Tal y como os contamos cuando se anunció la Sony A7 III, los ejecutivos de la firma la presentaron como el “modelo básico”. Claro que viendo la lista de especificaciones y el precio, y teniendo la oportunidad de tener una primera toma de contacto con ella, ya nos quedó claro que no se referían precisamente a que hubieran fabricado algo “sencillo” o “accesible”.
Por eso, hemos ido al diccionario de la RAE para comprobar que “básico” es algo “que tiene carácter de base o constituye un elemento fundamental de algo”. Esto sí que podría ser una buena definición de lo que pretende ser la Sony A7 III: la cámara que establezca el listón mínimo para quien quiera entrar en el sector de las cámaras sin espejo con sensor de formato completo. Es decir, todo un aviso a navegantes que estén preparándose para entrar en este mercado (y no hace falta dar nombres).
Para la prueba hemos contado con un objetivo Sony Zeiss Vario-Tessar T* FE 24-70 mm F4 ZA OSS que hace un buen conjunto con la Sony A7 III
Sea como fuere, hemos tenido la oportunidad de probar la cámara con calma y vamos a contaros cuáles han sido nuestras impresiones y los resultados, como siempre con una amplia galería de imágenes para que vosotros mismos podáis ver las fotos con detalle. Por cierto que para la prueba hemos contado con un objetivo Sony Zeiss Vario-Tessar T* FE 24-70 mm F4 ZA OSS, un viejo conocido porque esta óptica fue una de las primeras en aparecer cuando se presentó la primigenia Sony A7.
Este objetivo de distancia focal variable (24-70 mm ya que al ser un sensor FF no hay factor de recorte) cubre un rango para uso habitual, es de gama media-alta y tiene una luminosidad no muy elevada (ƒ4) pero constante en toda la focal. Cuenta con sellado contra el polvo y la humedad, estabilizador óptico y el revestimiento "T*" de la firma para asegurar su calidad, y tiene un precio recomendado de mil euros.
Así, teniendo en cuenta que la cámara cuesta (sólo el cuerpo) 2.300 euros, estaríamos hablando de un conjunto completo que saldría por un total de 3.300 euros. Por supuesto hay otras opciones, entre ellas la de elegir el único kit que se comercializa de la A7 III con el objetivo FE 28-70 mm F3,5-5,6 OSS que cuesta 2.500 euros. La diferencia es de 800 euros pero en los niveles que nos movemos no creemos que esta última óptica (que es de las más modestas del catálogo de Sony) sea adecuada para una cámara como ésta.
Por el contrario, la que hemos podido utilizar sí nos parece bastante adecuada. Sin entrar en el tema de la calidad de imagen (algo para lo que tendréis que leer hasta el final), como se puede apreciar en las fotos el conjunto de cámara más objetivo es muy equilibrado. Porque, como ya sabréis si conocéis la familia de cámaras Alpha CSC FF de Sony, uno de los handicaps de estas cámaras es la necesidad de utilizar objetivos de grandes dimensiones.
Sin embargo las dimensiones de este Vario-Tessar T* FE 24-70 mm F4 ZA OSS son relativamente reducidas y, sobre todo, hacen un conjunto muy equilibrado con la cámara, tanto por lo que se refiere al peso y tamaño, como a su buena construcción.
Sony A7 III: Características principales
Sensor | CMOS Full Frame (35,8 x 23,9 mm) de 24,2 megapíxeles efectivos y resolución máxima de 6.000 x 4.000 puntos |
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Estabilización | Por desplazamiento del sensor en cinco ejes |
Procesador de imagen | Bionz X |
Sensibilidad | 100 a 51.200 ISO (ampliado 50 a 204.800) |
Formatos de salida | JPEG y RAW 14 bits (tipo ARW) |
Enfoque automático | Híbrido con 693 puntos y tecnología 4D Focus |
Monitor | TFT 3 pulgadas (921.600 puntos) y extraíble |
Visor | Electrónico XGA OLED (2.359.296 píxeles) con cobertura del 100% y aumento 0,78x |
Velocidad de obturación | De 30 a 1/8.000 seg |
Disparo en ráfaga | 10 FPS máximo |
Calidad de vídeo máxima | XAVC S 4K a 3.840 x 2.160 30p, 100 M |
Soportes de almacenamiento | Doble ranura para tarjetas SD, una de ellas compatible con UHS-I/II, la otra con Memory Stick Duo |
Conectividad | USB 3.1, Wi-Fi, Bluetooth 4.1 y NFC |
Autonomía | 610/710 disparos (visor/LCD) |
Dimensiones | 126,9 x 95,6 x 73,7 mm |
Peso | 650 g (con batería y tarjeta) |
Precio | 2.300 euros (solo cuerpo) |
Construcción y ergonomía
Otras novedades son la pantalla táctil, su mejorado visor y la incorporación de doble ranura para tarjetas de memoria
En la toma de contacto ya comprobamos que no hay grandes cambios respecto al ya consolidado diseño de las cámaras de la Serie Alpha sin espejo FF. Por tanto, se mantiene un cuerpo de aleación de magnesio con un diseño sobrio y anguloso pero atractivo (aunque por supuesto es cuestión de gustos) con una ergonomía muy lograda que permite agarrar la cámara con seguridad y comodidad.
Así, además de pequeños retoques para asegurar la durabilidad de ciertas zonas que han dado problemas en algunos modelos (y no nos referimos a los que os contábamos aquí) y para hacer un poco más accesibles los controles, los cambios realmente notables sobre su antecesora (la Sony A7 II) están en la incorporación del botón AF-On y el pequeño joystick trasero para elegir el punto de enfoque o manejar los menús. Se trata de cosas que ya tienen sus hermanas mayores, las Sony A7R III y A9, con las que comparte un aspecto muy, muy similar pero también muchas prestaciones.
Más novedades respecto a su antecesora que no se ven a primera vista pero sí son importantes son la pantalla que ahora tiene capacidad táctil (aunque su movilidad sea algo escasa), un visor muy mejorado y la incorporación de doble ranura para tarjetas de memoria, de nuevo características heredadas de sus hermanas de gama.
De las dos primeras vamos a hablar más adelante pero de esta tercera sí nos gustaría apuntar, como hicimos al analizar la A9, que no entendemos porqué no son compatibles ambas con tarjetas UHS-II pero que, en cualquier caso, es una característica bienvenida que puede ser muy útil. Eso sí, puede parecer una tontería pero para próximos modelos sería recomendable que las tarjetas se insertaran al revés (con la parte donde llevan la pegatina mirando hacia la espalda de la cámara) para poder ver mejor qué tarjeta tenemos insertada sin necesidad de sacarla del todo de la ranura.
No es novedad en la Sony A7 III pero sí es destacable la gran capacidad de personalización: Hasta trece controles configurables
Justo en la otra parte de la cámara, a la izquierda, tres tapas dan acceso a los conectores Micro HDMI, multi/micro USB, USB Type-C y minijacks de salida y entrada (para auriculares y micrófono). En cuanto a los controles, la cámara está muy bien surtida, hasta el punto de incluir cuatro botones de función, dos ruedas de control de exposición y una que circunda la cruceta, más el joystick ya citado, además de otros botones más o menos habituales.
Todo queda bastante a mano, aunque como ya dijimos en nuestro primer encuentro con la cámara quizá hay un exceso de trabajo para el pulgar de la mano derecha, de forma que hay botones que acaban sin apenas uso, como vamos a contar a continuación.
Manejo y prestaciones
No es algo nuevo de este modelo concreto pero no deja de ser destacable la alta posibilidad de personalización que ofrece la Sony A7 III. Hasta trece controles se pueden personalizar “a gusto del consumidor” y, como decíamos antes, hay para todos los gustos. Eso sí, en principio no es difícil sentirse un poco perdido y abrumado por tanto botón dispuesto para que el pulgar derecho accione.
Por ejemplo, en nuestra experiencia los botones AF-On y AEL así como la rueda delantera de control de exposición apenas los usamos, teniendo la sensación de que estábamos infrautilizando las posibilidades de la cámara. Sin embargo, tampoco utilizamos mucho el nuevo joystick que en la toma de contacto nos pareció tan útil, y simplemente fue porque en esta ocasión nos resultó mucho más cómodo elegir el punto de enfoque directamente con el dedo.
En fin, al final es cuestión de acostumbrarse a una forma de trabajar y sentirse cómodo con la cámara, y gracias a sus posibilidades de personalización esto es más fácil que en otros modelos, aunque requiera su tiempo para adaptarse y también para configurar la cámara. Por cierto que para esto se agradecería un mejor manual de instrucciones (el que trae es de instrucciones básicas) ya que las posibilidades son muchas y cuesta entenderlas todas y sólo tenemos el recurso de leer el manual completo online, lo cual no es muy cómodo.
Cambiando de tercio hay que hablar del ruido que hace la cámara al disparar, un sonido que resulta bastante contundente y recuerda sin duda a una cámara con espejo. Sin embargo, evidentemente se trata de un ruido artificial toda vez que existe un Modo silencioso en el que seremos totalmente discretos. Eso sí, combinado con la rapidez de la cámara y el hecho de que el blackout es prácticamente inexistente, es fácil que ni nos demos cuenta de que estamos disparando.
Aunque no sea una A9, la cámara parece una “inofensiva metralleta” cuando nos ponemos a exprimir su ráfaga de 10 fps con capacidad de hacer hasta 177 fotografías
Ya que hemos mencionado lo de la rapidez hay que hablar sin duda de ello porque desde luego es un aspecto muy positivo de este modelo y que ha mejorado bastante respecto a la anterior versión. Y si en algún momento se nota la celeridad, aparte de en el enfoque, es en la velocidad de disparo que, como avanzábamos, llega a la nada despreciable cifra de 10 fps (dobla la cifra con respecto a la A7 II) con posibilidad de grabar hasta 177 imágenes (en formato JPEG) sin parar.
El resultado, como ya dijimos al respecto de otros modelos de Sony, es que la cámara parece una “inofensiva metralleta”, tal y como hemos comprobado. Eso sí, también hemos visto claramente como para conseguir esta velocidad hace falta utilizar una tarjeta de memoria igualmente veloz (lo cual es lógico por otro lado).
Por otro lado, hay que hacer un apunte también sobre los menús, que a pesar de haber recibido un rediseño (como sus hermanas de gama) siguen siendo farragosos, pero por la sencilla razón de que hay muchísimas opciones que configurar. Esto hace que no sea difícil perderse en ellos, y que el proceso de configuración inicial de la cámara sea un poco duro, más sin tener al lado un manual completo que nos guíe.
Por último, no podemos dejar de apuntar al menos otros aspectos que hacen de la A7 III una cámara realmente muy completa. Tanto por la extensa conectividad (WiFi, Bluetooth y NFC), como por el estabilizador incorporado que aporta un extra de nitidez muy conveniente cuando la luz empieza a escasear o sus grandes posibilidades en el campo de la grabación de vídeo.
Pantalla táctil y visor
Mientras otras marcas le están otorgando un papel destacado a la pantalla táctil (que es novedad de este modelo) para el control de la cámara, en la A7 III esta funcionalidad es limitada como ya hemos comentado. En el modo de captura el uso queda reservado casi en exclusiva para la elección del punto de enfoque, lo que parece adecuado para evitar que se produzcan errores o se seleccionen cosas sin querer al tocar la pantalla o llevarnos el visor al ojo.
Sin embargo, en los menús o el modo de reproducción tampoco sirve para mucho. Ni se pueden pasar las fotos arrastrando el dedo o hacer zoom con el típico gesto de la pinza, ni tampoco pinchar en la típica ventana de Aceptar cuando se selecciona algún ajuste del menú.
El visor es realmente fabuloso, de lo mejorcito del mercado y con ventajas evidentes respecto a los visores réflex que, por fin, empiezan a no echarse de menos
Desde luego para un uso avanzado/ profesional nos parece ideal contar con bastantes botones “físicos” que poder apretar sin apartar la vista del visor, pero para la reproducción de las fotos y los menús no deja de ser un poco paradójico que no se saque provecho toda vez que ya nos estamos acostumbrando a ello (porque lo ofrecen incluyen casi todas las nuevas cámaras) y es realmente útil.
Por cierto que la calidad de la pantalla es muy buena y su visibilidad casi perfecta desde cualquier ángulo, pero queda un poco ensombrecida por un visor que es realmente fabuloso. Es cierto que tiene algún problema de moire en algunos escenarios y que en entornos muy oscuros se aprecia un evidente ruido (problemas que, por supuesto, no se reflejan en las fotos), pero su resolución y brillo lo convierten seguramente en el mejor del mercado.
Es cierto que la visión directa que aporta un visor SLR es inigualable, pero no es nada difícil acostumbrarse a usar uno electrónico cuando su calidad es tanta y añade unas cuantas ventajas. Cosas como la cantidad de información añadida que tenemos disponible en el visor o el hecho de que haga más fácil la toma en situaciones de escasa iluminación. Pero además esta vez hemos disfrutado también de otra añadida que no habíamos notado apenas hasta ahora.
En concreto, aunque empezamos revisando las tomas en la LCD trasera (tal y como nos hemos acostumbrado a hacer todos con las cámaras digitales), en este caso acabamos viéndolas a través del visor, ya que su calidad es magnífica y permite un visionado mejor, entre otras cosas por la ausencia de distracciones o reflejos de luz. Así, no tenemos ninguna duda de que por fin podemos afirmar que con visores como éstos las cámaras sin espejo ya empiezan a adelantar a las réflex en este terreno.
Enfoque automático y autonomía
Dos de los aspectos más mejorados de la cámara en relación al anterior modelo sin duda merecían que los tratáramos en un capítulo aparte. La primera, el enfoque automático, supone un importante salto ya que la A7 II tenía un sistema que ofrecía 177 puntos de enfoque mientras que su sucesora tiene (nada menos que) 693 puntos. Esta característica es heredada también, en este caso de la A9 que es la cámara más veloz en materia de enfoque de todas las que ofrece Sony en estos momentos.
El enfoque es rápido y certero, aunque resulta un poco complicado discriminar cuál es el modo de AF más adecuado para cada situación
Así las cosas, en general el enfoque es muy rápido y totalmente silencioso, incluso en entornos de baja luminosidad (y siempre y cuando el sujeto a enfocar tenga suficiente contraste). El modo de enfoque continuo de seguimiento es muy capaz para no tratarse de una cámara destinada a los deportes o las escenas de acción.
Lo hizo muy bien manteniendo en foco a un sujeto que se iba acercando a la cámara a cierta velocidad y también siguiendo a los skaters y bikers que veis en las fotos de prueba. Eso sí, como ya vimos en la A9, si los elementos a enfocar no son muy grandes, es posible que la cámara se vuelva un poco loca y no sea capaz de “adivinar” a quién tiene que seguir o cambie de uno a otro de forma un tanto aleatoria.
En este sentido también hay que decir, como apuntábamos al respecto de la personalización, que las opciones son tantas que resulta un poco difícil tener claro desde el principio cuál es el modo de AF más adecuado para las distintas situaciones (a lo que tampoco ayuda la falta de manual), lo que requiere algo de práctica y tiempo.
Por otro lado, hay que destacar las funciones referidas a la detección de rostros, que ayudan a que el sujeto de la foto siempre esté a foco y funciona bastante bien tal y como pudimos comprobar. Este sistema no sólo tiene capacidad para reconocer rostros en la escena, sino que incluso se pueden registrar caras concretas que la cámara recuerda.
La mejora en la duración de la batería es uno de los aspectos que más se agradece porque parece capaz de aguantar un día completo de trabajo sin preocuparnos del tema
Por lo que toca a la autonomía, se trata de otro gran avance sobre el modelo anterior al que casi dobla sobre el papel (de 350 a 610/710 fotos). En la práctica (tal y como adelantamos en la toma de contacto), la mejora es evidente e incluso podemos decir que, si no hacemos un uso extensivo del monitor y elegimos preferentemente el visor, la autonomía es aún mayor.
No hemos medido exactamente la duración de cada ciclo de carga porque, por necesidades de la prueba, no agotábamos la batería a tope, pero lo cierto es que nuestra sensación ha sido que casi podíamos olvidarnos de la autonomía y desde luego no era necesario recargar después de cada sesión de prueba. Así las cosas, aunque siga siendo necesario contar con reserva (más tratándose de un modelo para fines profesionales) sin duda la cámara puede aguantar el tirón de una jornada de trabajo con una sola batería.
Eso sí, en este apartado sí que tenemos que dar un pequeño tirón de orejas a Sony por el hecho de no incluir un cargador por separado. Es decir, la batería se renueva directamente conectada mediante un cargador tipo móvil (también se puede hacer desde una batería de apoyo de esas portátiles), lo cual es algo que cada vez es más habitual pero a nosotros no nos termina de convencer. Ciertamente, el cargador así es más ligero (y permite utilizarla conectada a la red) pero, a cambio, cargar una segunda batería de apoyo es un problema.
Calidad, ruido y rendimiento
Llegamos por fin al que siempre consideramos el apartado más importante de los análisis, el referido a la calidad de imagen, el nivel de detalle, la relación señal-ruido, rango dinámico, etc, además del rendimiento general que ofrece la Sony A7 III que tenemos entre manos. Para empezar hay que decir que la resolución no ha variado respecto a su antecesora, toda vez que su sensor tiene la misma cifra de píxeles aunque ahora sea más capaz de trabajar en entornos difíciles.
Sobre todo en condiciones de baja luminosidad, donde podemos echar mano de sensibilidades de 12.800 ISO sin que el ruido sea un problema excesivo. Además, la cámara hace un estupendo trabajo de reducción de ruido al procesar los archivos JPEG ofreciendo unas fotos bastante limpias sin que eso suponga un merma exagerada en nitidez.
Así las cosas, es muy posible ajustar el ISO en modo automático (pudiendo marcar unos límites) y olvidarse de este ajuste aunque con un detalle. Hay una característica que determina a qué velocidad mínima de obturación se empieza a incrementar el ISO; pues bien, el ajuste por defecto provocó que al principio de nuestras pruebas la cámara optara por subir la sensibilidad mucho más de lo que a nosotros nos parecía necesario de acuerdo a la iluminación.
Otros puntos a destacar son los referidos al rango dinámico, donde es capaz de recuperar bastante detalle oculto a primera vista (como suele suceder, mejor en las sombras que en las luces), el nivel de detalle, que es muy alto como ya apuntamos en la toma de contacto y podéis observar en las fotos que adjuntamos, y la reproducción del color que es excelente.
Por lo que toca al objetivo utilizado, hay que decir que es un buen complemento de la cámara ya que está a la altura en definición. Su rendimiento no decae en las esquinas en la gran mayoría de los casos, y no hemos apreciado aberraciones a considerar. Igualmente, aunque la luminosidad no sea muy elevada, a ƒ4 permite unos buenos desenfoques y la calidad del bokeh es bastante buena (se nota que lleva la etiqueta “Zeiss”).
Sony A7 III: la opinión de XatakaFoto
Su precio (2.300 euros solo el cuerpo), es una cantidad muy razonable para su usuario potencial que no es otro que un fotógrafo profesional
Por tanto, a tenor de todo lo que hemos venido contando ya os podéis imaginar que nuestra impresión al respecto de la Sony A7 III difícilmente puede ser mejor. De ahí la nota que le hemos dado, que ciertamente no es muy diferente a la que obtuvieron sus hermanas de gama, pero es que en este caso estamos hablando de un modelo “básico” que establece sin duda las bases de la categoría (tal y como pretende Sony).
Primero porque ha mejorado mucho respecto a su antecesora, tanto que sus características se acercan mucho a los modelos top de la gama de Sony. Segundo porque, tal y como dijimos en nuestra toma de contacto, su precio es razonable, tanto que lleva a preguntarse si merece la pena el gasto en una A9 o A7R III cuando ésta ofrece características muy similares a un coste mucho más asequible.
Por supuesto lo del coste es subjetivo, pero nosotros lo vemos razonable. Es cierto que antes de la presentación se especuló con que podía bajar de la barrera psicológica de los 2.000 euros (lo cual hubiera sido fabuloso). Sin embargo, su precio está muy ajustado a la categoría en la que viene a competir, donde cámaras como la Canon EOS 5D Mark IV o la Nikon D850 no bajan de los 3.000 euros.
Desde luego no es una cantidad accesible para un usuario que no sea profesional, pero es que esta cámara es claramente un modelo para pros, y el que no lo sea y se la compre casi seguro que lo estará haciendo por capricho. Y si lo hace con fines profesionales, salvando el necesario aprendizaje para hacerse con ella en toda la magnitud que es capaz de ofrecer, tendrá en sus manos una potente herramienta útil para todo tipo de situaciones.
Puede que no sea la cámara perfecta para acción y deportes (que para eso está la A9), ni para reportaje, naturaleza o estudio (donde domina la A7R III), pero es más que capaz en una gran mayoría de situaciones (incluido su uso como videocámara). Porque la Sony A7 III combina rapidez, prestaciones, calidad de imagen y precio atractivo (repetimos, desde un punto de vista profesional). Por eso, estamos seguros de que va a ofrecer muchas satisfacciones (y de paso poner las cosas difíciles a otros fabricantes) a usuarios que busquen un modelo de uso polivalente y no vayan a echar de menos una resolución de 42 megapíxeles o una ráfaga de 20 fotos por segundo.
En Flickr | Galería a toda resolución
La nota de la Sony A7 III en Xataka Foto
9.1
A favor
- Calidad de imagen
- Visor y autonomía mejorados
- Silenciosa y muy rápida
En contra
- Interfaz táctil limitada
- Menús farragosos
- Sin cargador de batería externo
La cámara ha sido cedida para el análisis por parte de Sony. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas.
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