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Cámaras telemétricas (II): los cuerpos digitales

Cámaras telemétricas (II): los cuerpos digitales
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En la primera parte de la serie pudimos ver qué son las cámaras telemétricas, y cuáles eran sus pros y sus contras. Haciendo un resumen muy rápido, podríamos decir que destaca su capacidad para enfocar y encuadrar en distancias cortas y medias, pero carecen de la versatilidad y la cantidad de ayudas de otros equipos como los réflex.

Por cerrar ese capítulo, cabe aclarar que nos dejamos atrás puntos muy interesantes de la historia de las telemétricas que habéis tenido el detalle de contarnos en los comentarios, como la existencia de algunas con enfoque automático, o incluso consejos concretos sobre cámaras clásicas de bajo precio y grandes prestaciones.

Como veréis en este artículo, la historia de las telemétricas digitales existe única y exclusivamente alrededor la montura M de Leica. Por eso no voy a insistir más sobre el resto del mundo telemétrico, aunque sigo agradeciendo enormemente vuestras aportaciones, tanto para ampliar el ámbito de estos artículos como para cubrir las lagunas que pueda tener este humilde redactor.

Cerramos por tanto ya este paréntesis y nos metemos en harina: ¿qué cámaras digitales de este tipo podemos encontrar, en las estanterías o en la segunda mano?

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Las pioneras: La gama Epson RD-1

Epson RD-1

Más de uno os habréis sorprendido al leer que Epson fue la que abrió este mercado en el año 2004, ya que al fin y al cabo no es un fabricante que destaque por ser el más innovador en el mundo de la fotografía. Supongo que si os digo que detrás de su creación estuvo Cosina/Voigtländer, y que su diseño se basa en el de la Bessa R2, la cosa cambiará bastante.

Como telemétrica, esta Epson es una gran cámara, y destaca su visor 1:1. Esto implica que a través de él vemos el mundo exactamente tal y como es, pudiendo hacer fotos perfectamente con ambos ojos abiertos ya que los dos tienen la misma perspectiva.

Una de sus curiosidades es que la pantalla podía abatirse para quedar completamente tapada, dando un aspecto 100% de cámara química. Tanto era así que contaba con una palanca de arrastre que teníamos que accionar entre foto y foto, y los principales indicadores (calidad de imagen, balance de blancos, etc.) estaban agrupados en una rueda con diales al estilo de un reloj de agujas.

Y es que la original R-D1 fue una cámara rompedora en muchos aspectos, pero que llevó consigo la misma maldición que han arrastrado las grandes innovadoras en fotografía (me vienen a la mente las réflex con sensor Foveon de Sigma, por ejemplo): algunos retrasos tecnológicos que les han servido de lastre para no acabar de despegar.

Así, tenía un sensor de APS-C de 6 megapixels, en una época en la que ya estaban empezando a quedarse obsoletos. También, el manejo era complicado, y era algo lenta en RAW (su buffer se saturaba a la segunda foto), y su pantalla de 2" se quedaba en lo mínimo imprescindible.

Army Surplus Flowerprint

Epson R-D1, objetivo Voigländer. Foto: Matt Jiggins

El obturador se quedaba en un máximo de 1/2000" y la medición era (como el resto de cámaras) puntual, y muy precisa. En cuanto a los objetivos, tenía líneas de encuadre para 28, 35 y 50m, que con su factor de recorte de 1.5x tenían una cobertura equivalente aproximada de 42, 52.5 y 75mm en su montura original.

Al igual que en el resto de cámaras, eso no quiere decir que no podamos usar objetivos de focales distintas, pero tendremos que usar un visor externo adecuado según el factor de conversión. En este caso, por ejemplo, si usamos un 15mm, deberíamos acoplar un visor de aproximadamente 22mm si queremos estar seguros de cómo quedará el encuadre.

En el momento de su salida, su precio se situó en unos 3000 dólares. Con el tiempo, Epson sacó una segunda versión llamada R-D1s, con cambios que perfectamente podían haber estado en firmware (RAW+JPG, reducción de ruido, etc.).

Estamos en el año 2007, ya ha salido la Leica M8 (ahora mismo la vemos), y Epson decide cancelar la producción de la gama, dejando atrás un par de cámaras que de no ser por su precio habrían encandilado millones de fotógrafos nostálgicos de todo el mundo… ¿Todo? ¡No! Una isla de osados nipones resiste todavía y siempre al invasor…

Efectivamente, en 2009, y contra todo pronóstico, aparecieron sólo en Japón las Epson R-D1x y R-D1xG, una vez más con novedades mínimas (pantalla de 2.5", y soporte de SDHC), y justificando en un menor precio (nuevamente, rondando los 3000 dólares) su razón de ser frente a la competencia.

El paso adelante del gigante: La Leica M8

Leica no podía quedarse callada ante esta ofensa en su propio terrero: En Septiembre de 2006 lanzó con bombo y platillo su Leica M8, avanzando en la numeración de su gama M, cuya andadura en los 35mm había cerrado la genial M7, que sigue empeñada (para desgracia de muchos) en no devaluarse. Para hacerse con ella había que desembolsar nada más y nada menos que 4800 dólares.

Si las telemétricas de Epson ya tenían una buena construcción y robustez, la M8 apareció con un precioso cuerpo completamente metálico en sus dos acabados clásicos, negro y plata. La pantalla creció hasta las 2.5", y se añadió una cruceta y algunos botones frente a su competidora.

La gran diferencia, de todas formas, fue el aumento del tamaño del sensor hasta los 18×27mm, dejando un factor de recorte de 1.33X muy similar al APS-H de Canon.

Partiendo de esta base, los tres grupos de líneas de encuadre (50/75mm, 28/90mm, y 24/35mm), equivaldrían en ángulo a los conocidos 35,42,52,75 y 135mm. Además, en los objetivos con codificación de 6 bits (hace años que lo son todos), se detecta la lente montada y se activa la pareja de encuadres más adecuados.

Desde la Cercanía

Leica M8, Voigtländer Nokton 40mm f1.4. Foto: Javier Prieto

También, se utilizó por primera vez en la marca un obturador de hojas de metal que permite la nada despreciable velocidad de 1/8000". Es, eso sí, algo ruidoso dentro de lo que es esperables en estas cámaras, problema que (como ya veremos) los alemanes trataron de solucionar posteriormente.

Sumando el aumento de tamaño, de megapixels (10), y la eliminación del filtro IR (que aumenta la calidad por pixel y reduce problemas como el moiré), tendríamos en teoría un aumento exponencial en calidad de imagen con respecto a la R-D1.

Desgraciadamente, aunque a ISO 160 da unos resultados excelentes, su sensor adolece de bastante ruido en sensibilidades altas, y un problema (diría que único en su especie) debido a la carecía de filtrado infrarrojo: al ser la cámara sensible a un espectro de luz mayor que el ojo humano, determinados materiales (como la tela negra) adquieren colores irreales y se vuelven morados.

Para solucionarlo, hay que colocar un filtro UV/IR (que prácticamente sólo tiene uso para esta cámara) en todos y cada uno de los objetivos que tengamos. De hecho, fueron tantas las quejas, que Leica tuvo el detalle de enviar tres de estos filtros a todos los compradores de esta cámara. En contraposición, esta característica la convierte en una de las mejores cámaras para la fotografía infrarroja sin necesidad de modificaciones.

Fotografía Infrarroja

Leica M8, Elmarit 28mm f2.8 ASPH, y filtro infrarrojo. Foto: Delfi Reinoso

Puedo contados que soy el afortunado poseedor de una M8 y puedo decir que, en general, y con 5 años a sus espaldas, no ha envejecido nada mal en la parte puramente fotográfica, aunque tiene sus achaques tecnológicos. Por ejemplo, sigo encontrándola lenta, especialmente en la grabación de ficheros a SD una vez finalizado su buffer (12 capturas a 2 tomas por segundo).

Con respecto al manejo, aunque se ha hecho un esfuerzo enorme en reducir al mínimo las opciones de menú, gracias a los muchos controles externos, se echa de menos algo tan simple como un acceso directo al ISO o a la compensación de exposición.

Cuando se cumplían los dos años desde su aparición, Leica la renovó con M8.2, con tres ventajas principales: un obturador más silencioso (con la opción de retrasar el rearmado para un momento posterior, aunque bajando la máxima obturación a 1/4000"), cristal de zafiro para proteger la pantalla, y líneas de encuadre más brillantes.

Esta M8.2 convivió con la M8 en su momento (por nada más y nada menos que unos 5000 euros), pero actualmente la más antigua ya ha desaparecido de los catálogos, y podemos encontrar la M8.2 algo más barata.

También, es posible actualizar cualquier M8 a M8.2 por tramos, costando más de mil euros el cambio completo de obturador, cristal y líneas de encuadre.

La consagración del lujo: La Leica M9

Cerramos, de momento, el círculo con la última de las gamas telemétricas digitales en aparecer, la Leica M9. Fue presentada con una altísima expectación [un 9 del 9 del 9, a las 9 y 9]), dándole a los usuarios de la M8 (al menos a los más adinerados) justo lo que estaban pidiendo a gritos: un sensor de formato completo de 35mm y 18 megapixels, nuevamente fabricado por Kodak.

Con un precio de alrededor de 5.500 euros, que aún se resiste a caer significativamente, los objetivos de montura M por fin volvían a recuperar la cobertura para la que fueron diseñados, y la fotografía con baja luz dejó de ser un problema, con un ruido a ISOs altos a la altura de su competencia Full Frame.

Debido a su nuevo tamaño del sensor, la Leica M9 utiliza los mismos tres grupos de líneas de encuadre de la M8, pero cambiando los 24mm por los 135mm. Esto es lógico, ya que los 24mm dejan de ser tan “estándares” (recordemos que antes equivalían a unos 32mm), y los 135mm pasan a ser mucho más utilizables. Esto trajo consigo, como no, un aumento del valor de estos teleobjetivos en el mercado de segunda mano.

Aunque repetidamente he escuchado que esta cámara es la más cara que se encuentra a la venta (lo cual es claramente falso, sólo hay que ver un catálogo de Hasselblad para salir del error), sí que mantiene el record a la cámara digital de 35mm más pequeña y manejable. También, dejó atrás el famoso problema de los magentas de su predecesora, aumentando levemente la cobertura infrarroja del sensor para evitar el uso de filtros IR, sin perder un ápice de calidad de imagen.

Entre otros cambios menores, se aumentaron los controles accesibles directamente (ISO y compensación de exposición), y se incorporaron directamente las mejoras de la M8.2 (el mínimo tiempo de exposición, por tanto, es de 1/4000"). La pantalla mejoró algo, aunque sigue siendo inferior a la competencia.

Type-85AFV

Leica M9, Objetivo de 90mm. Foto: null0

En general, Leica tiene bien aprendido que “si funciona, no lo toques”: sus usuarios lo son en muchos casos porque conocen y disfrutan a la perfección con “el estilo Leica”, y algo tan inocuo como complicar el sistema de menús para hacerlo más similar a la competencia podría provocar el rechazo entre la línea dura de sus seguidores.

Esta labor de síntesis lleva detrás un trabajo concienzudo de análisis del funcionamiento de la cámara. Por ejemplo, si usamos ISO automático en modo de prioridad a la apertura, se desactivará sólo cuando configuremos manualmente una velocidad de obturación concreta. Como todo en Leica, o lo amas o lo odias.

…y así llegamos a Junio de este año, cuando tras dos años sin que nadie le hiciera sombra (y alguna que otra edición para coleccionistas), todos esperábamos que Leica sacara de un momento a otro una “M9.2”. Sólo por llevarnos la contraria, la cámara presentada fue la M9-P, una pequeña revisión estética lanzada como un guiño al mundo del fotoperiodismo.

Esta nueva cámara no tiene ningún tipo de mejora tecnológica, más allá de (una vez más) el recubrimiento con cristal de zafiro para la pantalla. Sí tiene, en cambio, una estética más discreta (completamente en negro, sin logotipo), y un sobreprecio de mil dólares.

Proclaim

Leica M9, Summicron 35mm f/2. Foto: FFrame

Antes de que os llevéis las manos a la cabeza, no penséis en ésta como una cámara de mercado: yo la veo simplemente como una edición especial, lanzada para honrar décadas de trabajo conjunto con el periodismo, y concretamente con Magnum. El hecho de que llegue a la calle diría que es casi accidental (“a ver si hay suerte, pica algún fan acérrimo, y nos llevamos unos eurillos”).

Y aquí se acaba el repaso a lo que, de momento, nos ofrecen las telemétricas de sensor digital. De todas las cámaras que hemos visto, fuera de Japón sólo se encuentran las Leica, y cada día es más difícil localizador una M8 original nueva. En el mercado de segunda mano aún están continuamente cambiando de mano desde las primeras Epson RD–1 hasta las aún actuales M9.

No vamos a entrar, de todas formas, en consejos de compra concretos: aún nos queda recorrido por andar, y todavía tenemos que tocar muchos temas. El siguiente punto de la serie será mucho más cercano para la gran mayoría de vosotros, ya que hablaremos de qué cámaras actuales son adecuadas para montar objetivos telemétricos clásicos, con un buen repaso a la actualidad más EVIL.

Hasta entonces espero con ansia vuestros comentarios: ¿tenéis alguna de estas cámaras? ¿las veis sólo para profesionales? ¿pensáis directamente que nada justifica su precio? El debate está servido.

Foto de cabecera: 松林 L
En Xataka Foto: Cámaras Telemétricas

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