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¿Cómo hacer las fotografías de las vacaciones?

¿Cómo hacer las fotografías de las vacaciones?

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¿Cómo hacer las fotografías de las vacaciones?

Seguro que aparecerán muchos artículos con este título estos días en muchas páginas. Que si la luz, la cámara pequeña, los consejos para no quedarse sin fotos... Pero lo mejor que podemos hacer en las vacaciones con la fotografía es disfrutar. Solo eso. Ni más ni menos.

Vacaciones... esa palabra maravillosa que retumba en mi mente desde hace unos cuántos días. Iré si todo va bien al norte con mi familia. Visitaremos sitos que recordamos, nuevos lugares y comeremos aquello por lo que suspiramos cuando no queda en la nevera más que un huevo frito porque no hemos tenido tiempo para comprar... Y por supuesto haremos fotos y más fotos. Fotografías sin parar, porque de nuevo no hemos tenido tiempo en todo el año de salir con la cámara al hombro por el simple placer de hacerlo.

La fotografía es uno de los mayores placeres que nos ha dado la tecnología. Es una forma maravillosa de recordar todo aquello que hacemos. Es la mejor forma de contar la novela de nuestra vida, porque solo salen las cosas buenas, pues en los malos momentos muchos ni nos acordamos de ella. Y muchas veces es capaz de curar.

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Es típica, pero me sentó de lujo

Tenemos que aprovechar los días de vacaciones para relajarnos, y si es con una cámara al lado sin obligación alguna, mejor que mejor. Porque fotografiar es una terapia para muchos. Siempre cuento la misma historia, pero creo que representa muy bien lo que quiero decir cuando hablo de lo bien que sienta hacer fotos.

La chica de la playa con una cámara al hombro

Ni mucho menos quiero escribir un artículo de autoayuda (algo que detesto profundamente por motivos que no vienen ahora al caso) pero esta experiencia refleja lo que puede hacer por nosotros una cámara de fotos.

Un paseo por el paseo marítimo. Con mi mujer, dos niñas y unos amigos con sus hijos. Puro bullicio. Yo con una cámara como siempre por si sale algo. Y al fondo una mujer en la playa, cabizbaja, con ropa de calle. Y con otra máquina como única compañía.

Quizás fue eso lo que me llamo la atención. Lo que teníamos en común. Por eso no pude dejar de mirarla. Y su profunda tristeza. Ella no estaba bien. Pero cada uno tiene sus asuntos. Y en ese momento estaba con la gente que quería. Pero no pude dejar de fijarme en ella cada vez que parábamos de correr, gritar, saltar o reír. Al principio no hizo disparo alguno.

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Otra experiencia con las estrellas

Pero según íbamos avanzando, retrocediendo, parando en los columpios, etc... (quién tenga niños lo entenderá) fui observando que esa mujer cada vez estaba más relajada, hacía más fotos y se concentraba más en lo que veía. Al finalizar el paseo, muy largo en aquella playa, ella estaba totalmente recuperada. Incluso creo que la vi un gesto de felicidad en la cara después de ver la pantalla LCD.

Aquella chica de la playa usó la fotografía como terapia. Gracias a ella olvidó sus problemas y se dio cuenta de todo lo que podía contar con un simple clic. A lo mejor sus fotos se limitaban a la postalera puesta de sol. O esa imagen que solo ella vio está colgada en alguna galería... Que más da, sinceramente.

Las vacaciones están para disfrutar

Así que este verano no te busques proyectos imposibles. Descansa, carga las pilas como se dice en el argot del trabajador y no te olvides nunca la cámara en la habitación.

Olvídate de la mejor luz, el objetivo más luminoso, la noche oscura o la tarde con nubes. Si tienes la suerte de encontrártelo, disfrútalo. Pero no te cargues de obligaciones fotográficas. Muchos tenéis la suerte de ser aficionados y yo muchas veces anhelo esa sensación de hacer las cosas única y exclusivamente por el puro placer.

Uno de los mejores momentos que viví el año pasado fue en los Picos de Europa. Por la noche, en los valles de Áliva el cielo es perfecto. Y salí a fotografiar con una luz en la cabeza por la noche cerrada. No esperaba nada. Solo disfrutar.

Y la casualidad quiso que justo detrás de los Horcados Rojos saliera la Vía Láctea. Sin necesidad de programas ni de historias, estaba frente a uno de los hitos fotográficos de hoy en día. Lo que según algunos te hace ser más o menos fotógrafo. Así que aproveché e hice fotos. Con lo que tenía a mano: un trípode, un 35 mm y ya.

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Al final pueden salir cosas buenas...

Las fotos no sirvieron para nada. Era mi primera vez pero me sentí como un niño con videoconsola nueva. Y esa sensación no me la quita nadie, ni los que se enfadaron porque me atreví a publicar esa primera experiencia. Y esto es a lo que me refiero.

Las vacaciones están para disfrutar, para descubrir. La próxima vez, si la hay, estaré más preparado. Seguro que tendré todo más controlado. Incluso tengo la aplicación de moda para conseguirlo. Pero seguro que no seré tan feliz como la primera vez. Al menos los resultados serán mejores. Así que ya sabéis, toca ser feliz con la cámara. Felices vacaciones.

En Xataka Foto| Mi primera vez con la Vía Láctea

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