La conocimos a raíz de la concesión del premio Nuevo Talento Fnac de Fotografía 2018 por su serie ‘Naranja de sangre’, pero esta joven fotógrafa mexicana tiene ya varios premios y una interesante trayectoria gracias a un trabajo muy personal e imaginativo.
Y es que los proyectos de Liza Ambrossio mezclan distintos formatos y todo tipo de fuentes para crear un universo personal único que se nutre de pinturas crípticas, performance, archivos macabros, intervenciones, vídeos, psicología, sueños y pesadillas lúcidas, brujería, ciencia ficción… Sin duda se trata de una artista muy especial con un rico mundo interior tal y como quedó claro en la entrevista que mantuvimos con ella y que transcribimos a continuación.
Gracias por charlar con nosotros Liza. Como suele ser habitual, comenzamos preguntándote por tu trayectoria ¿Cómo empezaste? ¿Qué es lo que te llevo a convertirte en fotógrafa?
Una verdad cliché es que un artista no se hace, nace. Para mí, no hay mayor mentira que la sobreeducación del arte; Es castrar lo que es natural o lo que no lo es. Lo mismo sucede con los deportistas de alto rendimiento, los talentos de la ópera y los aspirantes a santos. Yo ya era artista desde que tengo memoria y estoy aprendiendo a vivir con la libertad que me es innata y en defensa de mi obra. Me dedico a esto porque es lo único que sé hacer y es a lo que quiero dedicar mi vida.
De muy niña estudié pintura clásica, pero no me considero una pintora con letras mayúsculas. Después pasé un par de años esculpiendo personajes imaginarios en masa de maíz, plastilina y cosas por el estilo. Pronto mi madre descubrió que escribía muy bien, pero no le gustaba lo que escribía porque ya entonces era radical y me gustaba basar mis personajes en la gente cercana a mí –como hacen la mayoría de los escritores-; mis facultades me ganaron varios pases a terapia. Así que escribir estuvo bien, pero en secreto.
Tiempo después, cuando tenía 16 años, me desperté, tomé un poco de dinero de un cajón y me fui a una tienda en el centro histórico de la Ciudad de México. Le pedí al vendedor que me diera lo mejor que pudiera comprar con lo que tenía. No sabía cuánto costaba nada.
A los 14 años fui parte de un colectivo de activistas por la comunidad LGBTI. Salíamos a hacer performances y a desfilar con vestidos de papel. A los 15-16 años me fui de casa y empecé a vivir a lo loco gracias a las becas de estudio en el extranjero (Estados Unidos, Islandia y España) y fue en ese momento donde comenzó la conexión con muchos de los artistas más importantes de Latinoamérica y agentes del arte en Europa, lo que autentificaría mi potencial para hacer vídeo, continuar escribiendo y fotografiando. Lo demás es una mezcla de caídas y saltos al vuelo. Pero, es así como me integré al mundo de los espejos.
Sin duda tus imágenes se salen de lo convencional ¿Cómo definirías tu trabajo? ¿En qué género lo encuadrarías?
Yo no encuadro mi trabajo, no hay nada más lejano a mi forma de entender el mundo que la pretensión de una estructura. Dejo que el trabajo mande en mi vida y se construya a sí mismo.
Tu fotografía mezcla muchas cosas ¿cómo es el proceso para llegar a unir cosas tan diferentes como las que aparecen en tus imágenes? ¿Todo surge espontáneamente de tu imaginación o es fruto de un largo proceso de elaboración?
Todos los procesos detonan algo hacia adentro o hacia afuera y mi trabajo sale de dentro, de las entrañas, y después se abre a la interpretación.
¿Qué importancia tiene la religión en tu trabajo? ¿Y la psicología?
Todo el arte posee algo de religioso, pero no me refiero a la religión de libros, sino al mecanismo espiritual y filosófico que todos contenemos para intentar acercarnos a lo divino y a lo demoniaco. Mi trabajo no se puede alejar de esa tensión porque soy un ser muy actual y que se deja invadir por símbolos de todo tipo: Psicológicos, políticos, personales... Y a la vez soy muy negada al proselitismo y a relacionarme con el pensamiento de las religiones, sin nunca abandonar las búsquedas de cómo se conforma o se destruye el pensamiento y las acciones que le continúan.
¿Es cierto que en tus comienzos hiciste fotografía de sucesos? ¿Tuvo mucha influencia posterior en tu obra?
Sí, “nota roja”, que es un tipo de fotografía mexicana que no posee traducción a la prensa de otros países. Se trata de acechar la guerra, la tortura, la destrucción y el auto exterminio sin aparente sentido. Con el tiempo lo he interpretado como un síntoma del pensamiento y la sociedad mexicana siempre en erupción. Cuando estás viviendo cada madrugada la muerte de alguien que no conoces te deja de importar quién fue esa persona y te vuelves, como dijo Emile Zola en ‘La obra’, la sombra de lo nauseabundo.
Algo bien sabido es que los mexicanos tenemos fascinación con la muerte, la sensualidad y la violencia, es algo epigenético, lo llevamos en la sangre, desde los pueblos indígenas hasta en la forma de alimentarnos, el narcotráfico o la forma de abordar la vida.
Hacer este tipo de trabajo me dio permiso de observar mis más angustiosas pesadillas y sueños sin prejuicios. Aunque en ese mismo momento me sucedían muchas historias: Acababa de suicidarse mi mejor amigo de aquellos años, un fotoperiodista que me había adoptado como una hermana pequeña. No sé si había llegado a los 18 años, pero el dolor estaba posado en mí porque de una noche a otra me había quedado sin él, sin donde vivir y además, me habían ofrecido pasearme por las madrugadas viendo muertos en las colonias más pobres y violentas de la ciudad. Todo un lujo al que no me pude resistir porque por alguna razón necesitaba ver lo terrible, porque no sentía nada y a ratos se me caía el mundo. Hasta que un día me cansé de la muerte o ella se cansó de mí y decidí irme a viajar porque las venas sangrantes de mi país habían intentado ahogar mi propio dolor.
¿Qué es lo que pretendes con tus fotos? ¿Tratas de provocar al espectador, hacerle pensar o simplemente es una forma de expresarte?
Rendir una ofrenda al arte con mi propia alma, pensamiento y vida.
Además de fotografía utilizas muchos otros medios ¿Te consideras fotógrafa o simplemente artista visual? ¿Crees que la fotografía tiene más capacidad de llegar a la gente combinándola con otro tipo de medios?
Diría que soy una artista promiscua que por el momento se ve fascinada por la rapidez de la fotografía, pero no posee facultades de permanencia en un medio. Actualmente trabajo en la producción de mi primera novela. La combinación de medios es, por así decirlo, el destino de mi lenguaje, pero no creo que sea la ruta correcta de la imagen, solo es una coincidencia.
Háblanos de tu último proyecto ‘Naranja de Sangre’… ¿En qué te inspiraste? ¿qué pretendías contar en él?
Es la proyección de una naranja que sangra (traducción literal de ‘Orange Sanguine’ en francés). Dos colores son los pigmentos base de mi proyecto: El naranjado, el color de la juventud, la alegría, el punto más álgido del fuego, la tierra, y la diversión. Y el rojo, el color de la violencia, ira, rapidez, fuerza, sangre, poder, pasión y amor. A ellos les adhiero un tercer color complementario, el amarillo: Locura, luz y guía en el caos.
Toda la gama explota dentro de una sección de mi mente que permanece en la oscuridad, y que a su vez rebela una antiquísima simbología encriptada. Las naranjas significan en muchos pueblos de la tradición indígena americana, y otros credos al sur de Europa e incluso Asía, traición, violencia, sangre, sol o muerte. En las ofrendas mexicanas de día de muertos el tono anaranjado controla todo. Es el símbolo del astro mayor. Como lo es también el color amarillo. Las sombras que se proyectan en todo mi trabajo están relacionadas con el factor tiempo y este fruto; Significan a su vez el sol negro que es el principio del amanecer y que se convertirá en la estrella de la mañana latente de mutar al color naranja. La estrella de la mañana es también uno de los nombres de los dioses del inframundo y del dios de la guerra, quien es capaz de dotar al mundo de un nuevo orden después de la destrucción.
‘Naranja de sangre’ es un retrato contemporáneo del caos que se expresa convulsivamente en torno al cambio, la maldad y lo maldito, la enfermedad mental, la soledad, la epigenética, el ritualismo, el desarraigo, la libertad y el destino. Traza una narrativa usando la fuerza del instinto y la supervivencia emocional en el marco de un mundo cuyas leyes de vida están igualmente marcadas por el amor y la violencia. Un mundo donde lo sentido y lo vivido a veces se fusiona de manera mágica o trágica.
En este circuito mi relación con el terror responde a una necesidad muy primitiva, porque me permite desarrollar universos en los que surgen personajes extraños que pueden asumir una personalidad sobrenatural para enfrentar diferentes fases del infierno solo a través de la demencia.
Este proyecto es un drama agudo, rítmico y desgarrador que busca devorar al espectador a través de la asociación tradicional de mi origen mexicano: Rituales de muerte, sacrificio, sangre y actos de brujería, ejecutados en los rincones teóricamente más alejados a mi cultura: Islandia, Suecia, Suiza, Dinamarca, Holanda, etc. El sentido de desarraigo y la necesidad de conectar con lo más profundo de los orígenes de la humanidad pierden el pudor y se dejan encontrar en mi mirada.
En una de las cartas de Hernán Cortés (el conquistador español) a la reina de España Isabel la Católica a la llegada de éste a la ciudad imperial de Tenotchitlan (hoy Ciudad de México) se describe a los pobladores originarios como seres del inframundo:
“Cuando sorprendido por la blancura y la dimensión de la pirámide del sol contrastada por un denso color rojo en las escaleras. Se aterroriza al ver recostarse en la punta de la pirámide al ultimo ganador del juego de pelota, un sacerdote azteca le clava un cuchillo de obsidiana en el esternón, en ese instante le saca el corazón mientras aun grita de dolor,-ahora se ha convertido en comida para los dioses- el sacerdote se lo devora aún palpitando y deja que la sangre del moribundo pinte las escaleras de la pirámide de rojo.”
Al igual que en esta escena de la historia de la humanidad mi libro sangra: Lo animal y lo vegetal, lo espiritual y lo carnal adquieren la misma dimensión. Y la historia cambia de ruta cuando los arquetipos de europeo se vuelven extravagantes en mi iconografía.
Todos mis proyectos están vinculados y direccionados por un rictus relacionado con la figura de la hechicera como un ser capaz de emerger del inframundo, inteligente, arriesgado, mágico y todo poderoso. Todo hombre o ser vivo se inclina, desarma o muere.
Háblanos de tus referentes...
H.P. Lovecraft, Alejandro Jodorowsky, F.W. Murnau, Roman Polanski, David Cronenberg, Luis Buñuel, William Burroughs, Emmanuel Lubezky y Goya. Son quizás una suerte de ritual de exorcismo. Pero creo que lo que más ha marcado mi obra es mi creencia en que la realidad está sobrevalorada y la fantasía subestimada, en mi resolución lo más rico que existe en la vida es la fabulación y el poder de imaginar.
Por eso, mi fotografía está cargada de gestos performáticos y cinematográficos, al mismo tiempo alusivos al archivo pictórico y del documental. Consecuentemente mi trabajo se ha convertido en un ejercicio de libertad siniestra llevada hasta sus más extrañas consecuencias, que posee una fuerte relación con el azar y el instinto tratando de usar todas las herramientas narrativas para crear alguna emoción dentro de la imperfección.
Es una afrenta al terror y la deshumanización porque creo que la pasión humana es en sí misma un acto de desafío. Disfruto el jugar a fallar y vivir, mezclando diversas técnicas (imágenes de archivo, intervención pictórica, maquillaje, collage, fotografía analógica y digital…). Los textos que acompañan mi trabajo los inspiro basados en crudos instantes de desapego extremo. Entre la locura y la completa claridad (flashbacks).
¿Crees que tus fotografías se entienden mejor en México o en Europa?
Creo que mis fotografías poseen un contenido universal y que pueden interpretarse con la misma pasión en el continente europeo, americano o donde sea. Aunque si de lo que estamos hablando son de guetos de poder, para mí es más fácil darle movimiento en Europa a mi trabajo que en México. Por varias motivaciones: Los criterios visuales son más abiertos aquí que en Latinoamérica, apegada al documentalismo clásico, la dirección de dos o tres personajes para todo Latinoamérica y el conceptualismo old style. De Europa me gusta que existen muchísimos personajes que destacan en el mundo del arte y también que hay una educación visual más consciente a este lado del charco que del otro lado, aunque Europa es como Latinoamérica en otro sentido; La capacidad de visión de los agentes del mundo del arte se modifica de acuerdo al país, no es lo mismo hacer desde España, que desde Noruega o Francia.
De todos los premios conseguidos ¿cuál es el que te ha ayudado más en tu carrera?
Entre profesionales de la fotografía, el premio Voies Off de los encuentros de fotografía de Arles, Francia es de lo más elitista y me ha gestado un respeto que antes no tenían mis proyectos. Pero el premio Nuevo Talento FNAC ha potenciado mis proyectos de una forma más social, pues se puede acercar cualquier persona al proyecto sin temor de ser considerado fuera del circuito del arte, tener tus imágenes en una tienda, dar una charla y que igual el paseante del día, que un estudiante de fotografía, un profe o el director de un festival se te acerque en el mismo sitio es todo un lujo que me ha generado seguidores de todos los medios. Próximamente me encontraré en Fnac San Agustín (Valencia) del 29 de enero al 17 de marzo. En la feria Just Mad en Madrid del 18 al 26 de febrero y en Mecanic-Barcelona el día 22 de febrero.
¿Qué importancia tiene el equipo en tu trabajo? ¿Qué cámara y objetivos utilizas?
La misma importancia que tiene la marca de mi lápiz en la cartera. Uso lo que tengo al momento, ahora tengo una Sony A7 III porque me la regaló un generoso fotógrafo en Houston, Texas. Pero igual fotografío con los bichos menos sofisticados.
¿Eres de los que llevan siempre una cámara consigo a todas partes?
Para nada, la cámara es un lastre y un arma de detonación. Cuesta cargar con ella, pensar, sentir y entender...
¿Cuál tu próximo proyecto?
La construcción de mi novela ‘Promesas crueles’ y el desarrollo de mi serie ‘Agua de fuego-Leche de tigre’, un viaje entre el pasado y la modernidad del derecho al auto exterminio, donde relato el suicidio de mi padre y mi relación con el oscuro destino de los hombres en varias cotas de mi vida.
Pues muchas gracias Liza, felicidades por el premio, mucha suerte con tus proyectos, y esperamos que a pesar de que experimentes con otras artes no dejes nunca de lado el mundo de la fotografía.
Liza Ambrossio | Página web | Instagram | Facebook
Fotografías de Liza Ambrossio reproducidas con permiso del autor para este artículo
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