiliados.

A modo de curiosidad, desde 1986, ha trabajado con una cámara panorámica y publicado una recopilación de estas fotografías en su libro Caos en 1999. Ha ganado importantes premios como el Premio Nadar (1978), Premio Nacional de la Fotografía en EE.UU (1989), un Premio Cartier-Bresson (1991) o el Premio de la fundación Hasselblad Internacional de Fotografía (1992), entre otros muchos.

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Ha realizado exposiciones muy importantes de su trabajo en el Museo de Arte Moderno y el Centro Internacional de Fotografía de Nueva York; la Hayward Gallery, Londres; el Museo Stedelijk de Arte Moderno de Amsterdam; o el Palais de Tokio, París, entre otros.

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El pueblo gitano

Poco antes de la Primavera de Praga Koudelka comenzó a mostrar los entresijos de la comunidad gitana de Praga. Unas vidas que plasmaría, también, en magníficos libros años después - su amigo y, también, editor Robert Delpire logró plasmar esta condición de viajero eterno en la colección Exilios. Aquello le costó que su nombre pasara a formar parte de una lista negra en la que si entrabas corrías muchísimo peligro.

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Koudelka mostró en aquellos años 60, que la comunidad gitana Europea eran claramente marginados, apartados y silenciados. Un pueblo desconocido en sus costumbres, al margen del folclore.

Hasta tal punto fue su integración que aquellas comunidades con las que tenía trato, poco a poco comenzaron a invitarle a momentos más íntimos, más cercanos que así quedaron documentados con su cámara. Unas composiciones que en algún momento tienen algo de teatrales gracias a la pasada experiencia de Koudelka en el teatro de Praga.

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La primavera del 68, según Josef Koudelka

Hay veces que nos detenemos en varios aspectos de la obra de un autor cuando estamos analizando sus grandes aportaciones a la Historia de la Fotografía. En el caso de Josef Kouldelka, es imposible no detenerse, sentarse y admirar el trabajo que realizó aquella invasión del 68. Koudelka ha publicado más de una docena de libros de su obra, siendo de obligada lectura el más reciente, en 2008, sobre la invasión de Praga del '68 durante aquel mes de Agosto.

Aquel loco se subía encima de los tanques en medio del caos y era jaleado por la multitud cada vez que le intentaban confiscar su material, ayudándole la multitud a escabullirse de los soldados.

Recordemos muy brevemente. En plena guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, la noche del 21 de agosto de 1968, tropas del Pacto de Varsovia, lideradas por el ejército soviético, invadieron la ciudad de Praga, terminando con el corto período de libertad política en Checoslovaquia, que fue conocido en el mundo con el nombre de Primavera de Praga. El resto del mundo calló ante tal suceso, como en tantos otros antes y tantos otros ahora. Pero un joven idealista quiso dejarnos constancia y documentar fielmente lo que pasó en aquella invasión. y lo hizo en un mundo en el que las comunicaciones no eran tan globales y no cruzaban el planeta en segundos como lo es hoy.

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Koudelka retrató un pueblo que se defendía con lo que tenía a mano. Con cualquier cosa. Como Josef Koudelka, el loco de la mirada salvaje

Cuentan, que otro fotógrafo, de la agencia Magnum, Ian Berry caminaba un día por Praga con su Leicas ocultas bajo el abrigo, nervioso y asustado mirando en todas las direcciones. Para Berry, británico, el solo hecho de estar allí y tener dicha nacionalidad era como un suicidio perfectamente planeado. Apostado junto a las paredes y oculto entre las ruinas primeras de la invasión, Berry temblaba cada vez que necesitaba usar sus Leicas, porque había visto de primera mano como los soldados soviéticos disparaban a todo lo que consideraban sospechoso.

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En una de estas ocasiones estaba, cuando vio un "loco" de "mirada salvaje" (según ha contado muchas veces, Ian Berry) con dos cuerdas colgadas al cuello de las que pendían dos antiguas cámaras Exakta. Aquel loco se subía encima de los tanques en medio del caos y era jaleado por la multitud cada vez que le intentaban confiscar su material, ayudándole la multitud a escabullirse de los soldados. Berry afirmó que aquel hombre era o el más idiota o el más valiente que había visto nunca. Aquel loco era Josef Koudelka.

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Su legado

En un mundo actual como el nuestro, sigue vigente todo lo que nos enseñó Josef Koudelka. Se necesitan locos como Koudelka, locos como muchos fotoperiodistas que se juegan la vida a diario por traernos y contarnos la situación de injusticia, pobreza o guerra de muchas personas. Es nuestro deber reaccionar, de alguna forma ante esas imágenes. Es nuestro deber, simplemente eso: ser humanos.

Más información | Josef Koudelka, Magnum

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