Presentada a finales de primavera, en su momento ya tuvimos ocasión de tener una toma de contacto con ella, pero es ahora cuando hemos podido probar la Sony RX100 VI con la tranquilidad merecida. Una prueba más a fondo para conocer en qué ha evolucionado y cuáles son las ventajas e inconvenientes de la sexta representante de esta conocida familia de compactas premium con sensor de una pulgada y elevadas prestaciones.
A priori, y como hemos venido contando respecto a los anteriores modelos, estamos hablando de las compactas más rápidas y de las más capaces del mercado. Y aunque puede parecer que cada nuevo modelo apenas aporta cambios respecto al anterior, lo cierto es que Sony ha sabido ir añadiendo atractivos a cada nueva cámara.
En el caso de este último modelo con tres características novedosas: Mayor rapidez de enfoque, pantalla con interfaz táctil y, como mayor cambio, un objetivo que amplia su capacidad focal, desde los 24-70 mm de la RX100 V a los 24-200 mm de este modelo. Un cambio apreciable (a costa de perder luminosidad, eso sí) teniendo en cuenta que hablamos de una cámara que resulta ideal para viajeros que quieran ir con poco peso y sin renunciar a la calidad de imagen y las prestaciones.
Especificaciones técnicas de la Sony RX100 VI
Sensor | CMOS Exmor RS tipo 1.0 (13,2 x 8,8 mm) |
Objetivo | Lente Zeiss Vario-Sonnar T* |
Rango focal | 24-200 mm (Equivalente en formato 35 mm). |
Apertura | f2.8-4.5 |
Visor | Electrónico retráctil, XGA Oled Tru-Finder con 2.359.296 puntos |
Pantalla | LCD Xtra Fine de 3”, 921.600 puntos resolución ajustable hacia arriba 180º y hacia abajo 90º (aprox) |
ISO | 125–12.800 |
Obturador | 30" - 1/32.000 s |
Resolución máxima de vídeo | 3840 x 2160 @ 30p / 100 Mbps, XAVC S, MP4, H.264, Linear PCM |
Dimensiones | 101,6 x 58,1 x 42,8 mm |
Peso | 301 gramos (con batería y tarjeta) |
Precio | 1.300 euros |
Construcción, ergonomía y manejo
Lo primero que hay que decir es que las dimensiones de la cámara apenas han variado unos milímetros (y unos gramos) respecto a la anterior versión a pesar del aumento considerable del zoom. Sin duda este era el principal reto de Sony al crear este modelo que siempre ha presumido de compacto y corría el riesgo de perder esta característica al ampliar su zoom. Sin embargo, han conseguido integrar un conjunto de lentes que, desplegadas en la mayor distancia focal, parece imposible que pueda caber en su pequeño cuerpo.
Tampoco ha variado ni el diseño ni la disposición de controles, que mantiene prácticamente inalteradas las líneas que ya se vieron en la primigenia RX100, lanzada en 2012 y, más en concreto, la RX100 III, que data de 2014 y fue el primer modelo que ya incorporó el flash y visor retráctil.
Piezas que tienen un perfecto ajuste dentro de un cuerpo con un acabado muy bueno, basado en un material tipo metálico de calidad (aunque algo propenso al polvo como se puede apreciar en algunas fotos). Eso sí, queda claro que la estética pesa por encima de la calidad porque, como hemos venido señalando en los análisis de todos los modelos de la serie, su tacto no ayuda nada a un buen agarre, más bien al contrario.
Esto se agrava con el hecho de que siga sin incorporar en la parte delantera algún material tipo goma que ayudara a sujetarla mejor. Es cierto que el anillo que circunda el objetivo (otra seña de identidad del modelo que resulta muy útil) contribuye a ello si usamos la otra mano, pero sin duda serán muchos los usuarios que utilicen una sola mano para hacer fotos.
Claro que, al incluir por fin una pantalla táctil, muchos también serán los que la sujeten con la izquierda y usen la derecha para elegir el punto de enfoque. Dos posibilidades ambas válidas, que amplían las opciones del modelo. Eso sí, insistimos en que un pequeño grip (que tampoco tendría porqué romper la estética demasiado) ayudaría a redondear un producto que, la verdad, tiene pocas pegas… Y las que tiene ya fueron detectadas en anteriores versiones, aunque Sony se resista a incorporarlas.
Por lo demás, decir que sigue pecando de un espacio reducido para los controles y demás botonería, pero que se trata de algo inevitable para mantener un tamaño de bolsillo (y que sin duda perdonarán sus poseedores) y también que sería deseable que la cámara no se encendiera/ apagara automáticamente al abrir/ cerrar (respectivamente) el visor retráctil, sino que esto se pudiera ajustar a gusto del consumidor.
Rendimiento en disparo y enfoque
Otra de las novedades del modelo que ya hemos comentado es una mayor rapidez a la hora de enfocar. La teoría dice que ahora es capaz de hacerlo en sólo 0,03 segundos por los 0,05 del modelo anterior. Claro que se trata de medidas realizadas en laboratorio que en la práctica son muy difíciles de medir e, incluso, de apreciar.
Sin embargo, sí es cierto que es muy rápida y también precisa, en la mayoría de situaciones. Sólo tuvimos problemas en escenas con muy poca luz, donde fallan prácticamente todas las cámaras. Tampoco fue perfecta en nuestras pruebas su enfoque de seguimiento, otra de las bondades de este modelo en concreto. Pero no olvidemos que estamos hablando de una compacta, y seguramente ésta es de las que mejor se porta en ambos terrenos.
También es destacable el hecho de contar con la función Eye AF para el seguimiento de los ojos cuando retratamos un sujeto. Una característica sin duda muy útil que funciona muy bien a grandes rasgos, aunque en algunas situaciones apreciamos un comportamiento irregular (unas veces se activaba y otras no).
Por otro lado, hay que señalar que la cámara es rapidísima disparando. No en vano su ráfaga llega a los 24 fps, lo que hace que se puedan captar secuencias de acción con mucha precisión y conseguir resultados que difícilmente están al alcance de una compacta (y sin blackout entre fotografías). Eso sí, si pretendemos hacer las tomas en formato RAW+JPEG (como hacemos la mayoría de pruebas en Xataka Foto), habrá que armarse de paciencia hasta que se vacíe el buffer después de hacer una serie de tomas.
Por supuesto hay que hacer especial mención de su visor retráctil, una auténtica obra de ingeniería japonesa que encima se ha mejorado ya que ahora se extrae/ guarda con un solo movimiento (en modelos anteriores era necesario hacer dos pasos). Y sobre su comportamiento, lo hemos dicho cada vez que lo hemos usado: Es pequeño pero sin duda muy útil en muchas situaciones; Por ello, hoy por hoy es un elemento claramente diferenciador de este modelo respecto a la competencia.
Por cierto que la posibilidad de usar la pantalla LCD para elegir el punto de enfoque se queda como función principal de la nueva interfaz táctil, dado que no tiene mucha más utilidad. En esto nos ha recordado a otros modelos de la casa (como las Sony A7 III) a las que le sucede algo similar. Y aunque es cierto que ayuda a evitar que activemos cosas sin querer, también que se pierden posibilidades sin duda útiles (como por ejemplo pasar las fotos realizadas simplemente con el dedo).
Vídeo, autonomía y otras
Aunque no lo hemos comentado al principio, este último modelo también venía con bastantes mejoras en el apartado del vídeo, enfocadas a la captura con calidad profesional ya que incorpora grabación 4K HDR con perfil de imagen HLG (gama Log híbrida) y funciones como S-Log3/S-Gamut3 o modo Full HD a 120p. Como no es algo a lo que le demos prioridad (ya que siempre nos centramos más en el rendimiento fotográfico) nosotros nos limitamos a alguna sencilla prueba de vídeo que, eso sí, nos permite obtener algunas conclusiones.
El hecho de grabar vídeo a mayor resolución que el estándar (y luego remuestrearlo) permite que la calidad de imagen en movimiento sea muy buena, pero la limitación de vídeos que no sobrepasen los cinco minutos no parece desde luego una buena noticia. Tampoco lo es que estas mejoras en el vídeo no tengan correlación en el campo del sonido, donde se echa en falta una entrada minijack para conectar un micro y obtener mayor calidad de audio.
Así, la impresión es que tratando de captar a un público más profesional se queda a medias al no ofrecerles todo lo que necesitarían para escoger esta pequeña compacta como fuente de grabación de sus vídeos. Sin embargo, lo más lógico es que simplemente la idea de Sony haya sido ofrecer la mayor calidad en el ámbito de la imagen en movimiento para un “uso aficionado”, y eso seguramente lo que han conseguido.
Pasando al apartado de la conectividad, como era de esperar la cámara viene muy completa con conexión por WiFi, Bluetooth y NFC. Nosotros probamos las dos primeras comprobando que conectar cámara y smartphone, para controlar la cámara y pasar fotos, resulta relativamente sencillo, aunque hay otras opciones que no lo parecen tanto. Además, sería interesante incluir una opción que ya ofrecen otras marcas para sincronizar ambos dispositivos por Bluetooth de bajo consumo y que las fotos realizadas se vayan guardando en el teléfono de forma automática (y transparente).
Por último hay que hablar de la autonomía, que cumple lo que dice en sus especificaciones sin problemas (240 fotos). No es desde luego una autonomía muy alta (si te la vas a llevar de viaje, sin duda recomendable comprar una segunda batería), pero se puede estirar dependiendo del uso que le demos a la cámara. Eso sí, lo que no nos ha gustado es que, aunque en todo momento indica el porcentaje restante de la batería, cuando está llegando a su final parece que la indicación no resulta muy fiable.
Niveles de detalle y ruido
Pasamos ya a hablar del siempre crucial apartado dedicado a la calidad de imagen, algo de lo que siempre han presumido los modelos de la familia RX100. Y esta sexta versión no podía ser menos, haciendo gala de un sensor de una pulgada que sigue ofreciendo grandes resultados. Y si decimos “sigue” es porque, sobre el papel, mantiene el mismo sensor desde que se estrenó el primer modelo. Aunque en este caso, sin duda alguna, se trata de un captor que ha sufrido mejoras con los sucesivos modelos.
El caso es que la calidad general ofrecida por el modelo se mantiene en líneas sobresalientes, siempre teniendo en cuenta que hablamos de una compacta. Las imágenes directas que ofrece, en JPEG a máxima calidad y sin retoque alguno, tienen un buen nivel de detalle, aunque quizá pecan de un poco de falta de fuerza en cuanto a definición y color. Cosas que se pueden corregir fácilmente si también hemos disparado en RAW o que hacen recomendable ajustar la cámara para que entregue unas imágenes finales algo más acabadas.
Lo de disparar en RAW es algo que no sabemos si elegirán muchos usuarios que compren la cámara pero que desde luego recomendamos para aprovechar el amplio rango dinámico que proporciona este sensor. Igualmente es interesante para eliminar el posible ruido de las fotos, aunque es cierto que el trabajo del procesador en la reducción del ruido es bastante correcto y ofrece unas fotos en JPEG muy aceptables hasta los 3200 ISO aproximadamente (nivel hasta el que se puede trabajar sin problemas).
Una cosa que no nos ha gustado tanto es el porcentaje relativamente alto (que no alarmante) de fotos realizadas que resultaron trepidadas. Algo que achacamos sobre todo a la reducción en la luminosidad del objetivo y a un agarre mejorable para hacer fotos con una sola mano (como ya hemos comentado), y que no logra paliar el estabilizador integrado.
Por último, hay que hablar del rendimiento del nuevo objetivo integrado. Su calidad es alta, como cabía esperar de un producto firmado por Zeiss, aunque desde luego no es perfecto. La resolución en el centro de la imagen es muy buena en prácticamente cualquier situación, pero con aperturas grandes (y eso que no pasa de ƒ2.8) hay una bajada evidente en las esquinas, sobre todo con el objetivo en gran angular porque con la óptica en su máxima distancia focal la pérdida es menor.
Por otro lado, aunque no está libre de aberraciones cromáticas en los bordes de objetos captados en situaciones de alto contraste, hay que decir que este defecto está bastante bien controlado y no resulta molesto en casi ningún caso.
Imágenes a resolución completa | Sony RX100 VI en Flickr
Sony RX100 VI: La opinión de XatakaFoto
Pequeña, rápida, versátil, capaz y con una gran calidad de imagen ¿Se puede pedir más? Ciertamente es difícil, y aunque tiene pequeños defectos que hemos tratado de señalar en este análisis, la verdad es que pocas pegas le podemos poner a una cámara que es ideal para quien quiera un modelo de bolsillo pero muy capaz.
De hecho, aunque este modelo pueda parecer continuista, el cambio de óptica es un paso adelante que no es menor. Y es que supone incorporar una petición "histórica" de los usuarios que echaban en falta algo más de alcance focal para, de alguna manera, aspirar a ser una cámara casi perfecta para llevarla siempre en el bolsillo.
El problema, como ya sabréis, es que para poder llevarla en el nuestro tenemos que desembolsar nada menos que 1.300 euros. Una cantidad sin duda elevada para una compacta, aunque este sea claramente uno de esos casos en los que no tenemos más remedio que recurrir a la manida expresión de que “vale lo que cuesta”.
Sin embargo no deja de ser una barrera que le resta posibilidades frente a la competencia. Eso sí, como sabréis, Sony tiene una curiosa política por la cual no retira del mercado los modelos anteriores. Así, por ejemplo, se puede comprar una RX100 a un precio casi irrisorio (sobre los 300 euros) y una RX100 IV por la mitad (aprox) que este último modelo.
Sony RX100 VI: la nota de XatakaFoto
8.6
A favor
- Ligera y compacta
- Su visor retráctil aporta un toque claramente diferenciador
- Silenciosa y muy rápida
En contra
- Agarre con una mano
- Interfaz táctil limitada
- Precio
El equipo ha sido cedido para la prueba por parte de Sony España. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas.
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