Jugar con el movimiento es una de esas cosas que otorgan magia a este arte visual que es la fotografía. Y todo, como sabemos, es posible por obra y gracia de la velocidad de obturación que nos permite congelar movimientos muy rápidos o, por el contrario, dar a la imagen un efecto que sugiere dinamismo en lo que no deja de ser una instantánea.
Porque, por mucho que la fotografía sea el arte de capturar el instante, éste puede ser visto de muchas maneras y desde luego no hay una regla que diga que una fotografía debe ser una representación de algo estático. De hecho, dar sensación de movimiento es una buena forma de aportar una nueva dimensión a la fotografía y esto se puede hacer de distintas formas.
Por supuesto, la clave está en aprovechar la velocidad de obturación según la situación para conseguir una gran fotografía, ya sea tratando el movimiento de un modo o de otro, tal y como os vamos a mostrar a continuación, pero siempre sin olvidarnos de otros aspectos como la composición o la iluminación.
Congelando el movimiento
Congelar a un sujeto que se mueve (lo que en inglés se denomina freeze motion) es una de las facetas básicas para cualquier fotógrafo que en sus comienzos puede sentirse fascinado por la captura de ese instante que, seguramente, no se puede apreciar de otra manera (un ejemplo claro son las fotos de gente congelada en pleno salto). Además, es el efecto básico que suelen buscar en determinadas disciplinas como la fotografía deportiva.
Como sabréis, conseguir congelar el movimiento es relativamente fácil ya que basta con utilizar una velocidad de obturación elevada, normalmente a partir de 1/125 seg, por supuesto siempre dependiendo de la perspectiva y de la velocidad a la que se desarrolle la acción. Lo que no es tan sencillo es lograr que ese instante congelado tenga interés. Por ello es común recurrir al disparo en ráfaga para conseguir distintas tomas entre las que elegir la mejor, ésa que tenga el gesto más adecuado.
Dando un paso más allá se puede recurrir a elementos de apoyo como utilizar un flash, cuyo efecto de por sí congela el movimiento (al tratarse de una luz de mucha intensidad y una duración muy corta) o incluso al uso de luces estroboscópicas. Aunque esto ya entra dentro de un tipo de fotografía bastante especializada como pueda ser la foto científica o publicitaria en la que se realizan fotografías que todos hemos visto, como unas gotas de agua que parecen flotar o el momento en que una bala sale del cañón de una pistola.
Desenfoque de movimiento
Llamamos así a esa forma de representar dinamismo que habrás visto mil veces y que consiste en incluir en una imagen, o una parte de ella, elementos “borrosos” que transmitan la idea de que algo se mueve. El desenfoque de movimiento (motion blur en inglés) permite, por tanto, sugerir acción de una forma muy interesante que además aporta un componente de abstracción (no confundir con el desenfoque).
Como sabrás, esto se consigue utilizando velocidades de obturación bajas, desde 1/60 seg. hacia abajo, dependiendo una vez más de la perspectiva y de cómo se mueva el sujeto en cuestión. Osea, es justo lo contrario que el efecto de congelación, aunque en este caso tiene muchas variables porque se puede encontrar de muy distintas formas.
Eso sí, hay que tener en cuenta que una imagen completamente movida, que no tenga ningún elemento reconocible, muy posiblemente no aporte nada e incluso puede que difícilmente transmita sensación de dinamismo. Sin embargo, jugando con distintas velocidades y las posibilidades de cada toma en concreto podemos conseguir efectos muy interesantes, normalmente conjugando elementos congelados con otros que den sensación de movimiento.
Una opción que tenemos es la de mantener nítido (congelado) el fondo de la imagen y que sean los sujetos de los planos más cercanos los que aparezcan movidos para reproducir el movimiento. Este es el típico caso de las fotos que podemos conseguir si hacemos largas exposiciones en lugares con sujetos dinámicos como las ciudades, con la típica foto de estelas de coches en movimiento. Igualmente, sería también el caso del efecto seda donde, a través de una larga exposición, conseguimos sugerir el movimiento del agua.
La otra opción habitual es justo la contraria: hacer que el sujeto en primer plano permanezca congelado y el fondo sea el que aporte la sensación de movimiento. Esta manera también tiene sus variantes, la primera y muy conocida es la que se denomina barrido en el que se consigue congelar un objeto que suele estar desplazándose rápidamente, lo que sin duda es una buena manera de dar sensación de velocidad. Lo mismo con el efecto zooming, que es similar al barrido aunque se consiga de otra manera.
Otra forma de conseguir una imagen con el primer plano estático y el fondo en movimiento es elegir un sujeto, por ejemplo una persona, que detrás tenga algún elemento que se mueva haciendo que el fondo sugiera la sensación de dinamismo (como en la foto que tenéis abajo).
Por supuesto, todas las formas se pueden combinar para lograr resultados creativos haciendo que los elementos congelados o en movimiento se alternen en distintos planos de la imagen. Y es que la forma de reproducir el movimiento es muy variable, como habéis visto, y puede ir desde una toma a una velocidad de 1/15 seg aprox para lograr un barrido de un coche que pasa a gran velocidad, hasta horas como puede ser necesario para las fotos circumpolares. Así, mientras que algunas requieren del uso de un trípode otras se hacen cámara en mano.
Secuencia de acción
Una última manera bastante peculiar de dar sensación de movimiento es a través de lo que hemos denominado “secuencia de acción” (tambien conocido como fotosecuencia o fotografía secuencial) y que consiste en unir diversas imágenes que representen distintas fases de una acción. Por supuesto, estas fotos deben tomarse con una velocidad de obturación alta que congele distintos pasos que luego se unirán en un programa de edición digital.
La mecánica de estas tomas es relativamente sencilla. Para ello hace falta un trípode, encuadrar de manera que toda la escena quepa en el mismo plano, dado que no se puede mover la cámara, y disparar en ráfaga. Luego viene el trabajo posterior, la de unir las imágenes, que quizá es la parte más complicada para lograr un resultado correcto. Eso sí, una vez hecho se consiguen fotografías muy llamativas (aunque poco realistas) que ofrecen una perspectiva diferente del movimiento.
Foto de portada | Paulo Carrolo
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