Ayer ese presentó en Madrid, en la galería Blanca Berlín, la última exposición de la fotógrafa Isabel Muñoz: 'Los unicornios existen'. Una serie de fotografías realizadas en Deauville, cerca de la costa normanda, famosa por sus carreras de caballos. El título de la exposición es la expresión de una niña de once años después de ver las fotografías que forman parte de la serie.
Después de la gran exposición de Tabacalera, con motivo de su Premio Nacional de Fotografía, quedó más claro que nunca que Isabel es la fotógrafa de la pasión por la sensualidad. Y en esta nueva se confirma, desde otro punto de vista, la idea que nos quedó a todos. Ella es capaz de encontrar la sensualidad, la pura vida, en cualquier proyecto que tenga entre manos.
En esta ocasión ha decidido ir tras los caballos. No es la primera vez que se acerca al mundo animal de semejante forma. Hace ya tres años sorprendió a propios y extraños con 'Álbum de familia', una serie de retratos de primates que nos recordaban que estamos más cerca de ellos de lo que muchos piensan.
El caballo, uno de los animales más elegantes que pueblan la tierra, conquistaron la mirada de Isabel Muñoz en las tierras normandas. Quizás se enamoró aún más de ellos viéndoles correr por aquellas playas. O encontró su mirada social cuando descubrió que los caballos son un catalizador terapeútico en casos de maltrato, problemas de movilidad, enfermedades traumatológicas o discapacidad, como podemos leer en las notas de prensa.
Y no paró hasta conocer a Pierre Fleury, un hombre que establece una comunicación perfecta con los caballos y que le explicó cómo trabajar con ellos para sacarles todo lo que son capaces de ofrecer. Todos los que han trabajado con animales saben lo difícil que puede llegar a ser. Pero da la sensación, después de contemplar las fotografías, que realmente estaban posando para Isabel Muñoz. O al menos sentían mucha curiosidad.
Los platinos como marca de la casa
Una de las señas de identidad de Isabel Muñoz son los platinos. Un proceso noble, totalmente artesano, que da a las fotografías un aspecto inmejorable. Único e irrepetible. Son tantas las variables que es imposible encontrar dos copias iguales. Cada una tiene vida propia. Esos tonos levemente rojizos del platino cambian según se aplique sobre el papel.
La técnica es capaz de convertir la fotografía en algo similar a un grabado, pues la presencia del pincel, la fuerza del trazo, cambia de forma imperceptible cada copia. Primero hay que conseguir un negativo de gran tamaño y luego, por contacto, llevar todos los matices a la hoja sensibilizada con el platino. Es la magia de lo artesano, de lo que está vivo frente a procesos mecanizados que todo lo igualan.
Porque las copias de la exposición dejan ver los rastros de la emulsión sobre el papel. Dentro del marco el papel está sujeto con imanes para recordarnos que estamos viendo algo más parecido a un grabado que a una simple fotografía impresa. Y no es fácil lograr el grado de perfeccionamiento que alcanza cada copia. Ahí está a la vista también el excelente trabajo de su equipo.
Vemos a los caballos, corriendo por el mar, descansando en la tierra y acompañados de cuerpos humanos desnudos. Piel contra piel. Blancos y negros con todos sus matices. Y recuerdas el placer de quedarse mirando una fotografía. Es un trabajo, que como siempre ocurre con Isabel Muñoz, te permite imaginar mil historias mientras lo contemplas. ¿Acaso no es la misión de la fotografía?
‘Los unicornios existen’ de Isabel Muñoz
Del 17 de enero al 9 de marzo de 2019 Galería Blanca Berlín
C/ del Limón, 28
28015, Madrid. España
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