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Cómo enfrentarse a un proyecto fotográfico

Cómo enfrentarse a un proyecto fotográfico

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Cómo enfrentarse a un proyecto fotográfico

Para avanzar en el mundo de la fotografía no basta con hacer fotos sueltas, con crear hermosas imágenes con la ayuda inestimable de los programas informáticos. Una fotografía suelta puede ser fruto de la casualidad, de estar ahí en el momento justo. Un fotógrafo se hace cuando desarrolla una idea para un proyecto. Entonces cobra todo sentido.

La fotografía carece de sentido si no le dedicamos tiempo. Si pudiéramos estar a todas horas seríamos profesionales, eso es verdad. Pero si queremos decir algo con nuestras cámaras hay que buscar tiempo como sea y aprovecharlo. No hay que quedarse en una mera fotografía con filtros un fin de semana y ya. La fotografía exige mucho. Y lo que hacemos tiene que tener un sentido. Y sobre todo aportar algo. No basta con una idea. Tiene que ser buena y decir algo diferente.

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El viaje @ferfoto.es

En este contexto es donde entra el proyecto fotográfico. Es una de las mejores formas que existen para mejorar como fotógrafos. Es nuestra gramática para decir lo que pensamos y definirnos como individuos dentro de la sociedad. Es lo más cercano que tenemos a escribir un libro. En este momento, cuando decidimos dar forma a nuestra idea, cuando nos transformamos en fotógrafos.

El primer paso del proyecto fotográfico. La idea

Todo nace de una idea. Y es aquí donde todo empieza a complicarse. Por un lado están aquellos que piensan en el concepto como algo al alcance de todo el mundo. Y que con unas cuantas frases confusas de introducción todo vale. Es un juego que está de moda. Una idea sencilla adornada hasta el barroquismo para intentar que nadie la desmonte.

Por ejemplo, montar una exposición con un altísimo presupuesto en el que el concepto del juego es el eje central. Esto se mezcla con autores de uno a otro confín y se hace creer al espectador que si no entiende lo que ve es que no conoce la sana diversión de reírse de todo. Un par de paredes vacías para provocar y listo. Ya nadie se acuerda de aquello, y no han pasado ni unos meses...

Pero vamos al otro extremo, a un fotógrafo humanista, intelectual y alumno de Ansel Adams, arquitecto, escultor, además de especialista en el mundo de las marionetas orientales con las que monta espectáculos por todo el mundo. Estoy hablando de H. Sugimoto. Si nos centramos en su faceta fotográfica, todas sus series giran en torno a un proyecto: ¿Es verdad lo que vemos?

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Y nos quedamos boquiabiertos con todos sus trabajos. No sabemos si es real o ficción lo que estamos viendo. Pero lo que estamos seguros es de que entendemos lo que nos quiere contar, es algo sencillo (a pesar de su profundidad) y nos sorprende con su capacidad técnica. Da igual que veamos 'Theaters' o 'Seascapes'. El tiempo que nos quiere contar siempre lo vemos.

Así que nosotros debemos buscar algo que sea sencillo, que esté dentro de nuestro entorno. No tiene sentido hablar del budismo si nuestra única relación con este mundo es que nuestro cuñado tiene una escultura de Buda en su casa. Si no sabemos qué contar o no tenemos una manera propia de contarlo, tenemos un pequeño problema. Sería el momento de documentarse, salir a ver mundo, leer, ver cine, etc...

No tiene sentido solo preguntarse por cosas profundas pero más que apostar por temas, algo que es perfecto para empezar, deberíamos buscar algo más abstracto que enlace todas nuestras series. Me explico con la obra de otra fotógrafa como Isabel Muñoz. Su idea es la sensualidad y sus temas van del mundo del baile al barroco o al sadomasoquismo. Creo que es un buen ejemplo.

Hasta que lleguemos a ese punto, al que sin duda cuesta llegar, debemos emprender caminos más sencillos y buscar series más sencillas que nos permitan avanzar. Es aquí donde entran proyectos como 365 fotos al año, documentar la calle, una mañana en el zoo, la cena en casa... Con el tiempo igual vemos una conexión entre las historias que contamos además del estilo que las une, aunque esto es otra historia.

El segundo paso del proyecto fotográfico. El desarrollo

Después de la idea y de la consiguiente documentación tenemos que decidir muchas cosas más. No todo se queda en lo que se nos ha ocurrido. Hay que saber plasmarlo y cómo.

Desde el tipo de cámara a la técnica que vamos a usar para conseguir una buena presentación. Creo sinceramente que lo más importante es saber qué decir pero el no saber cómo hacerlo es perder una oportunidad. La técnica tiene que salirnos de forma natural, espontánea. Así que antes de lanzarnos a la aventura, o a lo sumo mientras disfrutamos, tenemos que formarnos técnicamente.

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Lo más lógico es que sepamos todos los pasos de la técnica antes de emprender el camino en el que estamos embarcados ahora, pero nunca es tarde para aprender. Y hasta el momento de cordura. Con todo pensado y amarrado es el momento de la liberación absoluta. El momento grande de la creatividad.

Salir a la calle o quedarse en el estudio y no dejar de hacer fotos con la idea, el concepto, en la cabeza. A veces incluso sin contar con ella. Para conseguir buenos resultados es básico, de nuevo, el tiempo. Si no podemos entre semana, habrá que reventar los fines de semana y las fiestas de guardar.

Cristina García Rodero lo hizo así para crear 'España oculta'; muchos de los miembros del grupo AFAL solo quedaban los fines de semana y de allí salieron los trabajos de Colom, Masats y tantos otros... Y eran aficionados entonces. Con un talento brutal para mirar.

El tercer paso del proyecto fotográfico. El destino final

El proyecto llega a su fin. Es el momento de la edición, la selección de las fotografías. Es quizás uno de los momentos más dolorosos del proceso. Donde llega la decisión final. Lo que sirve y lo que se va. Y sobre todo decidir cómo presentarlo. Soy de los que piensan que el destino final de las fotografías es el libro. Todavía pienso así.

Sin embargo, hoy en día hay muchas formas de enseñar nuestras fotografías, desde la sacrosanta exposición hasta las redes sociales y la página web. Nuestro trabajo dependerá de la decisión final. Algunas imágenes son mejores para una exposición pero puede que necesitemos más para el libro.

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Es el cenit de nuestro proyecto. Aquí se decide si somos buenos o no. Si tenemos una mirada válida o tenemos que esforzarnos más la próxima vez que nos colguemos la cámara al hombro. Es tan importante porque es lo que va a salir a la luz. Lo que van a ver los demás y con lo que sacarán sus propias conclusiones.

Nadie ha dicho que sea fácil ser fotógrafo. Pero os aseguro que si nos embarcamos en contar nuestras cosas la vida será mucho más apasionante. Es el momento de zarpar.

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